sábado, 31 de marzo de 2012

El Dr. Cositas

"The Scholar" Jessie Willcox Smith
Conocí al Dr. Cositas en la Facultad. No estudiábamos el mismo curso, sino que él era del año inmediatamente superior al mío. La razón de nuestro primer encuentro tuvo que ver con los incomprensibles galimatías que, a modo de clases, impartía un eminente investigador sobre su asignatura. Ni yo, ni ninguno de mis compañeros, eramos capaz de encontrarle ni pies ni cabeza a sus "explicaciones". Ni siquiera tras copiar sus palabras al pie de la letra, estas llegaban a cobrar sentido. Aún no sé la de veces que me pude leer el párrafo de mis apuntes sobre la radiación gamma mientras trataba de descifrar el misterio detrás de aquel lenguaje. El resto de los miembros de su Departamento no eran completamente ajenos a este problema. Con la intención de facilitar las cosas, algunos años antes habían publicado unos apuntes "oficiales". Los limitados ejemplares de aquella edición circulaban por el método de "mano a mano" entre los alumnos de un año para otro. Por este motivo, mi amiga Almu y yo nos plantamos en la puerta de los de segundo para abordar a un alma caritativa que nos prestase aquella buscadísima solución a nuestros problemas. La sonrisa del Dr. Cositas venció nuestras tímidas reticencias y fue el candidato al que abordamos. Por supuesto que nos prestó los apuntes aunque, fuera de eso, nuestra relación se limitó a intercambiar sonrisas y saludos por los pasillos.

Tras aprobar el MIR, me dediqué a recorrer los diversos hospitales para escoger dónde formarme en la especialidad que quería. Para mi sorpresa, volví a encontrarme con el Dr. Cositas que ejercía ya de residente. Hablé con él y aquella información me resultó mucho más valiosa que los dichosos apuntes (ni que decir tiene que tras aprobar no volví a pensar jamás en el origen cósmico de los Rayos Gamma). A partir de entonces cambiamos los saludos de la facultad por la actividad social de los cursos y los congresos.

Una vez conseguí el título le llegó el turno al periplo de encontrar trabajo. Mis comienzos en el mercado laboral rayaron la esclavitud. Finalmente conseguí un empleo en condiciones y coincidí, de nuevo, con el Dr. Cositas. Fue en base a nuestra relación diaria cuando le puse su apodo. Si se me acercaba con la frase: "Grumpy, una cosita..." ya sabía que, lo más fácil, es que esa cosita fuese la de encargarme del busca. Aunque era él el que se encargaba de encajar las guardias, daba prioridad a las preferencias de los demás y se olvidaba de tener en cuenta sus propios (y numerosísimos) compromisos. Esto le obligaba a cambiar, generalmente conmigo y a ultimísima hora, casi toda su programación. Aún así era imposible enfadarse con él, su permanente sonrisa de niño bueno te conquistaba y acallaba cualquier atisbo de protesta ante el inevitable reajuste.

Sus ocupaciones eran, casi a partes iguales, laborales y lúdicas. Si no tenía un viaje por un curso o un congreso, lo tenía por vacaciones o celebraciones con amigos. Recorrió el mundo de la Ceca a la Meca, sin importarle si tenía que pernoctar en un camping o en un hotel de lujo, según se terciase. Cualquier motivo era bueno para subirse a un avión y conocer nuevos lugares. Por desgracia, era tan meticuloso que tenía que dejar todo atado, y bien atado, antes de irse a cualquier lado, aunque eso le supusiese ocupar hasta el último segundo de su apretada agenda. A veces me preguntaba si dormía. Estoy segura de que había noches que no pegaba ojo. Hace dos años tenía que haber estado preparando el equipaje para sus vacaciones y no subido a su maldita moto mientras ultimaba sus "cositas pendientes". No se puede ni imaginar cuánto echo de menos su sonrisa.

viernes, 30 de marzo de 2012

Restaurante Los Sentidos (Linares)

Los Sentidos es casi tan de visita obligada cuando bajamos a Linares como el resto de los miembros de la familia. No es sólo el mejor restaurante de la provincia de Jaén, sino que puede competir con los madrileños con más renombre y salir victorioso de la comparación.

Está emplazado en una antigua casa de piedra del S. XIX en el nº 13 de la C/ Doctor, con un luminoso patio interior lleno de plantas, una bonita escalera con una barandilla de hierro y madera y amplias habitaciones con ventanales y balcones al exterior. Las mesas están dispuestas con amplitud y no te obligan a apartar el plato de la mesa del vecino. El servicio es muy correcto y siempre atento.

Aún así, lo mejor de todo es la comida, tanto en calidad como en cantidad. Lo que en Madrid se entiende por medias raciones en Linares se traduce por divisible entre cuatro, así que los platos los pueden traer al centro o servidos individualmente entre los comensales. Dada la magnitud de mi familia linarense además de escaparnos un día solos House y yo, nos sacrificamos y repetimos al día siguiente  en compañía de unos cuantos de mis primos lo que nos permitió probar más variedad de platos que, por descontado, compartimos entre varios.

La carta de vinos no es muy amplia aunque sí está bien escogida con representación de todas las zonas. El primer día escogimos un Peter Sisseck (un vino asequible de las bodegas del carísimo Pingus). Estaba delicioso. El segundo día nos fuimos a un Emilio Moro, más económico, del 2008 que también estaba muy bueno.

El aperitivo de la casa consistió en un "Chupito blanco": un vasito con yogur con aroma de cítricos, aceite de oliva y arenque ahumado. En dos palabras: impresionante, impresionante. Creo que por este y otro plato ganó el primer premio en el concurso de cocina con  aceite de oliva hace poco. (He encontrado la receta de ambos, pongo esta al final de este post y la otra la dejaré para otra entrada.)

Entre los primeros platos cabe destacar la mejor ensalada de pollo que he tomado nunca y que mantienen en la carta desde sus comienzos. Es una pechuga de pollo ahumada con la piel tostada y un poco caramelizada con un taco de cremoso queso de cabra, templado, sobre un mezclum de lechugas, semifrío de setas y boletus salteados con una reducción de Pedro Ximenez y vinagre balsámico. La combinación del sabor ahumado del pollo con el picante del queso de cabra, el dulzor de la reducción y el caliente del salteado con el pastel helado y la cremosidad de las setas con la lechuga crujiente es perfecta.

Otra excelente mezcla de sabores es la de los chopitos a la plancha con un poco de su tinta, sobre un lecho de fideuá de fideos finos con azafrán y jugo del propio chopito. El pulpo, en su punto de cocción, lo sirven con panceta asada, una crema de gachas "colorás" y un toque de curry. El sashimi de bacalao con una pizca de wasabi va preparado a modo de " remojón jienense" que es una ensalada de cubitos de naranja y cebolleta con aceite de oliva y aceitunas negras muy picadas. El arroz meloso de bogavante no está pasado y deshecho, como suele ocurrir, sino cocido en su punto, algo firme, y el caldo es sabroso, con sabor a marisco pero sin resultar agresivo. No es el kubak del Antojo de César pero también está muy rico. Las alcachofas salteadas con tiernísimas mollejas y jugo de carne estaban suaves y buenísimas.

Entre los segundos es preciso probar el tostón asado sobre cuarrécano. Asan el cochinillo durante un día entero, al vacío a baja temperatura, de modo que la carne se derrite al metérsela en la boca. Una vez terminada la cocción le pasan el soplete para dorar la piel y transformarla en una corteza crujiente. No me va el cerdo, pero siempre hay una excepción a la regla, y este me encantó. La paletilla de choto sigue un proceso similar de elaboración aunque, en mi opinión, el tostón es insuperable. También probamos los carabineros (que son mi marisco favorito y no puedo resistirme a ellos cuando los veo en carta). La verdad es que esos bichos, si son buenos, no necesitan nada para resultar deliciosos. Aquí los preparaban a la plancha, poco hechos, como me gustan a mí, con un fondo de gazpachuelo e hibisco. La presa ibérica también estaba estupenda, así como el rodaballo que pidió mi primo y las tradicionales habichuelas, judiones enormes y carnosos, estofadas con perdiz que escogió mi prima.

Los postres se merecen hacerles un buen hueco en el estómago. Las natillas heladas con galleta, avellanas garrapiñadas, cinta de azafrán y espumosa mousse con canela por encima son las mejores que he probado en ningún sitio. En esta visita probamos el plato de arroz con leche con costra caramelizada. Venía con helado de fresa, que no me va mucho, por lo que no me convenció la asociación. Lo catalogamos como una novedad que es susceptible de mejorar (les ofrecimos algunas ideas, ya que todo era tan perfecto que no podían tener algo que desmereciese justo al final). Lo que sí resultó brillante fue el helado de aceite de oliva con falsa torrija (en realidad una nube) de vainilla con canela, tan bueno que me encuentro en la tesitura de que no sabría si me quedaría con él o con mis natillas. No me va demasiado el "coulant" de chocolate, aunque los que lo han tomado allí en otras ocasiones dicen que es ligero y delicioso.

