jueves, 27 de abril de 2017

Trilogía del muchacho de Jon Kalman Stefánsson

Después de terminar la trilogía del muchacho de Jón Kalman Stefánsson, he pensado que es mejor escribirle una entrada propia a los tres libros y de paso aligerar un poco el testamento del día del libro. Es la historia de una vida en un medio hostil, no obstante también son libros muy poéticos, la naturaleza está llena de poesía, hay belleza en su inmensidad, en la fuerza del viento, en las nieves, en los cristales de hielo. Hay sueños en el frío. Sin embargo hay momentos en la vida en los que no tiene cabida la poesía, y el autor no edulcora las palabras, la crueldad de los hombres no lo permite.

El primer libro de la serie es Entre el cielo y la tierra y es una historia con la que se pasa frío, las palabras te sumergen en el paisaje helado de Islandia con un lenguaje precioso que no evita que se congelen las manos, ni que las esquirlas de hielo se adhieran a la ropa, al pelo, o que el viento corte la piel, que los pasos se hundan en la nieve y las fuerzas se pierdan en un mundo entre el sueño y la muerte.
"Algunos poemas nos arrastran a lugares donde no llegan las palabras, ni el pensamiento, te conducen hasta el núcleo, la vida se detiene durante un instante y se vuelve hermosa, manifiesta la alegría y los lamentos. Algunos poemas te hacen olvidar, se olvida la tristeza, la desesperanza, te olvidas del impermeable y la escarcha te alcanza, dice, te tengo, y estás muerto."

Si el primer libro se centra en el océano polar, el segundo, La tristeza de los ángeles, lo hace en el interior, en las montañas cubiertas de nieve, en ventiscas que no permiten distinguir cielo y tierra y donde perder el rumbo es tan fácil como mortal. En esas condiciones, llevar el correo de un lugar a otro es una hazaña, pero es mucho más sencillo que la misión de trasladar un cadáver para su entierro en una tumba consagrada. El viaje es una reflexión al borde de la muerte y sobre la misma muerte, sobre la naturaleza, el frío, las flaquezas y la entereza.
"los que suben a la montaña o por las sendas de la meseta pueden escuchar el canto de las estrellas.(...) En algún lugar está escrito que ese canto es capaz de despertar en ti la desesperación o la divinidad. Sería cuestión de subir a las montañas en las noches serenas y oscuras como el infierno en busca de la locura o la felicidad, y entonces quizá le encuentres el sentido a la vida."

En el libro final, El corazón del hombre, el invierno da paso a la primavera y la historia se centra más en la vida en el pueblo, en sus personajes, en las relaciones que los unen y los separan, en la lucha del día a día para salir adelante y hace hincapié en el difícil papel de la mujer, relegada a un segundo plano o a víctima de la violencia de los hombres. Habla de la mezquindad asociada al ansia de poder, del amor y de sus miedos, de la evasión en el alcohol que no es tal y, por supuesto, de la muerte, siempre presente. No solo el lenguaje es muy hermoso, también tiene reflexiones brillantes.

La gente piensa que es fácil saber quien es fuerte y quien no. La gente es estúpida. Sabes que la vida puede pesar más que las montañas, ser más peligrosa que el Océano Polar. 

Probablemente uno no sabe mucho sobre la vida; uno tan solo se adentra en ella. Y sabe cómo darle la bienvenida cuando llega. 

Con la niebla llega el silencio.

Deberías saber que no puedes vivir solo porque no estás muerto; eso es una farsa. Deberías vivir como una estrella, y brillar.

Deberíamos vivir para conquistar la muerte, eso lo único que sabemos hacer y que somos capaces de hacer. Si vivimos como si pudiéramos, y preferiblemente algo mejor, la muerte nunca nos conquistará. Entonces no moriremos, simplemente nos convertiremos en algo distinto. No tengo las palabras para ello, para describirlo, me refiero. Quizá solo nos transformamos en música. 

