"The Scholar" Jessie Willcox Smith |
Tras aprobar el MIR, me dediqué a recorrer los diversos hospitales para escoger dónde formarme en la especialidad que quería. Para mi sorpresa, volví a encontrarme con el Dr. Cositas que ejercía ya de residente. Hablé con él y aquella información me resultó mucho más valiosa que los dichosos apuntes (ni que decir tiene que tras aprobar no volví a pensar jamás en el origen cósmico de los Rayos Gamma). A partir de entonces cambiamos los saludos de la facultad por la actividad social de los cursos y los congresos.
Una vez conseguí el título le llegó el turno al periplo de encontrar trabajo. Mis comienzos en el mercado laboral rayaron la esclavitud. Finalmente conseguí un empleo en condiciones y coincidí, de nuevo, con el Dr. Cositas. Fue en base a nuestra relación diaria cuando le puse su apodo. Si se me acercaba con la frase: "Grumpy, una cosita..." ya sabía que, lo más fácil, es que esa cosita fuese la de encargarme del busca. Aunque era él el que se encargaba de encajar las guardias, daba prioridad a las preferencias de los demás y se olvidaba de tener en cuenta sus propios (y numerosísimos) compromisos. Esto le obligaba a cambiar, generalmente conmigo y a ultimísima hora, casi toda su programación. Aún así era imposible enfadarse con él, su permanente sonrisa de niño bueno te conquistaba y acallaba cualquier atisbo de protesta ante el inevitable reajuste.
Sus ocupaciones eran, casi a partes iguales, laborales y lúdicas. Si no tenía un viaje por un curso o un congreso, lo tenía por vacaciones o celebraciones con amigos. Recorrió el mundo de la Ceca a la Meca, sin importarle si tenía que pernoctar en un camping o en un hotel de lujo, según se terciase. Cualquier motivo era bueno para subirse a un avión y conocer nuevos lugares. Por desgracia, era tan meticuloso que tenía que dejar todo atado, y bien atado, antes de irse a cualquier lado, aunque eso le supusiese ocupar hasta el último segundo de su apretada agenda. A veces me preguntaba si dormía. Estoy segura de que había noches que no pegaba ojo. Hace dos años tenía que haber estado preparando el equipaje para sus vacaciones y no subido a su maldita moto mientras ultimaba sus "cositas pendientes". No se puede ni imaginar cuánto echo de menos su sonrisa.
3 comentarios:
Yo sólo le conocí brevemente cuando iba al hospi. De todas formas lo que sé seguro es que dejó un gran vacío en el hospital y en tu alma. Yo también lo sentí mucho, recuerdo tu dolor desde Linares.Mucho ánimo que seguro que el sigue viajando por sitios mejores.
Todavía está por pasar un día en el que no haya un instante en el que aparezca Carlitos con su sonrisa por la consulta, por el quirófano, de la mano de un paciente, de alguna (muchas) anécdotas de viajes, cursos, congresos..
Como tú, y me consta que otr@s, sigo echándole de menos. Como dice tu hermana, seguro que sigue con sus cositas y sus viajes allá donde esté.
Aun tengo una pequeña foto suya en el negatoscopio de la consulta,que mis adorables compañeros aceptaron sin reservas desde la fatídica noticia. Creo firmemente que ,cada día, me da fuerzas,"desde el ángulo inferior izquierdo del negatoscopio" para afrontar con una sonrisa como la suya, los pacientes con acufenos que el manejaba tan bien y que , a muchos, nos suponen un galimatías difícil de solucionar....
Me siento orgullosa de haberle conocido y haber trabajado con el, incluidas sus cositas...
Gracias Sol, por darnos esta oportunidad...
Marta
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