Está claro que repetiremos en nuestra próxima visita a la familia. Seguro que alguno nos acompaña. Aquí dejo la receta del aperitivo.


“Chupito Blanco” un aperitivo de yogurt al aceite de oliva virgen Extra Oro Bailén con huevas, arenque y cítricos.

Es una receta de muy fácil elaboración que, sin embargo, logra conquistar los paladares con la mezcla de sabores. El chef define esta receta como “un aperitivo muy diferente a lo visto hasta ahora y que da al yogurt una nueva función en la cocina, y en el que Oro Bailén consigue potenciar los sabores de cada ingrediente”.

Ingredientes
200 gr de yogurt natural
200 gr de aceite de oliva ORO BAILEN
1 limón
1 naranja
Huevas de arenque
Arenque
Hojas de menta

Elaboración
Para el yogurt, mezclamos suavemente el aceite Oliva Virgen Extra Oro Bailen, y el yogurt hasta obtener una crema homogénea, añadimos sal y dejamos en una manga para el montaje.
Para la menta crujiente, en un cazo con Aceite de Oliva Virgen Extra Oro Bailen a unos 180 g freímos unas hojas de menta y dejamos entre papel absorbente para el emplatado.
Para el puré de cítricos, ponemos 500 gr de azúcar con 500 gr de agua y llevamos a hervir le hacemos unos cortes al limón y a la naranja y lo introducimos en el almíbar y dejamos cocer suavemente durante 20 minutos, una vez cocidos dejamos enfriar y pasamos por un túrmix hasta obtener un puré.

Para el montaje.
En un vasito de yogurt montamos por capas: cubrimos el fondo con el puré cítrico, encima ponemos una capa de un dedo de la crema de yogurt, añadimos las hojas de menta crujientes, las huevas, un trocito de arenque y un chorreón de Aceite de Oliva Virgen Extra Oro Bailen.

jueves, 29 de marzo de 2012

El Hospital de los Marqueses de Linares

El Hospital de los Marqueses de Linares es un precioso edificio de ladrillo de aire neogótico, formado por tres naves con un patio interior en el centro y  rodeado de jardines. Tras el cese de su actividad asistencial, ha sido restaurado y transformado en un pequeño museo. Su visita supone un recorrido por la compleja historia política, social, económica y sanitaria tanto de España como de Linares durante la segunda mitad del siglo XIX, tan imbricadas estuvieron las vidas de los marqueses con los cambios de la época.

D. José de Murga y Reolid, hijo de ricos comerciantes y educado en el extranjero por lo que dominaba varios idiomas, contrajo matrimonio con Dª Josefa Osorio y Ortega, de origen humilde, en 1856. La diferente posición social de ambos contrayentes resultaba atípica para la época. Debido al apoyo que D. José  le dio a Amadeo I de Saboya, esté le otorgó en 1873 el título de Marqués de Linares en agradecimiento a sus servicios. La división de la sociedad española entre Borbones, carlistas, nacionalistas, socialistas y anarquistas provocó la abdicación del rey. Éste, tras tildar al país de "ingobernable", abandonó España en Enero 1873 y regresó a sus Italia natal. El suceso da lugar a la 1ª República que se extiende hasta el  pronunciamiento en Diciembre de 1874 del General Martínez Campos que, un año después reinstaura la monarquía de la mano de Alfonso XII. La temprana muerte del monarca y la corta edad de Alfonso XIII hacen que sea sucedido por su esposa, la regente Mª Cristina. Alfonso XIII es coronado en 1902, a la edad de 16 años.

Durante este periodo, España sufre un duro golpe económico al terminar de perder sus colonias en 1898. Posteriormente la Guerra Mundial, la huelga general y la impopular Guerra del Rif, generan un creciente malestar social con grandes tensiones políticas que propician el golpe de estado y el inicio en 1923 de la Dictadura de Primo de Ribera, apoyada por el rey.

Es en esta segunda mitad del S. XIX  cuando se descubre galena argentífera en Linares. Con la explotación de las minas llega una gran cantidad de inversión extranjera, se abren bancos, se construye el ferrocarril y se inaugura la estación de Linares en 1877. La población pasa de 7000 habitantes a 40000 en tan sólo 7 años. La sociedad linarense de entonces abarca desde los ricos aristócratas, los ingenieros burgueses, los comerciantes y una gran masa de trabajadores y paupérrimos mineros, muchos de ellos inmigrantes.

Dadas las penosas condiciones laborales en la mina, con una esperanza de vida para sus trabajadores que no superaba los 30 años, los Marqueses inician en 1890 el proyecto del Hospital. Ese año compran y ceden los terrenos para su construcción. Un Patronato formado por el Ayuntamiento y la Iglesia lleva a cabo el proyecto. Las obras se inician en 1905. El arquitecto inicial fue Francisco de Paula Casado, aunque el artífice final fue Arturo de Navascues. El edificio se termina en 1909 aunque, por diversas discrepancias, no es inaugurado hasta 1917.

En 1918 los cuerpos de los marqueses son trasladados desde Madrid para su reposo en la cripta. Es ésta la verdadera joya del museo. Fue obra de Lorenzo Collaut Valera y ganó la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1908.  El Mausoleo de los Marqueses, de influencias renacentistas, reproduce sus figuras talladas en mármol blanco, inmaculado, de alta calidad y adornado a su vez con esculturas de mármol y bronce, a modo de homenaje a la vida y obra de los marqueses. En la cabeza y los pies se recrean alegorías de la Fe, la Esperanza y la Caridad, mientras que las figuras de los laterales representan la atención piadosa a los enfermos y la labor educativa de los niños, tareas que preocupaban especialmente a la marquesa. Además de la cripta central, hay sendas capillas laterales decoradas por las esculturas de San José con el niño y de San Raimundo, vestido con su hábito. Ambas son también obra de Lorenzo Coullaut Valera. El techo es un precioso artesonado de madera labrada. Justo encima del Mausoleo luce una vidriera en forma de cruz que se corresponde con otra en el suelo de la capilla, desde la que se accede a la cripta. Esta capilla, que actualmente se usa como sala de congresos, está realizada en el estilo ecléctico de la época. La nave central abovedada, da paso a las laterales a través de arcos de medio punto, decorados con columnas y frisos de escayola pintados en tonos pastel. El altar reposa bajo una cúpula azul con estrellas doradas y se puede acceder al coro neogótico por una de las escaleras laterales. Allí se exponen algunas pinturas de Francisco Baños, entre otros artistas jienenses. El patrimonio litúrgico original de la capilla se exhibe en las primeras salas del museo.

Hay una zona del museo dedicada a recordar el funcionamiento del Hospital que ha estado en activo hasta 1980. Los enfermos ingresados eran cuidados por las Hermanas de la Caridad. Se muestra el material de la época, desde los instrumentos obstétricos para el parto hasta las placas de osteosíntesis para soldar los huesos rotos de los mineros. También hay material de botica, entre el que se incluye un curioso pildorero y un molde de supositorios.

Para terminar la visita hay una sala dedicada a Manolete, que murió allí el 29 de Agosto de 1947, a los 29 años de edad, tras la cogida por "Islero", el 5º toro de la tarde de la Feria de San Agustín. El Miura le ensartó en el momento en el que Manolete, tras una gran faena, le clavó el estoque. Torero y toro entraron a matar. Se expone el parte médico, que cotilleé por simple deformación profesional, y un poco de curiosidad. En él se describe una herida en el muslo de 5 cm de profundidad en el triángulo de Scarpa, a la altura del cayado de la safena que se extiende 20 cm lateralmente y 25 medial y superiormente y que destruye el paquete vasculonervioso femoral. Curiosamente, el informe médico sitúa el desgarro en el muslo derecho mientras que la noticia del periódico refiere la cogida en la pierna izquierda. Esta discrepancia me llamó la atención, pregunté pero no pudieron resolver mis dudas. He investigado en reportajes fotográficos de la corrida y me parece que es el médico el que lleva razón, es en la zona del muslo derecho donde le comprime su cuadrilla para cortar la hemorragia, al sacarle del ruedo.



miércoles, 28 de marzo de 2012

"¡Qué viene mi marido!"

El pasado fin de semana, el grupo de teatro "La Cabria", al que pertenece mi primo, estrenó la obra "¡Qué viene mi marido!", de Carlos Arniches, en el Teatro Cervantes de Linares. Es un grupo de actores aficionados, pero muy entregados a la labor, que ensayan a conciencia dos tardes por semana. Hacen de todo, desde restaurar los muebles del decorado hasta diseñar, dibujar e imprimir el cartel para anunciar el evento, tarea de la que se ocupa mi primo Juan (y que me sirve para ilustrar esta entrada). Era justo que acudiésemos a aplaudir todo su esfuerzo y, House y yo, aprovechamos la ocasión para hacer una visita a la familia.