Bésame, no dejes que los besos sean menos que las gotas de lluvia sobre el tejado. 

Casi nadie posee ojos para mirar el entendimiento directamente a la cara; pocos ojos pueden tolerarlo.

Es la vida, llena de poesía, de la belleza de los momentos felices y de otros trágicos, pero que también se ve salpicada por las vilezas humanas, y entonces no hay lugar la poesía.

lunes, 24 de abril de 2017

Un poco de David Toscana

El blog de unlibroaldía me descubrió a David Toscana. No tengo medida y cuando algo me gusta, no me veo harta, lo que significa que leí tres libros seguidos del autor mexicano. Me enganchó con su Ejercito iluminado, en el que el general Matus se pone al frente de un pequeño batallón de discapacitados con la idea de recuperar El Álamo y devolver Texas a México. No es la única lucha del general, que también desea el reconocimiento de su tercer puesto en el maratón de las Olimpiadas de París, aunque él no corriese en Francia sino en Monterrey. Es una historia que tiene algo de quijotesca y que también comparte el humor amable de Steinbeck en Cannery Row, con personajes muy humanos que se tratan con un cariño no exento de sentido del humor, pero sin ridiculizarlos en ningún momento.
"Los hombres hechos y derechos, aquellos que tienen una mujer esperando su regreso, son los únicos capaces de acabar con el rival, pues a fin de cuentas las guerras no se ganan por la patria, sino por la mujer que dejamos en casa."
"La guerra es una larga parranda que se interrumpe de vez en cuando para disparar, y ni aún entonces, si uno no suelta la botella de aguardiente."

Si el ejercito me gustó, El último lector terminó de conquistarme. Un cadáver encontrado en un pozo guarda un singular parecido con la protagonista de otra novela de final trágico, la muerte de Babette, tanto es así que ni siquiera la madre de la muchacha es ajena a la semejanza, lo que ya le hacía presagiar un mal final para su hija. Las dos Babettes se convierten en una, al igual que en la vida se combinan literatura y ficción, al menos en la mente de Lucio, el bibliotecario, cuya manera de clasificar los libros no se atiene a las normas convencionales, la censura depende de si la obra merece guardarse o destinarse a pienso de cucarachas. El mismo Lucio podría haber salido de una novela de García Márquez, sobre todo en los fragmentos en los que se refiere a su mujer, Herlinda, y su hijo Remigio comparte algunos de los rasgos soñadores de su padre, del que aprende a ver la ficción de la realidad. Todo en este libro es como una rara joya, de esas que te hipnotizan con su belleza y de las que desearías atrapar cada matiz, es la mejor descripción que se me ocurre.
"A los doce años, Babette poseía la vanidad de una mujer mayor y gustaba de llevar vestidos ceñidos en la cintura, que mostraran un mínimo de pantorrilla. Adoraba los días de viento porque el revoloteo de su negrísimo cabello hacía fulgurar sus ojos claros, tristes, de plomo; ojos siempre viendo el horizonte, más allá de su delicada nariz. Aunque de piel muy blanca, al punto de traslucir venas azules en brazos y mejillas, no daba la impresión de ser enfermiza; todo lo contrario: quien la mirara detenidamente notaría una carne compacta, severa para su edad y casi varonil, a no ser porque unas incipientes formas de mujer comenzaban a perfilar una hechura de esas que silencian
voces a su paso "
"Viva Pancho Villa, cabrones, y la virgen de Guadalupe. Le rezan a uno y a otra, hacen sus propias novelas. Creen en ellas como usted y yo creemos en Babette […]. [Creen]en ángeles, demonios, crucificados y tantas cosas que nadie ha visto ni verá más que a través de las palabras; entonces no me explico por qué se resisten a entrar en mi biblioteca, por qué piensan que hay un abismo entre la vida y el papel"

