Cuando leí el original de este triste cuento de Andersen no me pareció una historia infantil, aunque debo reconocer que, la versión edulcorada e ilustrada, se contaba entre mis favoritos cuando era pequeña. Es un relato lleno de emoción y supongo que eso es lo que lo hace entrañable para cualquier edad.
Un consejo: es mejor disfrutarla a pantalla completa.
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