Mi primo nos acogió en su casa y, pese al trajín y los nervios de última hora, hizo gala de su hospitalidad característica. La mañana del sábado le tocó madrugar para terminar de montar el escenario, solucionar los diversos problemas de los técnicos y llevar a cabo las últimas comprobaciones y retoques. No regresó hasta casi la hora de comer, tomó un tentempié y se echó una minisiesta aunque, lógicamente, fue incapaz de conciliar el sueño. House y yo nos quitamos de en medio durante ese rato y nos fuimos a disfrutar de la deliciosa cocina de "Los Sentidos".

A nuestra vuelta, le encontramos entregado a labores de plancha y costura. Como decía la tita Mercedes, el chiquillo es todo un primor y quería llevar todo el vestuario impecable. En una de las escenas debía entrar tras haber sido medio atropellado. Como nadie lo adivinaría por lo inmaculado de su camisa, un sombrero desfondado servía de prueba de su accidente. El pobre sacaba, ni más ni menos, que 4 camisas diferentes, y les dio un repaso a todas (está claro que no compartimos ese gen tan hacendoso).

La obra era a las 21h.  Allí estábamos House y yo, sentaditos y tranquilos en nuestros sitios a las nueve menos diez. Además de las chaquetas y los bolsos, eramos casi los únicos ocupantes de los asientos. El resto de la audiencia andaba repartida por los pasillos, entre una serie de corros. Se explicaba el porqué antes al teatro se lo conocía como "corral de comedias", claro que no debe de ser políticamente correcto comparar a los asistentes con gallos y gallinas, ni siquiera con otro tipo de aves. Apagaron las luces y, antes de levantar el telón, le pidieron al público que guardase silencio y desconectase el móvil. Por desgracia la mayoría hizo caso omiso de ambos requisitos. Algunos tuvieron la deferencia de sentarse antes de que diese comienzo la representación, otros esperaron a terminar su conversación hasta que salieron los actores, sin embargo, unos pocos continuaron con ella a lo largo de toda la obra. A los 15 minutos del primer acto sonó un móvil un par de filas por delante de nosotros. Lo cogió una señora que, en un despliegue de consideración hacia los actores, le informó a su interlocutor que "estaba en el teatro". Después, volvió a guardar el teléfono sin molestarse en desconectarlo ¿para qué?

Menos mal que, a última hora, los técnicos habían instalado micrófonos de ambiente distribuidos entre el atrezo. Hasta entonces, el grupo había ensayado sin ellos, a base de proyectar la voz. Algunos actores habían logrado tal éxito con los ejercicios de logopedia que podrían haber prescindido de cualquier tipo de altavoz. No era el caso de todos por lo que, al menos los de las últimas filas, seguro que agradecieron la amplificación. House y yo estábamos muy bien situados, centrados en la fila 5, y podríamos haber oído sin problemas cualquier sonido, si el resto del auditorio nos lo hubiese permitido. No fue el caso. Los de alrededor y, especialmente los de detrás, no pararon de hablar a un volumen audible hasta por los actores. Debían de ser duros de oído y, a pesar de los micrófonos, repetían las frases para confirmar que se habían enterado, aunque eso hacía que se perdiesen el final de los diálogos, al taparlos con su distendida cháchara de besugos sordos.

A pesar de la cuestionable colaboración del público, disfrutamos de la obra, y mucho. La pieza era muy entretenida, con momentos divertidísimos y las interpretaciones fueron verdaderamente estupendas. El grupo entero estuvo soberbio. Todos estaban muy metidos y más que creíbles en su papel. Su afán de realismo llegó a tales extremos como para sacrificarse a beber coñac de verdad cuando el personaje lo pedía, en lugar de sustituirlo por el consabido té. Ni que decir tiene que, el actor que encarnaba a Bermejo, terminó la obra sin poder conducir pero con muchos menos nervios que cuando la comenzó. Tanta profesionalidad fue ovacionada con un gran, y más que merecido, aplauso.

martes, 27 de marzo de 2012

"Por allí viene el padrino..."

Cuando era pequeña me sentía orgullosa de tener el mejor padrino del mundo. Recuerdo cuando íbamos al chalet de mis abuelos, en Aldea, y llegaba mi tío con su diminuto coche. Pese a no ser más que una cría, aquel auto me parecía una miniatura, por lo que supongo que debía de ser casi de juguete. Tenía unas puertas que se abrían raro, e incluso una chiquilla de unos dos o tres años, que era lo que yo contaba por entonces, notaba estrecheces en el interior de aquel vehículo. Cómo mi tío lograba mover piernas y brazos lo necesario para conducirlo es una incógnita. Supongo que, el que estuviese hecho un tirillas, ayudaba. Cuando llovía se veía obligado a subir los pies al salpicadero porque se inundaba el suelo. Llevaba un Calimero colgado en el retrovisor y, desde entonces, le tengo un cariño especial a ese dibujo que siempre asocio con él.

Aquellas mañanas me levantaba con la ilusión de jugar con mi tío. El chalet era pequeño y, en ocasiones, mi padrino tenía que dormir en el mueble cama del salón. Por supuesto que cuando yo amanecía él seguía en brazos de Morfeo. Tras un rato de espera (ya por entonces mi paciencia no estaba entre mis virtudes), me acercaba a su cama y le zarandeaba para espabilarle mientras le tildaba de "lirón". Teniendo en cuenta que el desayuno con mis abuelos solía tener lugar alrededor de las 9, no se podía considerar que al padrino se le pegasen en exceso las sábanas. Claro que yo aún no sabía leer un reloj y mi sensación era que el caballero dormía hasta el mediodía. 

Me gustaba que me tomase el pelo y que me cantase que "era la muñeca más hermosa". Él era mi padrino, el picarón que me guiñaba el "ojillo" y me robaba el corazón. 

¡FELIZ CUMPLEAÑOS PADRINO!

lunes, 26 de marzo de 2012

Despropósitos del incógnito

La polémica implantación de las máquinas suministradoras de boletos con la excusa de la "protección de datos", el bombardeo de sesiones informativas al respecto (esta semana hay "sólo" dos previstas), la tremenda facilidad con la que se solucionan los problemas que surgen y el oportuno momento escogido para su instauración, es una fuente casi inagotable de sarcásticas entradas para el blog. Alguna ventaja debían de tener.

Si se tiene en cuenta que los genios responsables de la idea parten de la premisa de que no se puede llamar al paciente por su nombre, se comprende que el resultado no puede ser más que un despropósito. ¿Por qué si no cuando se conoce a alguien se le pregunta cómo "se llama"? Lógicamente no es para evitar "llamarle" por ese nombre. No somos el único idioma con esa particularidad lingüistica. Los franceses usan el verbo "appeler" y los ingleses "call" tanto para indicar el nombre, como para reclamarle. La cosa llega más lejos y, supuestamente, nombrar y llamar son palabras sinónimas. Para corregir este desatino tendrán que reunirse los insignes Sres. de la Academia de la Lengua, crear un nuevo diccionario en el que dejen de serlo y que, por lo tanto, se ajuste mejor a los objetivos de la ley de protección de datos.

Anteriormente, cuando alguien no quería dar a conocer su verdadera identidad adoptaba un pseudónimo o se escondía tras el anonimato o el incógnito. Era una opción voluntaria. Tal y como están las cosas ahora, dentro de poco los bebés serán inscritos con un código de barras en el registro civil y el cura tendrá que llevar a cabo los bautizos bajo secreto de confesión. Los carteros, tras llevar cartas personales a sus destinatarios, deberán ser sometidos a un tratamiento amnésico que les borre la memoria. Los profesores no podrán pasar lista para confirmar la asistencia de los alumnos que, para colmo, son menores y, por tanto, necesitan incluso mayor protección. Tampoco será posible sacar documentos del colegio en los que figuren los datos de los chiquillos.

Mientras tanto cualquiera navegará por Internet y encontrará sin dificultad páginas de redes sociales con fotos e intimidades. Se chateará con amigos de la otra parte del globo, a los que nunca se ha visto. Se comprará cualquier cosa por Internet, se rellenarán encuestas y fichas personales. Las conversaciones telefónicas tendrán lugar en mitad de la calle, del autobús o del restaurante. Pero, si al cruzarse con un conocido, peor aún si se trata de un paciente, se le llama por su nombre, se estará incurriendo en un gravísimo atentado contra su intimidad.

domingo, 25 de marzo de 2012

LOOK AT YOURSELF AFTER WATCHING THIS



La actitud ante la adversidad marca la diferencia a la hora de aceptar las dificultades y enfrentarse a ellas. Este vídeo es el ejemplo perfecto para sacar lo positivo incluso de lo que parece que no lo tiene. Muestra cómo disfrutar cada segundo de la vida y es toda una inyección de optimismo. ¿Puede haber mejor medicina?