Estación Tula, en mi opinión, no tiene el mismo encanto que las anteriores. En la historia un anciano recurre a un aspirante a escritor para dictarle sus memorias, desde el momento de su concepción, y el rechazo que despertó su nacimiento, al despertar de su amor y el deseo de ser alguien digno de la amada, un amor que el escritor trata de reproducir en su propia vida. Es una novela que se lee bien pero no está a la altura de otras obras del autor, posiblemente porque es anterior y se nota en que es menos compleja pero también más convencional y me dejó un regusto a incompleto.

domingo, 23 de abril de 2017

Día del libro

Hace siglos que no hablo de libros, no he leído al mismo ritmo que otras temporadas, pero eso no significa que no haya leído nada sino que algunos libros me han llegado a durar toda una semana, muchas veces porque me entraba sueño a las pocas páginas. Es algo que por desgracia me sucede con el maravilloso Chejov, del que House me regaló la colección completa de cuentos por Navidad y que alterno con otras lecturas. De todos modos llevo una racha demasiado perezosa: no escribo, leo menos y no tengo otra excusa mejor que la falta de ganas.

Con el tiempo que ha pasado no puedo acordarme de memoria de mis lecturas, lo que suelo hacer para luego hacer memoria es escribir una reseña en amazon (que usaré de chuleta para esta entrada). Me limitaré a lo leído en lo que va de año, aunque creo que hace más que no hablo de libros. Sin embargo, tendré algo de piedad y no me remontaré más allá.

Empezaré mencionando la trilogía del muchacho de Jón Kalman Stefánsson, un escritor islandés que ha ganado cierta relevancia, además de varios premios. Lo conocí gracias al blog "un libro al día", que como su propio nombre indica publica reseñas de libros a diario, sin centrarse en los bestsellers, sino en la literatura. Están escritos en islandés y los he comprado en inglés porque el precio era la mitad que en español, aunque en ambos idiomas la traducción hace honor al estilo casi poético del autor. Para no sobrecargar aún más esta entrada, hablo de los tres libros en otra.

Previamente a la trilogía le tocó el turno a una novela Herman Hesse que contribuyó en gran medida a que le concediesen el Nobel en 1946. Se trata de El juego de los abalorios, una historia futurista, en un ambiente de renuncia al mundo, sobre la pureza del espíritu a través del conocimiento, sin ambición personal ni tampoco en búsqueda de la gloria. El juego de los abalorios no es un juego sino un complejo sistema de meditación, síntesis, contraposición y asociación de ideas que aúna de manera universal música, matemáticas, astronomía y filología. La novela, escrita como biografía, es una reflexión sobre los principios que rigen la vida de cada uno, la sociedad, la cultura, la espiritualidad y la historia.
Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos.

Tu no eres como otras madres de Angelika Schrobsdorff fue una recomendación de la Señora, y ya se sabe que siempre hay que hacer caso a las madres. Else es una judía joven y romántica que decide romper con las tradiciones judías al enamorarse de un cristiano, religión que siempre la ha atraído más que la propia. Sus esquemas del matrimonio se rompen y decide disfrutar de la vida libremente, entre sus planes está la de tener un hijo de cada hombre que se enamore. Vive tan ajena como puede la situación política de Alemania sin creerse que los nazis duren en el poder. Cuando empieza la persecución de los judíos todo da un giro y se ve obligada a huir a Bulgaria. Allí conoce las estrecheces y los sacrificios, sus hijas crecen, la autora, de niña egoísta y consentida pasa a convertirse en una adolescente manipuladora aún más egoísta, quiere vivir el presente lo mejor posible después de lo pasado en la guerra. Un novelón muy interesante y bien escrito, en el que con los recuerdos e impresiones de la autora se mezclan cartas de la propia Else que ayudan a conocerla y apreciarla mejor.
"Else era, en un mundo de autoengaño, de disimulo y de hipocresía, tan auténtica y elemental como solo puede serlo una criatura de la naturaleza."

Metidos en la guerra, sigo con el tema. Zweig ha sido posiblemente el escritor que más he leído en estos meses. En El mundo de ayer, memorias de un europeo, la última obra del autor, justo antes de su suicidio en Brasil, Zweig cuenta cómo era Europa hasta la 2º GM. Narra sus memorias, su infancia en una buena familia austriaca a finales del siglo XIX, época en la que resalta la importancia de la vida cultural de la Viena de entonces, y habla de sus inquietudes académicas y sus preocupaciones ante los cambios previos a las guerras que se avecinaban, anticipa los acontecimientos que desembocaron en la segunda guerra con clarividencia, pero sin que le sea posible hacer nada por evitarlo. Además cuenta su amistad con todo un elenco de personajes relevantes tanto en la cultura como en la política, y hace breves retratos de carne y hueso de cada uno de ellos. Es un libro muy ameno y tremendamente informativo e interesante, para mi gusto uno de los mejores de Zweig.
"Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea".
Fueron esas memorias las que me llevaron a indagar más y al mundo de ayer le siguió El legado de Europa, un recopilatorio de reseñas y artículos de Zweig sobre diferentes personajes. Comienza con la biografía, algo más extensa que el resto, de Montaigne para luego pasar a hablar de sus contemporáneos. Es un buen complemento al Mundo de ayer.
"El verdadero respeto no debe ser miedoso"

Novela de ajedrez es una novela corta en la que Zweig hace una de las cosas que mejor le sale y que más consigue captar la atención del lector: rememorar en el presente una historia del pasado, en este caso un cautiverio por la Gestapo y una obsesión por el ajedrez. Eso, y una partida con un campeón mundial, hacen que resulte casi imposible despegar los ojos de las páginas.
"Ya no se trataba de dos rivales que quisieran medir en el juego sus propias fuerzas, eran ahora dos enemigos que se habían jurado aniquilarse mutuamente.."
Más flojita me resultó The post office girl, Christine, una joven cuya familia se ha empobrecido con la 1GM, se convierte en Cenicienta cuando sus tíos la invitan a pasar unos días con ellos en un hotel de lujo en Suiza, allí conoce otra vida, la que da la riqueza y el reconocimiento social. Sin embargo, el cuento termina de forma abrupta y debe regresar, pero no es la misma muchacha que antes de marcharse, ahora es consciente de la miseria que la rodea y no se ve capaz de soportarlo. Zweig es uno de los mejores escritores a la hora de reflejar la psicología y las emociones de sus personajes. Esta novela es un buen ejemplo, quizá el final parezca abierto, pero en realidad no lo es tanto.

Otra recomendación del blog de "unlibroaldía" fue "La puerta" de Magda Szabó. Sin duda libro muy bien escrito, pero con un ritmo muy lento que hace que resulte pesado y entren ganas da abandonarlo en su primer tercio, sin embargo conviene insistir porque, a partir de ahí, uno se involucra más con los personajes y se lee con más facilidad. El lenguaje no es complicado, los personajes sí. Emerenc es una mujer dueña de un gran magnetismo que afecta tanto a personas como a animales, es el centro del vecindario, sin ella nada funcionaría. La vida la ha castigado y eso le ha enseñado a ser dura, a controlar sus pasiones, a proteger su intimidad, pero sin embargo posee una bondad y un sentido de la justicia innatos que disculpan algunas de sus acciones. Magda, la narradora, es una mujer más inmadura, que intenta encasillar y comprender a Emerenc, algo que solo logra al final, cuando es tarde, y en parte por la culpa que su comportamiento le provoca. Es una novela excelente, pero no es uno de esos libros que pueden recomendarse a todo el mundo.
"Ella sostenía que todos esos personajes eran iguales, porque el poder está hecho para mandar y quien lo ambiciona, cualquiera que sea su ideología, y aunque diga representar los intereses de Emerenc, en el fondo lo único que quiere es mandar -no se sabe en nombre de qué potestad- sobre todos y a costa de todo; aparte de que el poder es opresor por naturaleza."

El blog de unlibroaldía también me descubrió a David Toscana, leí tres libros seguidos del autor mexicano (por lo que mejor lo comento en otra entrada). Del mismo blog salió Sí, de Thomas Bernhard, un libro hecho de un párrafo ininterrumpido de más de 120 páginas, cuya estructura contribuye a transmitir la sensación de agobio de su protagonista, que empieza la historia desahogándose en casa de su amigo y confidente Moritz para saltar, en una fuga de ideas en la que describe el lugar en el que reside y los motivos que le impulsaron a mudarse allí, a las emociones de la Persa, una mujer que al principio le salva de sí mismo, con la que se siente identificado ya que ambos comparten el mismo proceso autodestructivo. Es una narración neurótica y trepidante, en un ambiente abrumador, tenso, gris y húmedo, medio derruido como las vidas que describe. Te impacta y te deja sin aliento.
“Constantemente intentamos descubrir motivos ocultos y no avanzamos, sólo complicamos y trastornamos aún más lo que ya está suficientemente complicado y trastornado. Buscamos un culpable en nuestra estrella que, la mayoría de las veces, si somos sinceros, sólo podemos calificar de mala estrella. Cavilamos sobre lo que podríamos haber hecho de otra forma o mejor, y sobre lo que, posiblemente, no hubiéramos debido hacer, porque estamos condenados a ello, pero no conduce a nada”

Stories of your life and others, de Ted Chiang, es una colección interesantísima de relatos. Son historias muy originales, con planteamientos muy inteligentes que te hacen pensar, bien resueltas, bien escritas, imprevisibles y que te mantienen enganchado. El relato que da título al libro sirvió de base para la película Arrival (La llegada). Después de leer el libro la conclusión es que su autor es un genio.
Sabía que era insensato; los hombres con experiencia dicen, hay cuatro cosas que nunca vuelven: la palabra hablada, la flecha lanzada, la vida pasada y la oportunidad desperdiciada." 

Mencionar también a Marcel Schwob. Las vidas imaginarias son una colección de biografías breves que fácilmente podrían haber sido. La cruzada de los niños es una maravilla, cada capítulo está relatado por una voz diferente en la que se narran los diferentes episodios y la progresión de esa cruzada infantil, una suerte de flautista de Hamelin, abocada al fracaso y en la que no se pierde la esperanza de un milagro. Un libro breve, fácil de leer y con un estilo magnífico. Para disfrutar.

Martes con mi viejo profesor de Mitch Albom es una breve biografía sobre alguien entrañable, el profesor Morris, jubilado y enfermo de ELA, que imparte sus últimas clases desde casa mientras su cuerpo se consume. No obstante el cuerpo no es más que un cascarón, el espíritu sigue ahí y el profesor no permite que la enfermedad lo arrastre. Son lecciones sobre el sentido de la vida, los valores, el amor, la familia, el matrimonio, los amigos y el aprender a aceptarse y perdonarse, sin permitir que el arrepentimiento por el pasado repercuta en el futuro.
"A veces no eres capaz de creerte lo que ves, tienes que creer lo que sientes. Y si quieres que los demás lleguen a confiar en ti, también tú debes sentir que puedes confiar en ellos, aunque estés a oscuras. Aunque te estés cayendo."

No todas las recomendaciones del blog de unlibroaldía son un acierto, de hecho "El bar de las grandes esperanzas" de JR Moehringer no me convenció, en parte es culpa mía, no terminó de conectar con esa temática de varón adolescente inmaduro. Es una autobiografía, centrada durante la infancia más en la figura de la madre y en la nostalgia del padre, en la que luego, a partir de la edad legal, el bar pasa a cobrar protagonismo y a convertirse en una parte más de la caótica familia del autor. Sin embargo, el bar es más bien un refugio para escapar de la vida, sus dificultades, sus inseguridades, pero no es una solución, para eso hay que madurar, salir del cascarón, algo que al protagonista le cuesta. Es un universo masculino, de un muchacho no demasiado admirable, y en vías de acabar alcoholizado, al que le cuesta abrir los ojos (y que tras momentos de lucidez tiene tendencia a volverlos a cerrar). No está mal pero a ratos es desigual, con momentos un poco pesados y a veces dan ganas de sacudir al protagonista y gritarle que espabile.

No sé dónde oí hablar de Los palimpsestos de Aleksandra Lun, una novela de locos, literalmente, en la que un escritor polaco está encerrado en un manicomio belga por escribir una novela en antártico, motivo por el que ha sido perseguido y atacado en diversos lugares del mundo. En el manicomio encuentra a otros escritores que defienden la postura de escribir en otra lengua distinta a la materna, mientras la psiquiatra trata de convencerle de que eso no es correcto. Es original pero resulta algo repetitiva.

La caja de Bernit es un cuento de fantasía que leí para desconectar, se trata de una historia muy imaginativa, entretenida, con reminiscencias del Señor de los Anillos, también a Laura Gallego y algún personaje me recordó a la Historia del rey transparente de Rosa Montero. El principal fallo es el estilo, se lee bien, pero resulta demasiado básico.

En cuestión de cuentos, no hay nada mejor para iniciar a los peques en el amor por los libros y si el protagonista es el Dragón Coco el éxito está garantizado. Es una serie muy amplia y muy entretenida, incluso para los mayores, al Principito le encanta.

Pasaré por encima de otros libros, algunos bestsellers, que no me han convencido. El ruiseñor, de Kristin Hannah, es la historia de dos hermanas en la Francia ocupada. Es una historia de supervivencia y de resistencia durante la 2ª GM, Vianne debe cuidar de su familia y sobrellevar las duras condiciones de vida, para lograrlo no quiere mirar, pero no puede evitarlo. Isabelle, su hermana, más impulsiva, decide luchar por la libertad desde el principio y formar parte activa de la Resistencia. La trama es buena aunque el estilo de la narración deja algo que desear, es demasiado emocional, y no es que no haya emociones que contar, pero tanto a las emociones como a los personajes les faltan matices, todo es blanco y negro, extremo, sin escala de grises, sin profundizar. En La bibliotecaria de Auschwitz el autor ha querido plasmar toda la documentación de su trabajo de investigación y lo hace en forma de recuerdos que cortan la historia.

Me llamo Lucy Barton, de Elizabeth Strout, me pareció insulsa y totalmente prescindible. El ladrón de sueños, supuesto Finalista Premio Planeta de Verónica García-Peña, es un folletín con todos sus ingredientes (investigación, romance, locura, desapariciones, asesinatos y hasta fantasmas), para pasar el rato, con cierto aire gótico, entretenida y olvidable. Fácil de leer, previsible y sin nada especial. La felicidad es un té contigo, de Mamen Sanchez, es otro folletín aunque en este caso con tintes de caricatura, y habría estado bien si hubiese mantenido ese humor, el problema surge al abordar temas más serios, aunque quizá sea un buen guión para una película de Almodovar.

Con esto lo dejo, no sin felicitar y compadecer al pobre que haya aguantado mi rollo literario hasta el final. He sacado a David Toscana y a Jon Kalman Stefansson para dedicarles una entrada propia y aliviar un poco esta, no obstante aún es muy larga.

jueves, 13 de abril de 2017

Aceites cosméticos

Llevo tiempo queriendo escribir esta entrada, pero confieso que me daba pereza. Si pretendía hacerlo medio en condiciones antes debía recopilar y ordenar datos, no podía ponerme a hablar del tema desde mi ignorancia. Esta tarde no era mi intención sentarme a escribir el post, pero he encontrado una página que me ha facilitado bastante las cosas, así que aquí va un resumen.

Los aceites vegetales se pueden usar puros, unas gotas bastan, aunque otra opción es combinarlos con la crema de tratamiento habitual o con gel de aloe vera. Otra alternativa es aplicarlos como limpiadores y retirarlos después con un paño de microfibra humedecido en agua templada. No hay que confundirlos con los aceites esenciales o aromáticos, la mayoría extraídos de especias, cítricos y hierbas, muy usados en perfumería y aromaterapia y tan intensos que solo se precisan unas gotas. El uso cosmético de estos últimos ha de ser siempre en combinación porque, por sí solos, son irritantes.

Antes de usar aceites cosméticos hay que tener algunos factores en cuenta, sobre todo cuando la piel es sensible o se tienen antecedentes de acné. Es por ese motivo por lo que la composición en ácidos grasos es importante, no conviene abusar de las grasas ricas en ácido oleico (omega9) en las pieles acneicas, pero tampoco es un componente a desdeñar porque su capacidad de penetración es más alta, si la piel es seca hay que buscar un equilibrio entre la composición de ácido oleico/linoleico (omega6). Otro factor a tener en cuenta en caso de acné es el riesgo comedogénico que depende de la capacidad de cada aceite para obstruir los poros. Parece una aberración usar aceites en el acné, pero no hay que olvidar que, con frecuencia, son pieles maltratadas y la irritación agrava aún más el problema; es una piel que precisa cuidados especiales, se necesita regular la secreción de grasa, pero muchos tratamientos son tan agresivos que provocan un efecto rebote indeseado. En el acné hay un desequilibrio entre la secreción de ácido oleico y linoleico a favor de del primero por lo que un aceite podría compensar el problema. Lo difícil es averiguar cuál sería el mejor en cada caso.

En caso de pieles acneicas los aceites más adecuados serían el de semilla de cáñamo en pieles grasas y sensibles que, junto con el de semilla de uva (con vitamina E), es uno de los aceites más ricos en ácido linoleico y sin potencial comedogénico. Aclarar que el aceite de cáñamo no contiene cannabinoides (que se extraen de las flores), es un producto delicado, se estropea con facilidad y conviene guardarlo en nevera (o añadirle un poco de vitamina E para prolongar su vida). Si la piel es seca se prefiere el aceite de argán, que contiene una proporción equilibrada de ácido oleico y linoleico, pero no obstruye los poros y no provoca granos. Otra buena opción es el aceite de higo chumbo en pieles mixtas o sensibles, también útil para reducir las ojeras, y en pieles muy, muy secas se recomienda la manteca de karité porque, a pesar de su densidad, su índice comedogénico es nulo.

No todos los denominados aceites son tales, el de jojoba, por citar uno de los más frecuentes, es en realidad una cera, y su contenido en ácidos grasos es bajo, es también lo más parecido a la grasa que la piel produce naturalmente por lo que es ligero, bien tolerado y no comedogénico. Se indica en acné porque su uso habitual regula la secreción grasa de la piel, aunque no a todo el mundo le va bien. Es también un buen aceite para el pelo, en ese caso hay que poner solo unas gotas o no hay quien lo quite, yo prefiero untarlo antes de lavarlo, a modo de mascarilla, en el cabello húmedo, y me gusta mezclarlo con miel, que además ayuda a limpiarlo. El aceite de ricino se aconseja para el pelo, las cejas y las pestañas, aunque conviene suavizarlo con otros aceites más ligeros, como el de argán, porque es muy denso. Otros aceites que se recomiendan para uso capilar son el de coco, el de argán y el de cáñamo. Un truco cuando el pelo se queda un poco más graso, sobre todo en las raíces, es frotar agua micelar. Este también es un buen método para prolongar 1 o 2 días el tiempo entre lavados, da textura sin apelmazar y en el caso de cabellos rizados ayuda a recuperar el rizo (algo que no consigue el champú en seco). Los sprays de aguas termales también aportan textura y no ensucian el pelo como las lacas y las espumas.

El aceite de oliva y el de coco contienen gran cantidad de ácido oleico por lo que se recomiendan en pieles secas, pero no con acné, especialmente el de coco que tiene un alto índice comedogénico. Ambos me encantan para los pies, me los embadurno bien y los envuelvo en papel film de cocina que sujeto con unos calcetines hasta el momento de retirarlo en la ducha. El aceite de almendras es denso, rico en oleico, está indicado en pieles secas y sensibles o en masajes corporales. El aceite de aguacate también es rico en oleico, aporta firmeza y es un estupendo antiarrugas, algunas cremas de ojos con buena fama, como la de Kiehl's, contienen este aceite. Otros buenos aceites, pero no para todas las pieles, son el de linaza (útil en caso de eccema, con poco oléico y más linolénico, omega3, que linoléico) y el de marula (muy hidratante y nutritivo porque contiene más oleico). Ambos poseen capacidad comedogénica, el linolénico también obstruye los poros, así que hay que tener cierto cuidado, aunque cada piel reacciona de distinta manera. Estos dos últimos aceites se encuentran entre mis favoritos, no me irritan la piel sino que la calman al momento y el de linaza es de tacto seco, de hecho me ha sorprendido que se encuentre entre los peligrosos para el acné, desconocía lo de la comegenicidad del linolénico.

El aceite de rosa mosqueta posee propiedades cicatrizantes e incluso hay un preparado en parafarmacia, Repavar, al que le han añadido factores de crecimiento para potenciar esa característica. El aceite puro se puede usar como enjuague en heridas bucales y como coadyuvante en el tratamiento de la gingivitis. No es tóxico y no pasa nada si se traga. En el caso de los sangrados leves y repetidos de nariz funciona bien como preventivo. El aceite de tamanu es más denso, pero comparte efecto cicatrizante con el de rosa mosqueta y al parecer va especialmente bien en aplicación local en cicatrices de acné. El aceite de borraja contiene ácido Gammalinolénico con cualidades antiinflamatorias y se usa en pieles secas con problemas, como la psoriasis. También para pieles sensibles y con dermatitis o rosacea se cuentan el aceite de grosella y el de comino negro, el primero algo más denso pero agradable y bien tolerado. El aceite de frambuesa es rico en vitamina A, regenerante y antiarrugas,  y además su nivel de protección solar equivaldría a un factor 8. La Vitamina A, junto con la K, la C y la E están presente en el aceite de espino amarillo, un aceite anaranjado, calmante, que se emplea para curar heridas e incluso proteger de la irradiación. Otros aceites con protección solar natural serían el de baobab, antiarrugas, antiestrías y útil para domar el pelo, y el de salvado de arroz, antiarrugas. Todos los aceites de este párrafo poseen una baja comedogenicidad.

Tengo la sensación de que hay aceites de casi todo, incluso de semillas que no sabía que existían, si en los comentarios alguien quiere aportar su sabiduría al respecto, es bienvenido. No he encontrado aceite de plátano, con lo bien que va frotar el interior de la cáscara para calmar la piel. Las firmas de lujo han visto un filón en estos productos y algunas combinan varios aceites a precio de metales preciosos, es interesante leer la composición para hacerse una idea del coste real. No voy a negar que algunos son excelentes, el de Sisley de rosa negra es una delicia y el Elixir Premier Cru de Caudalie combina aceite y serum en un único producto, es un producto muy agradable, no comedogénico y contiene una buena cantidad de antioxidantes de efecto antiedad. No obstante, además de mucho más barato, me parece más interesante jugar a los boticarios y, con un frasco de cristal y un cuentagotas, preparar una mezcla personalizada.

Para intentar hacerlo más claro, os añado una tabla resumen, la fila superior refleja el índice comedogénico, y según eso qué aceites irían mejor para cada tipo de piel.