Por cierto, es una recomendación terapéutica de House.

sábado, 24 de marzo de 2012

The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore (2011)



Este corto es una maravilla y puede animar el día de cualquiera. Lo descubrí a través del blog  de "cosas que (me) pasan, que leo habitualmente, y dado que su argumento sobre la vida de los libros se ajusta a la perfección con mi idea de estos, decidí colgarlo en el mío. Espero que os guste.

viernes, 23 de marzo de 2012

Con las manos en la masa

Las mañanas en la granja estaban llenas de interrupciones. Aunque una tratase de encontrar un rincón escondido en el que dedicarse a la lectura, esto no resultaba sencillo. Si bien es cierto que las ramas de la higuera, o del naranjo, ofrecían un buen refugio, también presentaban el inconveniente de su incomodidad. Finalmente, acababa por situarme en el porche o en la era, debajo de la palmera, demasiado a la vista de todos. Solía ser la abstracción en la historia la que evitaba que me enterase de que me estaban llamando. 

Pese a mi concentración, todos los días hacía dos paradas obligatorias. Ambas venían precedidas por el sonido de los neumáticos por el camino de tierra y grava que daba acceso a la casa. Al llegar a la entrada, tocaban con insistencia el claxon. Lógicamente, aquello me hacía levantar la cabeza de las páginas y corría a la cocina para avisar que había llegado el lechero, o el panadero. El primero entraba cargado con una inmensa lechera de zinc y volcaba en las cazuelas la cantidad que mi abuela o mi tía le indicaban. Luego esa leche se hervía y dejaba una gruesa capa de nata en la superficie que se retiraba con facilidad antes de servirla, aunque, pese a ello, siempre se pasaba por un colador. Si la abuela iba a preparar natillas, la cantidad de leche requerida era mayor de lo habitual y eso me indicaba que debía estar pendiente de las actividades culinarias para que luego me permitiesen rebañar el cazo, aunque eso supusiera, con relativa frecuencia, tener que encargarme de darle vueltas a la mezcla hasta que se espesara. 

Para el pan  la tita solía dejar dicho cuántas barras quería. Cuando llegaba el fin de semana el número aumentaba, porque el panadero no trabajaba los domingos. Eran panes grandes, consistentes, de miga densa, sin llegar a ser candeal, y corteza más bien fina y poco crujiente. Conservaba bien su textura blanda y soportaba sin deshacerse las meriendas en las que mi abuela lo impregnaba del vino peleón que bebía mi abuelo, un Valdepeñas en botella de litro, para espolvorearlo luego con azúcar. Otras tardes lo untaba con el sabroso aceite de Canena. Resultaba excelente para las deliciosas torrijas que hacía mi tía Pepi y que, durante la Semana Santa, me hacían cambiar el porche por el patio, con su olor a jazmín. Desde ahí veía la progresión de su elaboración y, cuando calculaba que se habían templado lo suficiente como para poder probarlas sin abrasarse, entraba en su cocina como un perrillo en busca de migajas dulces. ¡De alguna manera había que subsistir desde el desayuno hasta la comida cerca de las 4 de la tarde!

Mi hermanísima está más que habituada a hacer pan de celiacos para mi sobrina y se agenció una máquina especial para ello. Claro que, como tiene que ser con harina especial sin gluten, no se puede contaminar con la de trigo así que, si se quiere pan casero y recién hecho, tiene que ser de la hogaza especial de mi sobrina. A la niña le encanta y, como es lógico, no quiere ningún otro. Está delicioso, especialmente cuando aún sigue caliente. Es un pan de molde, blando, esponjoso, suave y aromático.

Estas no son las recetas de su pan, aunque espero que la añada en los comentarios, sino de panes fáciles y cómodos de hacer, sin necesidad de enharinar las paredes de la cocina para su elaboración. Resultan muy útiles para apurar las deliciosas salsas de los guisos de Canena.  Son recetas de una de las auxiliares del hospital. No se trata de una de las Houdinis sino de otra que es un verdadero encanto. Lo que más me admira de ella no son sus habilidades culinarias, con las que nos deleita con frecuencia y de las que ya pondré más ejemplos en el blog, sino que, independientemente del ambiente y los eventos del día, siempre conserva la serenidad (y eso no es nada fácil).

PAN DE PICOS (con sorpresa)
400 gr harina del Día
200 gr agua tibia, desleír 50 gr levadura (2 piezas de la del Mercadona)
1 pizca sal
Relleno: el que se quiera (queso, bacon, nueces, pasas ...)
Mezclar en bol, reposar 20 min
Extender en papel de horno con forma pirámide alargada, hacer cortes con tijera en la arista superior aproximadamente cada 2 cm. Llevar los picos de los cortes en diagonal hacia los lados para darle un aspecto similar al de una trenza. Pintar con huevo batido.
Cocer 220º (precalentado ) unos 20 min.

Versión: PAN RELLENO
Esta misma masa de pan se puede extender con un rodillo hasta obtener una lámina más o menos rectangular. Se esparce entonces el relleno que se desee sobre la superficie, incluso se puede untar con paté o queso, para, a continuación, enrollarla a modo de brazo de gitano. Dejar reposar y, antes de hornear, pintar la hogaza con huevo batido. Queda muy bonito si se dibujan unas líneas en su superficie.
Cocer a 180º unos 40 minutos. 

PAN DE LECHE (se puede hacer con o sin relleno y también utilizarlo como base para las torrijas) En esta receta sí que se hace necesario enharinar un poco las superficies de la cocina.
Ingredientes
450 a 500 gr harina
250 cc leche
50 gr mantequilla
50 gr azúcar
30 gr levadura fresca de panadería
1 cucharadita de sal
Elaboración
En un bol amplio poner la leche, la mantequilla y el azúcar y calentar al microondas durante unos 3 minutos. Remover y desleír la levadura.
Mezclar la harina con la sal y agregarla, poco a poco, a la leche y amasar.
Formar una bola y estirar con un rodillo y rellenar al gusto. Enrollar sobre sí mismo y poner sobre un papel de horno. Dibujar unas marcas, a modo de rebanadas, en la superficie. 
Dejar leudar aproximadamente una hora (doblará su volumen). 
Pintar con huevo o leche. 
Precalentar el horno y cocer a 180º de 25 a 30 minutos. 

jueves, 22 de marzo de 2012

La jungla urbana

Desde hace meses los boquetes por las carreteras proliferan por doquier. No ha sido un año de nevadas ni heladas que justifiquen las grietas en las calles sino que, el problema reside en la pésima calidad de las obras públicas.

Recuerdo cuando viajé con mi padre por Alemania. Corría el año 1985. En aquella excursión nos recorrimos de cabo a rabo la que por entonces era la República Federal. Primero fuimos de Oeste a Este y luego de Sur a Norte. Las autopistas no tenían límite de velocidad y los deportivos volaban por el carril de la izquierda, mientras mi progenitor le metía caña al 1430 familiar comprado de segunda mano en el 75 y que, sólo llevaba encima los kilómetros de los viajes casi mensuales a Linares, desde Zaragoza, Valladolid y Madrid, más los itinerarios turísticos del verano entre los que se incluían un recorrido Madrid-Polonia y un circuito intensivo por ese país. El pobre coche cambió de manos ese mismo año y pasó a la propiedad de mis tíos, a quienes sirvió con fidelidad gracias a la ayuda de pinzas con las que se sujetaban las ventanas y un tarugo de madera que evitaba que se destensase el freno de mano. Unos años después se jubiló definitivamente y fue estudiado, a modo de Chitty chitty Bang bang, por los estudiantes de Mecánica del Instituto Politécnico de Linares. No me quiero ni imaginar lo que encontrarían en su motor.

En aquel viaje por tierras "bárbaras" nos cruzábamos, muy de vez en cuando, con una zona en obras. Sorprendentemente no se formaba un atasco de dos horas, como ocurre aquí. En esos tramos veíamos cómo reconstruían a conciencia aquellas carreteras. Para empezar ponían una base de adoquines, a modo de calzada romana y, sobre esos firmes cimientos, vertían el asfalto.

En España lo que se ve en las autovías en construcción es una apisonadora que alisa un camino de tierra, antes de cubrirlo con una capa finísima del asfalto de rigor, de la calidad más baja permitida. Los agujeros no se reparan sino que se rellenan de arena y se pintan de negro y, luego, se cruzan los dedos para que no llueva durante la consolidación del precario recubrimiento. Lógicamente, el remiendo se vuelve a abrir, en el mismo sitio, en pocos meses (y eso porque últimamente dura algo más gracias a la sequía). Debe de ser por los factores meteorológicos por lo que este año, el Ministerio de Obras Públicas ha decidido olvidarse de los socavones de las calzadas. Si una no quiere dejarse las ruedas en el trayecto, más vale que se conozca el camino y que, además se fije bien en cada giro porque, incluso, se corre el riesgo de terminar con el vehículo atrapado en el agujero y es que, algunas zanjas podrían albergar en sus profundidades a cualquier fiera salvaje.

La verdad es que conducir por Madrid se ha convertido en una auténtica aventura. A veces no me extraña que los hombres se vistan con ropa de hábito cinegético y se monten en el todoterreno con las botas de montar. Uno no sabe cuando va a tener que utilizar la tracción a las 4 ruedas y si puede necesitar salir a caballo de algún atolladero (nunca a galope no sea que le detecte algún radar con afán recaudatorio). Estoy segura además de que, la escopeta, es una excelente arma disuasoria para evitar la limpieza de cristales de rigor en cada semáforo.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Primeros recuerdos de infancia

Baby hugging bunny- Diana Evans
Son curiosos los primeros recuerdos. No tienen una continuidad sino que son meros retazos. No obstante, resultan tan vivos como si hubiesen ocurrido ayer mismo, aunque hayan transcurrido 40 años. No tengo memoria de mi época canadiense, salvo por referencias, ya que regresamos a España antes de nacer hermanísima, con la que me llevo menos de año y medio. Mis primeros recuerdos se remontan por tanto al tiempo en que nació hermanísima y en el que vivíamos en el piso de Alonso Cano. Como era muy pequeña, mi vida transcurría a ras de suelo y, supongo que es por eso, por lo que me acuerdo tan bien de la preciosa tarima de madera reluciente, casi bruñida, de aquella casa. Sé que la habitación donde dormíamos hermanísima y yo estaba enfrente de la de nuestros padres, porque algunas mañanas del fin de semana nos íbamos allí a ver si nos dejaban jugar en su cama un rato con ellos. Hacíamos una tienda que nos cubría las cabezas con las sábanas y mi padre nos hacía cosquillas que nos hacían removernos de la risa.

Cuando me tocó la fase de terrores nocturnos, recuerdo levantarme una noche toda esperanzada con la idea de refugiarme bajo la protección de mis progenitores. Les expliqué mi sueño: mi cama flotaba en medio del universo mientras viajaba entre "estrellitas" que subían y bajaban a mi alrededor a gran velocidad. Las veía tanto con los ojos abiertos como cerrados. No les debió de parecer un sueño los suficientemente aterrador y me enviaron de vuelta a mi dormitorio con la recomendación de que me protegiese hermanísima, que contaba con un año de edad y roncaba feliz y tranquila en su cuna, al lado de mi cama. El universo se transformó momentáneamente en un océano, con la sensación de estar sumergida entre extrañas ballenas y aún más extraños tiburones y monstruos marinos. Aquel mar me asustó mucho menos que la idea de errar perdida en el universo. Hermanísima seguía felizmente dormida entre los peces, por lo que no supuso un gran apoyo. El sueño de las estrellitas fue mi pesadilla recurrente durante la infancia. Descubrí que si agarraba mi osa rosa de peluche, me tranquilizaba.

En aquella casa teníamos una vecina  un par de años mayor y que, a esa tierna edad, me parecía toda una adulta. Vivía un par de pisos por debajo del nuestro y en un cumpleaños le regalaron un tocadiscos, de color amarillo que me impresionó cuando nos lo enseñó. Es otro de esos retazos que conforman mi memoria de esa época, supongo que porque me pareció un regalo de "mayor".

Había una farmacia en nuestra calle, con una cruz verde que me llamaba la atención. Me fijé por primera vez en ella una tarde de verano, mientras paseábamos. Yo llevaba puesto un mono sin mangas y de pantalón corto, de una tela como de toalla, fina y aterciopelada, con una cremallera de metal en la parte delantera con una arandela para subirla y bajarla. Me encantaba aquel mono, era comodísimo y, en mi opinión, su precioso color azul-verdoso aguamarina, que vuelve a llevarse esta temporada, me parecía de lo más favorecedor. Me sentía feliz vestida con él.

No se me olvida el miedo que pasé el día que me pusieron la vacuna de la viruela. Nos llevó mi padre, así que pensé que debía de tratarse de algo importante. Iba de su mano y casi volaba sobre el suelo. Mi progenitor siempre ha caminado a buen ritmo y, el tener agarrado a un chiquillo, lo único que suponía es que el niño tenía que correr. Cuando llegamos allí oí como un crío daba alaridos detrás de la puerta cerrada. Lógicamente, el sonido me tranquilizó mucho, no obstante, la figura paterna me imponía demasiado como para atreverme a emitir ni media queja. Entré a continuación, sin aliento tras la carrera y temblando de la cabeza a los pies. Vi cómo pasaban sobre una llama azul una gran aguja, larga y negra. Me la acercaron. Pensé que me quemaría pero la mirada de mi padre bastó para que no me moviese. Me rasparon con ella la piel, aunque no lo asocio con ningún tipo de dolor. No sé si el miedo me tenía paralizada e insensibilizada. A partir de ahí se terminan las imágenes y el nudo del estómago.

"Snow White" Gustav Tenggren
Me acuerdo de la primera vez que fui al cine. Era una sala que estaba cerca de casa. La película era Blancanieves. La imagen de la bruja perseguida por los enanitos hasta despeñarla me sobrecogió y se me grabó en las retinas. Recuerdo la sensación de terror, inmóvil en el asiento, boquiabierta (ese gesto era propio en mí), totalmente abstraída por la escena. Deseaba que alcanzasen a la bruja pero, al mismo tiempo me daba miedo que lo consiguieran. La malvada madrastra lanzaba rayos para destruir a los enanitos y, quién sabe, qué podría hacerles si la atrapaban. Aún puedo ver en pantalla grande la caída por el precipicio, arrastrada entre las rocas, iluminada por los relámpagos y rodeada por la capa negra. Recuerdo la mezcla de alivio y espanto que me invadió entonces. Después de aquello, al pasar por el cine, siempre me fijaba en el gran cartel que anunciaba la película que exhibían. La siguiente que vi fue Fantasía. Por entonces no me gustó. Nadie me había explicado que se trataba tan sólo de una animación basada en la música, así que me pareció que la trama no tenía un hilo conductor con el que seguir la historia. Después de la emocionante Blancanieves mi opinión crítica de Fantasía fue que era un rollo. Como secuela de aquello, durante muchos años tuve encima de la cama un póster de la película con Blancanieves en brazos del príncipe. Es innegable que, esa imagen, tuvo una gran influencia en mis expectativas románticas.


martes, 20 de marzo de 2012

Altruismo

Un paciente me comentó hace poco que los médicos somos unos altruistas. Lo que no se figuraba, ni de lejos, es hasta que punto puede llegar ese nivel de desprendimiento.

Al terminar la residencia, las oportunidades laborales no estaban en su mejor momento. La situación coleaba desde hacía unos años por lo que había lista de espera para conseguir un puesto de trabajo. La solución llegó en forma de "contratos de guardia". En realidad no era más que un eufemismo de denominar a una forma solapada de pseudo-esclavitud.  En este tipo de puesto se remuneraban exclusivamente las guardias, pero eso no significaba que se trabajase sólo esas horas sino que, además, se realizaba la jornada laboral habitual sin cobrar nada por ella y, sin tan siquiera, estar bajo el amparo de la Seguridad Social. Todos los meses había que firmar ocho altas y bajas de la susodicha Seguridad Social, correspondientes a las fechas de las guardias, mientras que, el resto del mes, se trabajaba con la promesa de regularizar la situación tan pronto como fuese posible. Con semejante chollo, y con idiotas que se prestasen a él, lo único que ocurrió es que las plantillas aumentaron a costa de esclavos. El número de horas semanal de cada uno de estos médicos superaba siempre las 70 y, para más inri, sin vacaciones, ya que estas no se retribuían. La alternativa consistía en juntar las guardias en una quincena para poder pedir libre la otra.

Tras más de dos años de filantropía llegó el momento de la rebelión. Los esclavos se unieron. La dirección sacó los dientes y muchos se acobardaron. Para los que siguieron adelante, el Estado se remitió a la Historia y, al igual que acabó con Espartaco, también hizo todo lo posible por deshacerse de los que reclamaban justicia. Se les declaró "personae non gratae". Afortunadamente, la civilización de las leyes y el título de ciudadanos, incluso para los parias, evitaron su completa crucifixión.

Lo que el Estado sí parece dispuesto a liquidar es el Sistema Sanitario actual. Este se mantiene gracias a que los médicos españoles tienen, con diferencia, los sueldos más bajos de toda Europa. Los políticos se escudan en la premisa de que "el paciente no tiene la culpa". Tienen razón. El problema es que son los galenos los que pagan, económica y laboralmente, esa "presunta inocencia" de los usuarios.

La medicina, mientras tanto, supone un gasto considerable que se ve aumentado gracias a la magnifica gestión de algunas mentes privilegiadas que, en tiempos de crisis, invierten en la primera memez que se les ocurre. Por ello, si al resto de los funcionarios les van a aumentar las horas de trabajo, a los médicos, directamente, les van a aplicar una bajada de sueldo en lugar de un ajuste de horario. Claro que, si se tienen en cuenta las guardias, los quirófanos que se alargan (porque no vas a cerrar a un paciente a las 3 de la tarde porque se ha terminado la jornada, sino que, si se prolonga una hora, pues son 60 minutos que se le regalan al Estado, al menos por parte del cirujano), las sesiones clínicas, las agendas llenas de citas duplicadas y el tiempo invertido en estudiar, revisar casos y preparar "actividad científica", el horario de los médicos supera, con creces y desde hace mucho tiempo, las horas estrictamente establecidas.

Esta claro que lo que se esconde detrás de todo esto es que los políticos, entre otras carencias, no saben cómo financiar el sistema sanitario universal y pretenden imputar su fracaso a los médicos. Por eso tensarán la cuerda hasta que se rompa y, cuando tengan que instaurar el famoso copago, los responsables serán, como siempre, los facultativos. Dispondrán de la excusa perfecta porque, ya se sabe que "el médico, sí que tiene la culpa".

lunes, 19 de marzo de 2012

"¡VIVA LA PEPA!"

Durante nuestro último verano en Cádiz, hace ya un par de años, se estaban ultimando los detalles para celebrar el 200 cumpleaños de "La Pepa". 

En la época de la invasión francesa, uno de los últimos reductos que quedaba pendiente de conquistar fue, precisamente, Cádiz. El 24 de Septiembre de 1810 se abrieron las Cortes en la Isla de León, en la bahía de Cádiz. De ahí se trasladaron, poco después, al oratorio de San Felipe Neri. 

Las Cortes de Cádiz, integradas por una gran parte de la intelectualidad española contaban además con representantes de todos y cada uno de los países de latinoamérica que conformaban el estado español. Escribieron una Constitución Liberal que rechazaba a los franceses y sometía el poder del rey al refrendo de las Cortes (pasando de una Monarquía Absoluta a una Constitucional). Su promulgación se retrasó, ex profeso,  hasta el día de San José, como "regalo" de onomástica a José I, el rey intruso impuesto por Napoleón. El grito ¡Viva La Pepa! salió a relucir desde entonces en los subsiguientes enfrentamientos con los franceses. 

La Pepa fue la primera constitución española que estableció la soberanía popular, la división de poderes, la libertad de expresión y la libertad de imprenta.  Además, incluyó en su definición de ciudadanos españoles no solo a los europeos y sus descendientes americanos, sino también a las castas y a los indígenas de los territorios de América, lo que se tradujo en su gran relevancia para las nacientes legislaciones americanas.

Fernando VII, a su regresó a España en 1814, derogó la Constitución para recuperar el régimen de Monarquía Absoluta. Sin embargo en 1820 hubo de jurarla y la  Pepa estuvo en vigor hasta 1823, inicio de la Decada Ominosa (1823-1833), en la que el rey recurrió a los franceses, los Cien Mil Hijos de San Luis, para evitar tener que gobernar sometido al dictamen de la Constitución. En 1836, La Pepa entró de nuevo en vigor mientras se preparaba la nueva Constitución de 1837.  

También hoy es el día del padre y, evidentemente, el de San José, de ahí el nombre de la famosa Constitución. ¡Felicidades papá!  ¡Felicidades a todos los Josés, Josefas, Pepes, Titón, MJ ! y, este año especialmente, ¡Vivan las Pepas!

domingo, 18 de marzo de 2012

Calvin & Hobbes

Calvin y Hobbes es una tira cómica creada en 1985 por Bill Waterman. El nombre de sus personajes está inspirado por  Calvino, el reformador francés del S. XVI,  y por el filósofo inglés Thomas Hobbes, autor de Leviatan. Calvin es un niño de 6 años que cree que, Hobbes, su tigre de peluche, es real, aunque el resto del mundo lo vea de otra manera. Bajo un prisma infantil aborda cuestiones filosóficas y culturales, con referencias que van desde el Quijote a Nietzsche, pasando por Picasso. Dejó de publicarse el 31 de Diciembre de 1995. Este es un vídeo recopilatorio estupendo (sacado de YouTube) de algunos de sus momentos más tiernos y divertidos.

Visitas guiadas "Ars radiografitas 8.0"


Han empezado las visitas guiadas de la Exposición Ars Radiografitas.

Hoy Domingo 18 a las 11:00h habrá una nueva visita, abierta al público en general.

A lo largo del periodo previsto para la exhibición se realizará este tipo de actividad, guiada por el mismísimo Javier Comas. Está destinada a todo tipo de colectivos, desde alumnos de secundaria hasta grupos de la Tercera edad.

Para Javier es una actividad muy gratificante y es que, según sus palabras, de las miradas de los demás, el artista extrae mucho jugo para el presente y para el futuro.

sábado, 17 de marzo de 2012

WRECKING CREW ORCHESTRA

Un curioso vídeo recomendado por House. Requiere un poco de paciencia los primeros segundos.

viernes, 16 de marzo de 2012

¡Felicidades ciclón!

Vimos por primera vez al ciclón cuando apenas contaba con unas horas de vida. Desde el instante en que el bebé cruzó su mirada con la del Dr. House, este dictaminó que, aquella criatura, era muy lista. Lo que no quedó claro en esos momentos era el abuso que iba a hacer de esa cualidad.

La naturaleza es sabia y tiende al equilibrio. Para compensar el carácter introvertido de su hermana mayor, la pequeña siempre ha sido una zalamera. Una ojeada seductora a su víctima, acompañada de un par de sonrisas, y ya tenía al adulto de turno en el bolsillo. Profesores de guardería, parvulario, hermanísima y demás educadores quedaban desarmados ante su innato poder de conquista y, el ciclón, se salía con la suya sin dificultad. Su sentido de la justicia y las reglas difiere mucho del de sobrinísima, así como su sentido práctico y su optimismo. Si la primera es Quijote para la que todos los escollos son gigantes molinos, esta es Sancha con su desarmante lógica y sus recursos para salir a flote, y generalmente beneficiada, de sus múltiples diabluras.

Al igual que los personajes de Cervantes, ambas son inseparables. Claro que, como hermanas, tienen que marcar su territorio, lo que dadas las diferencias de carácter de ambas y la "flexibilidad" que muestran en sus opiniones, llega en ocasiones poner a prueba el instinto maternal de hermanísima. ¡No saben la suerte que tienen ambas de haber caído en el protectorado de esa casa! Claro que, fomentar la independencia también es recomendable, al menos de vez en cuando.

Me tiemblan las rodillas cuando pienso en la adolescencia a la que le falta, poco o nada, por entrar. Creo que, entre la prometedora situación que se plantea en la Sanidad y la peliaguda perspectiva familiar, voy a imitar a mi sabia hermanita y emigraré durante los años en los que coincidan ambas sobrinas en esa fase.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES CICLÓN!


jueves, 15 de marzo de 2012

BOMBONES "ANTOJO"

Nuestro "Antojo" ha puesto fin a su andadura culinaria pero, durante esta, nos ha  llenado de deliciosos recuerdos que ya hacen que lo echemos mucho de menos. Lo conocimos casi desde el momento en el que abrió. Nos llevó allí Pablo, nuestro amigo chef, con el que entablamos amistad gracias a nuestro apego a sus habilidades, lo que nos convirtió en asiduos a su local, mientras lo tuvo.

Antojo se convirtió en nuestro restaurante de cabecera y, César y Cristina, el matrimonio propietario, con funciones de chef el uno y jefa de sala y sumiller la otra, pasaron a engrosar nuestra lista de amigos. Gracias a Cristina catamos una serie de vinos poco conocidos pero sin nada que envidiar a otros con renombre: "Matsu el viejo" D.O Toro, Cojón de Gato (con ese nombre porque es el tipo de uva con el que se elabora), "De Bardos (Ars Suprema)" 2005 Ribera del Duero, "La Celia" de Argentina con la tradicional uva Malbec, y el Oporto LBV de Noval, para mi gusto el mejor de los LBV.

Las raíces de César venían de su formación en Viridiana con Abraham García, de donde pasó a los famosos arroces de Casa Benigna, de ahí a su colaboración con Pablo y, por supuesto, no hay que olvidarse de sus orígenes en su pueblo salmantino de Vitigudino, del que nos ofrecía muestras de sus embutidos más tradicionales. Con una cocina de mercado, tradicional y renovada, con toques mejicanos en ocasiones y asiáticos en otras, la carta cambiaba en cada estación o incluso con mayor frecuencia, según los deseos de César. Desde el principio conservaron dos platos: los ravioli de gallina en pepitoria con lascas de parmesano y crema de acederas. Más que ravioli se asemejaban a un dim-sum de cremosa, fina y suave pasta rellena de un guiso picado y jugoso de gallina con el contraste del intenso sabor del parmesano y el crujiente de unas almendras laminadas. El otro postre que, por suerte para mí, no se apeó de la carta fue el bombón de haba tonka que aunque venía con fruta de la pasión, como sabían que no me gustaba (no suelo dejar lugar a dudas en mis declaraciones), me lo ofrecían sólo o con diversas innovaciones. Mi favorita era la combinación con helado de Idiazabal, elaborado por César: el bombón denso de chocolate con el sabroso helado me recordaba en cierto modo a una chocolate cheesecake, aunque muy mejorada.

Mi gran favorito, y que se prolongó en la carta durante un par de temporadas, era el kubak de langosta cubana. Los trozos de langosta eran grandes y carnosos y su combinación con el, ligeramente crujiente, arroz era insuperable. El arroz desecado, con aspecto de pequeñas palomitas, venía extendido en una fuente de hierro sobre la que César volcaba el caldo hirviendo antes de taparla de nuevo para dejarlo reposar unos minutos mientras se rehidrataba. Semejante textura la conseguía horneando, a muy baja temperatura y durante horas, el arroz previamente cocido. Ya sólo quedaba preparar el caldo, muy ligero, para evitar que convirtiese el plato en algo grumoso y pesado.

El pastel de batata y yuca con caviar de oricios y salsa alioli de aji rocoto era otro de mis favoritos. Tras cocer la batata y la yuca las ponía en un molde y, una vez habían tomado cuerpo, cortaba una sección que marcaba en la plancha para templarla y añadirle un marco más tostado y crujiente. El picante del aji y el sabor a mar de los oricios daban el contrapunto perfecto a los suaves y dulces tubérculos.

Otro plato buenísimo era el tartar de atún rojo con gamba blanca. Muy sencillo en su aliño, el secreto estaba en la calidad de sus ingredientes. El pez mantequilla lo descubrí allí, acompañado por salsa de soja y crema de almendras. Me encantó. Inolvidables los tacos con mole verde, las costillas de cordero con aromas del Magreb, el conejo escabechado en nido de pasta árabe, el calamar de potera relleno, las vieiras vuelta y vuelta con gelatinoso morro de ternera que House solía pedir, el gazpacho en su punto, el pastel de cocido en tres vuelcos y su pan casero de aceite. En un cumpleaños me preparó el mejor arroz negro que he probado nunca, aunque sólo en versión aperitivo por lo que me quedé con ganas de más. Tendré que esperar para que me lo haga de nuevo. De momento, César y Cristina han iniciado otra aventura. Algunos de sus platos se podrán degustar en La Parra, en la C/ Monte Esquinza, 34 y en Mui, un local de tapas renovadas en la C/ la Ballesta, 4 donde César va a hacer de asesor. En una de nuestras últimas visitas al Antojo, Cristina me proporcionó la receta de unos deliciosos bombones (no los de haba tonka pero estos no desmerecen en absoluto) que transcribo a continuación.


BOMBONES “ANTOJO”

Fundir al baño María 125 gr chocolate negro con 50 gr mantequilla.

Mezclar: 25 gr almendra molida, 1 cucharada de vino dulce tipo PX, 1 yema huevo.

En una cubitera, de las de hacer hielo, poner una capa de base de chocolate y, encima, una cucharadita de la mezcla de yema.

Enfriar un poco antes de cubrir con el resto de chocolate.

Esperar a que se enfríe por completo antes de desmoldar y servir.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Las 7 virtudes capitales


En vista de que los pecados capitales se pueden considerar, en cierto modo, instintos antisociales, una no puede menos que preguntarse sobre cuáles serían las virtudes capitales de un Estado de Utopía.

La sensatez debiera ser, posiblemente, la primera de la lista. Requiere un mínimo de inteligencia aunque, no siempre, ambas cualidades sigan una relación lineal, ni siquiera tienen una proporción directa. Hay grandes insensatos con un elevado CI, que utilizan su mente superior para llevar a cabo sus disparatadas ideas. Claro que, de algunos de estos, surgieron muchos y muy útiles inventos.

La fidelidad es esencial. Este concepto no se limita a la vida en pareja, sino que se extiende a todos los círculos del que la detenta y, no sólo eso, sino que además implica que éste se rige por unos principios estables, al igual que ocurre con su escala de valores. Su sola presencia genera confianza.

La honestidad está en íntima relación con lo anterior. Decir la verdad, sin engaños, suele ser una buena política para manejarse por la vida (pese a que los políticos no apliquen esta máxima). La sinceridad siempre se agradece, aunque también hay que aprender a contar determinadas verdades de manera que no se genere un daño al que se le dicen. En Medicina hay casos en los que el paciente no desea saber y no te pregunta pero, si lo hace, tengo muy claro que, por dura que sea, debo contarle la realidad de su situación. A fin de cuentas es su vida y tiene todo el derecho a saberlo y, no sólo eso, sino que, en caso necesario, dispone de un tiempo precioso en el que arreglar sus asuntos.

La templanza es, en mi opinión, la más difícil de lograr. Hay afortunados que hacen gala de un temperamento tranquilo desde su más tierna infancia, sin embargo, la mayoría saltan con facilidad ante cualquier contratiempo. Poner al mal tiempo buena cara y mantener la calma en todo momento requiere un inmenso autocontrol,  además de constancia en el empeño.

La tolerancia es fundamental. No siempre todo puede ser del agrado de todo el mundo. Cuando uno se encuentra con alguien con ideas rádicalmente opuestas a las propias, no tiene que rechazarlas como equivocadas o falsas. Quién sabe si, los distintos argumentos, pueden ampliar las miras de ambos y que, de ese modo, acaben por ver las cosas desde varios puntos de vista.  Ponerse en el lugar del otro y no hacerles a los demás lo que no deseas que te hagan a ti es, indudablemente, la mejor práctica social que se me ocurre. Al tener que convivir dentro del ámbito de la sociedad, la educación, el respeto, el civismo y las buenas maneras se podrían incluir en este término. No se puede avasallar al resto y tratar de imponerse. Uno no se siente mejor después de agredir a los que le rodean. Las malas formas sólo dan lugar a complicaciones.

La capacidad de decisión, de tirar hacia delante, sin abrumarse ante las dudas, es otra gran virtud. Para ello no es necesario ejercer de líder. Simplemente, esa fortaleza, supone un pilar en el que el entorno se puede apoyar cuando es necesario.

La generosidad, no sólo en grandes gestos, sino en los pequeños detalles del día a día: saber ver al que se tiene al lado, preocuparse por hacerle la vida más fácil, resulta, con frecuencia, una hazaña mucho más complicada que la de percatarse de la existencia de un gran problema y volcarse en su solución. Sin embargo, la influencia en las rutinas diarias tiene un impacto mucho más duradero que la gloria puntual de cualquier heroicidad.

Disfrutar de lo que se tiene, ser feliz con ello, y desear hacer felices a los demás, es lo más importante en mi opinión. Las cosas pueden torcerse o uno encontrarse envuelto en situaciones que habría deseado evitar y contra las que se ve impotente. En esos casos, saber ver lo bueno que hay alrededor es lo que verdaderamente ayuda a mantenerse cuerdo y a flote.

Definitivamente me queda mucho por mejorar.

martes, 13 de marzo de 2012

Los 7 ¿pecados? capitales

Vivir dentro del ámbito de la sociedad conlleva la necesidad de ceder ante los demás. Durante siglos, la religión, en cualquiera de sus modalidades, desde los chamanes y mágicos curanderos de las primitivas tribus hasta los grandes Papas del catolicismo, se ha servido del miedo a lo desconocido y a los misterios del "más allá" para crear una serie de reglas con las que controlar a sus miembros. Durante largos periodos el poder ostentado por la Iglesia ha sido más de índole político que místico. Sirvan de claro ejemplo los Estados Pontificios, con sus Borgia y sus Medici, la "Santa" Inquisisión y el cardenal Richelieu, entre otros muchos.

La mejor manera que la Iglesia encontró para elaborar leyes que rigiesen el comportamiento del hombre fue tratar de abolir sus instintos animales primarios. Los etiquetó de pecados capitales y les asignó el castigo de arder en las eternas llamas del infierno. Los herejes y las brujas no tenían que esperar tanto, ya se encargaba el Inquisidor de quemarlos antes de que que alcanzasen el mundo de Hades.

Al desglosarlos y estudiarlos con detenimiento se observa que, la "avaricia", es la base de la economía de cualquier estado. La diferencia entre capitalismo y comunismo consiste en que, en el primero, es el afán de los ricos por tener más lo que mueve el dinero y, en el segundo caso, son los pobres los que quieren tener lo de los ricos, para lo cual "distribuyen" los bienes de estos, no muy equitativamente que se diga. El problema surge cuando no queda nada más que repartir, porque ya han acaparado todo. Está claro que, en el primer caso, la cosa funciona mejor por un motivo muy sencillo: la "envidia", que logra que uno se esfuerce por superar al vecino.  La "soberbia" es lo que le hace lucir lo conseguido y pasárselo por delante de las narices al resto. De este modo, también estimula al susodicho vecino a envidiarle y cerrar el círculo.

La "pereza" es una situación de bienestar en estado puro. Básicamente se trata de disfrutar de no tener obligaciones y descansar. Al parecer, sí que está permitido caer en este tipo de tentación durante las vacaciones, independientemente de lo largas que éstas sean. Los judíos, en una muestra de inteligencia, en vez de catalogarla como un pecado, la impusieron como una obligación con el Sabbath. Está claro que resulta paradójico que, lo que es pecado en una religión constituya un mandato en otra que, para más inri, tiene el mismo Dios (aunque sin hijo). La "gula" es otro que tal baila, se tolera para las festividades de índole religiosa. En el mismo Sabath uno se pone tibio en la cena, así como en las celebraciones relacionadas con la Pascua (en la que se escoge el lechal en su mejor momento) y, cómo no, la Navidad. Cocinar bien y con gusto es una virtud, por lo que, lógicamente, comerse lo preparado, no puede ser ningún vicio.

La "lujuria" deja de ser pecado cuando el sexo tiene lugar dentro del matrimonio. Claramente esta es una regla derivada de la sociedad y de la familia. Está en los genes de todos los animales el instinto de perpetuar la especie y, los humanos, de momento que se sepa, somos tan animales como el resto. A veces incluso más, sobre todo si nos dejamos dominar por la "ira", que es un pecado en el que es fácil caer y del que uno se arrepiente cuando se deja llevar más allá de los límites del civismo. Dentro de estos límites, conviene tener algo de genio que, además de proporcionar un buen empujón de adrenalina con el que sobrevivir, también evita el que se caiga víctima de los atropellos de los avariciosos.

Por este post, y algún otro, habría terminado condenada de la hoguera hace unos siglos. Actualmente creo que sólo me arriesgo a la excomunión.

lunes, 12 de marzo de 2012

Presentación de la colección de Max Mara

Hace unos días recibí una invitación para asistir a la presentación de la colección de primavera de Max Mara. Nunca había asistido a uno de estos eventos, me sentía en cierto modo como una intrusa ya que no soy una gran cliente de esta marca, no porque no me guste sino porque, el precio, no es como para permitirse caprichos con regularidad. La calidad, diseño, corte y costura es excelente y son un gran fondo de armario pero, como ya comenté en otro post, mi fondo ha invadido el frente y no tengo espacio, ni tan siquiera virtual, en el que guardarlo. Afortunadamente son prendas clásicas que no pasan de moda, y las telas no pierden lustre con el tiempo. Son una apuesta segura para ir elegante y a tono en cualquier ocasión.

Como ese día hacía una tarde preciosa y con una temperatura estupenda, decidí irme a dar una vuelta. Un poco antes de la hora del desfile me pasé por Max Mara para ver la colección y el ambiente. La tienda, ya de por sí muy bonita, con sus tres amplias plantas, acristaladas y luminosas, estaba de gala y con el personal al completo. Además habían instalado una barra con camareros de esmoquin en la que te invitaban a la bebida de tu elección. Agradecí un vaso de agua tras la caminata.

Me encontré con Yolanda, la dependiente a la que suelo recurrir cuando voy por allí. Me encanta su trato y su sinceridad: no intenta venderte algo si ve que no te está bien o no va contigo, sino que te lo dice sin engañarte. Este asesoramiento se agradece especialmente cuando se va sola, como suele ser mi caso, y se escoge algo diferente a la línea habitual, que en ocasiones supone un acierto y, en otras, no es más que un disfraz. Me acompañó durante mi recorrido, a lo largo del cual la tienda se fue llenando de señoras muy bien arregladas y con la piel aún más estirada que las telas de sus impecables trajes. Capté fragmentos de algunas conversaciones con entonación nasal y cuidada, el botox no les permitía gesticular mucho, del estilo: "¿Te acuerdas? Esto lo vimos en NY" o "Este vestido podría irme bien para una cena en la embajada". Yolanda me comentó que tenían 200 personas confirmadas, más lo que apareciese sin previo aviso. Como estrategia de marketing me pareció estupenda: clientes habituales u ocasionales, con lo que ya se sabe que les atrae el estilo de la firma, reunidas en un desfile informal, con la atención casi personalizada de las dependientes dispuestas a satisfacer los caprichos de las asistentes de postín (y también los de las wannabes).

La colección, dentro del estilo clásico característico de esta firma, me pareció muy elegante aunque, quizás, algo convencional. Las gabardinas (que desde hace unos años se llaman trench) son estupendas. Me encantó una, muy original, con el talle ligeramente alto, falda algo abullonada (casi entre vestido-gabardina), con un aire sesentero, bicolor y reversible (con detalles en negro por el lado claro y en crema por el oscuro), con capucha, de la línea juvenil Sportmax (en la planta baja). Parecía recién salida de una película de Audrey Hepburn. Lo que no me convenció fue la etiqueta con el precio y, ese, es un factor determinante.

En la primera planta se exponía la línea weekend. Según me explico Yolanda, esta temporada se ha cuidado más el diseño de esta sección. Las clásicas camisas masculinas se han renovado con detalles femeninos: lunares, canesús, pinzas y jaretas que las suavizan para hacerlas más favorecedoras. La ropa vaquera es sencilla y limpia, sin desteñidos ni historias. Me gustaron unos pantalones con pequeños cuadros vichy en blanco y negro. El aire marinero, para los que se van ahora de crucero y sienten que deben ataviarse como expertos patrones de barco, destacaba en camisetas de rayas, vestidos ligeros en punto de seda, jerseys con amplias franjas y chaquetas azules y blancas. Por supuesto el naranja, imprescindible esta primavera, también tenía su hueco entre los vestidos, cazadoras y bolsos.

En el piso de arriba se exhibía la colección Max Mara propiamente dicha. El pret a porter es más arreglado que en Weekend, con trajes de chaqueta, en blanco y en negro, y vestidos de cocktail. La parte dedicada a celebraciones y fiestas estaba compuesta por vestidos vaporosos en colores vibrantes, naranjas y esmeralda, además de, por supuesto, en los apagados tonos maquillaje, de moda desde que a Dª Letizia se le ocurrió llevar uno a una boda real y, tan discretos, que favorecen a muy pocas.

Poco después de las 19h, las modelos hicieron su aparición estelar. Caminaban despacio, entre el público desperdigado por la tienda mientras mostraban la ropa y los complementos. Me gustaron un par de vestidos blancos, uno troquelado y otro de líneas sencillas, casi como una túnica algo trapezoidal. Claro que luego hay que contar con cómo le quedaría a una y, posiblemente, en mí, parecería un sayo y no un elegante y sobrio vestido. Además de las modelos, también desfilaban los camareros, aunque estos lucían bandejas con bebidas y apetecibles canapés: jamón, sushi, foie, etc. Para lo ricos que estaban, tardaban en agotarse y los pobres hombres tenían que realizar varias pasadas. Lógico, la mayoría de las que estaban allí llevaban a dieta, de esa que consiste en no comer, desde su adolescencia.

No me quedé hasta el final. Al irme, me acompañaron y me despidieron en la puerta con amabilidad. Además, en agradecimiento a mi asistencia, me obsequiaron con un catálogo y una bolsa-cesta ideal para la piscina. Estaré al tanto para la próxima.


Evento Michal Negrin

El Próximo Sabado 17 de Marzo se efectuará un nuevo evento de Venta especial en el Hotel Catalonia Goya (C/Goya, 49) de 10h a 20h.




domingo, 11 de marzo de 2012

Románticas amatistas

Amatista- Alfons Mucha
Cuenta la leyenda clásica que Dionisio, se prendó de Amathystos, una bellísima doncella que deseaba permanecer casta. Artemisa, para protegerla de los ataques del dios, la transformó en una cristalina estatua de cuarzo. A modo de disculpa, el dios vertió lágrimas de vino sobre la hermosa figura que se tiñó de matices violáceos.

Esta gema se considera un antídoto contra la embriaguez y, se dice, que ayuda a preservar la cordura ante el alcohol. En el Antiguo Egipto se utilizaba en joyas y tallas. Su casto origen hizo que en la Edad Media fuese adoptada por la iglesia cristiana como símbolo de la sabiduría divina y de renuncia a los bienes terrenales .

Actualmente, la amastista representa un gran vínculo entre dos personas. Normalmente esto se limita a desear hacer un bonito regalo a alguien a quien se aprecia pero, en el caso de una de mis amigas, la historia que rodea a esta piedra es digna de la leyenda.

Todo ocurrió en una boda. Para asistir a la ceremonia, mi amiga se compró un vestido en tonos azules y, cuando me lo enseñó, le comenté lo bien que podría combinar con mi gargantilla de amatistas. Se la llevé, se  probó el conjunto y le encantó. Tanto el vestido como el collar le sentaban a la perfección y mi amiga, que de por sí es muy vistosa, estaba realmente guapísima.

Desde hacía tiempo, el novio del día le insistía en presentarle a uno de sus primos. Escarmentada tras relaciones a las que les faltaba "algo", ella se mostraba algo reticente al plan de emparejamiento concertado. Sin embargo, en una boda, tras la novia es el marido el que manda y, al final de la noche, el recién estrenado esposo se salió con la suya. Los llevó al uno junto al otro y, tras la pertinente introducción, les dejó que se las arreglasen solos mientras él regresaba con el resto de invitados. La frase escogida del candidato para romper el hielo de aquella encerrona fue precisamente: "¡Qué bonito collar de amatistas!" Las muestras de admiración siempre son un buen comienzo y, a partir de ahí, ambos continuaron la conversación durante horas. El encuentro se repitió a los pocos días. Tenían tantos puntos e inquietudes en común, que las charlas se extendieron a lo largo de los siguientes meses. Algo más de un año después, bajo el encanto de un luminoso día en la dorada Salamanca, la historia culminó en boda.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS!