sábado, 31 de diciembre de 2011

Saturday Post: OPTIMISMO

Escribo este post mientras escucho a otro optimista, Louis Armstrong, cantar "What a Wonderful World". Me siento afortunada por mi naturaleza optimista. Sé que, por su culpa, me entusiasmo, en ocasiones en exceso, por las cosas que me interesan, pero la verdad es que ese problema no me importa demasiado porque, al mismo tiempo, es un factor que contribuye al goce que obtengo con ellas.

Ventajas de ser optimista: se disfruta de cualquier situación, por peliaguda que pueda resultar. Con mi mentalidad de cuento de hadas, siempre pienso que las cosas van a acabar bien. Si tengo razón en mis previsiones me alegro por partida triple: la primera en la etapa de anticipación, la segunda por el final feliz y, finalmente, y no por ello menos importante, por el mero hecho de tener razón. Si me equivoco, siempre me queda el agradable recuerdo de la primera fase de esperanza.

Sin embargo, los pesimistas, negativos o, como ellos se denominan en un alarde de humor, "realistas" (ni que decir tiene que dicha valoración no es compartida habitualmente por el resto de la humanidad), no obtienen el mismo tipo de placer de las situaciones, sino más bien todo lo contrario. De hecho, su actitud, con frecuencia, se traduce en disgusto. Si tienen razón disfrutan del recochineo infantil del "ya te lo dije", pero se han perdido la ilusión ante la incertidumbre del optimista y de hecho, en esa fase están tan apesadumbrados ante los temores que ensombrecen su futuro que, al final terminan exhaustos y hundidos en la miseria y, lo que es peor, sin capacidad de reacción ante el cumplimiento de sus predicciones. El optimista, incluso ante hechos consumados, no termina nunca de perder la esperanza, lo lógico para él es que todo se arregle. Si el pesimista se equivoca en sus vaticinios, se alegra en el instante en el que todo se resuelve satisfactoriamente pero, por otro lado, se pierde el glorioso momento de construir castillos en el aire y, por supuesto, el de tener razón.

Por supuesto que casi todo tiene su lado bueno y su lado malo y, dependiendo del cristal con el que se mire, uno puede ver más una faceta u otra del asunto. Según el planteamiento vital uno afronta el reto con afán de superación o se frustra ante las adversidades. Por eso no es buena idea meterse en el quirófano con la idea de todo lo que puede salir mal en la cabeza. Es conveniente disfrutar del proceso y no agotarse mentalmente innecesariamente para que, en el caso que surja alguna complicación, no ser superado por el agobio que conlleva y estar en condiciones de enfrentarse a ellas.

Nada mejor para despedirse de este año que una de las canciones más felicidad transmiten:
¡FELIZ SALIDA Y ENTRADA DE AÑO!

viernes, 30 de diciembre de 2011

SOPA DE PAVO


Esta sopa es para aprovechar los restos del pavo. Es una versión original, sabrosa y ligera, ideal para  compensar los excesos de las fiestas. Ha sido además comprobada y aprobada por nuestro chef navideño.

SOPA ASIÁTICA DE PAVO

INGREDIENTES
Especias: 2 cucharaditas curry
1 litro aprox. de caldo casero de pavo o comprado de pollo.
1 puñado de cebolletas (sólo la parte verde), picadas
Un trozo (5cm aprox.) de jengibre, cortado en rodajas y machacado con la hoja de un cuchillo. Si no se es amigo del jengibre se puede sustituir por hierba limón.
1 cucharadita de azúcar moreno.
1 cucharada grande de salsa asiática de pescado (o salsa de ostras en su defecto, más fácil de encontrar).
250 gr.  de sobras de pavo, en tiras.
1 puñado (60g aprox.) de fideos de celofán, fideos de hilos de soja o fideos secos de arroz.
OPCIONAL (según gustos y preferencias)
Medio vaso de leche de coco (aunque la hace menos light, también le da una textura muy suave al tiempo que combina de maravilla con el curry)
De 1 a 2 tazas de col rizada, picada en trozos de bocado (se puede sustituir por otra verdura)
1 y ½ cucharadas grandes de cilantro picado para guarnición (una buena idea es que se lo sirva cada comensal, porque el cilantro no es algo que le guste a todos).
1 y ½ cucharadas grandes de cebolletas picadas ( la parte blanca) para guarnición.
Salsa picante Sriracha u otra salsa picante
1/2 lima, cortada en secciones

ELABORACIÓN
Calentar una sartén a fuego moderado. Tostar suavemente las especias hasta liberar su aroma y transferir inmediatamente a un cuenco para no quemarlas.
Añadir las especias tostadas al caldo con las cebolletas, jengibre, azúcar moreno y salsa de pescado. Pasar a una cazuela grande y poner a fuego fuerte. En el punto de ebullición, reducir el calor a moderado-bajo y dejar a fuego lento durante 20 minutos, espumando la superficie con frecuencia.

Probar. Rectificar de azúcar o salsa de pescado si fuera necesario. Colar la sopa y desechar los sólidos. Añadir la leche de coco (si se quiere) y la col rizada. Cocinar durante 1 ó 2 minutos más antes de retirar del fuego. Fuera de este, añadir el pavo y los fideos. Dejar reposar durante unos 5 minutos mientras se ablandan.

Repartir uniformemente la col rizada, el pavo y los fideos entre los boles al servirla. En la mesa, aderezar con la lima y guarnir con el cilantro y la cebolleta.

jueves, 29 de diciembre de 2011

La interpretación de los sueños

¿Por qué surgen los sueños premonitorios? Al carecer de fe, estoy convencida de que detrás de ellos existe algún tipo de explicación lógica que no tiene relación con ninguna extraña conexión espiritual con la persona en cuestión. Seguro que hay algún detalle que el subconsciente detecta y que nuestro cerebro saca a la superficie cuando dormimos.

En mi caso, la afectada por mis profecías es una de mis amigas. Si aún viviésemos en la Edad Media, habría tenido sobradas razones para mandarme a la hoguera. En dos ocasiones he soñado que estaba embarazada. En ninguna de las dos ella conocía aún la noticia y, en ambas, resultó ser cierta. Soñé con que se tenía que coger una baja por algo poco importante, y así fue. También soñé con el parto de su hija y me presenté antes que nadie en el paritorio para verla. En realidad estos sueños tienen poco de proféticos porque, a fin de cuentas, se presentan ante hechos consumados, lo que refuerza mi idea de que es la mente la que percibe el cambio, aunque la conciencia no reciba esta información.

También tengo claro que, cuando duermo, en mi cabeza afloran mis deseos, mis miedos y mis inseguridades. Me encantan en los que soy capaz de volar, aunque lo haga como si nadase en el aire. También en los que tengo dotes para el ballet clásico y me puedo pasar noches en danza. Sin embargo, canto tan mal y soy tan consciente de mis limitaciones en ese aspecto, que soy incapaz hasta de soñar con ello. Si lloro, el sueño pierde el color y mi llanto se transforma en lluvia gris y torrencial. Aún me persigue el agobio de los exámenes en los que me había dejado el estudio para los días previos. La misma ansiedad me ataca cuando tratan sobre exponer una lección de forma oral. Sin embargo, me relaja operar en sueños. He paseado descalza sin pretenderlo y, hace poco, tuve uno en el que salía a la calle sin ropa y en el que recorría tranquilamente una ciudad a caballo entre Linares y Ginebra antes de percatarme de mi situación. Al darme cuenta, reaccioné metiéndome en la primera tienda que encontré, y que aún no estaba abierta, y me cubrí con lo primero que saqué de una cesta.

 Me tranquilizan los sueños en los que los muertos vienen a despedirse y me sostienen la mano hasta que siento la presión de su tacto o, en los que me abrazan y me consuelan. Los besos son perfectos en sueños y las historias románticas dignas del mejor Wilder. Si sufro algún disgusto antes de acostarme, éste aflorará y dormiré intranquila y, al levantarme, mi enfado se habrá transformado en preocupación. En "Mujercitas" Marmie le recomienda a Jo cuando esta discute con Amy: "no dejes que el sol se ponga sobre tu enfado". Si lo que pretendo es un sueño reparador, no hay mejor consejo en mi caso.

Sueño con viajes, sin necesidad de pasar por los aeropuertos. Visito lugares en los que ya he estado. A veces los mezclo entre sí y en ocasiones me invento el destino. Vuelvo a la casa en la que vivía en mi infancia y, por supuesto, sueño con la granja y todas sus naves. Comparto sueños con mi familia e incluso con los pacientes, especialmente los oncológicos. Conozco a personajes famosos y los desconocidos suelen intercambiarse por uno o varios conocidos durante el desarrollo de la historia. Recreo instantes de las películas y de los libros, por lo que no es conveniente que sean de miedo o me despertaré miles de veces para esconderme entre las sabanas y, de paso, comprobaré que el Dr. House está a mi lado para protegerme de los demonios. Claro que si me muevo demasiado puedo terminar escuchando alguna frase, no demasiado cariñosa y poco tranquilizadora, que a al mañana siguiente no recordará haber emitido.

Si hubiese podido escoger, sin duda habría preferido conocer de antemano los números de la lotería pero, pese a que me gustan las matemáticas, no debe de ser posible tener el mismo tipo de percepción subconsciente con los juegos de azar. No soy de las que cree que todo está predeterminado, aunque sí que es cierto que hay veces que no puedo evitar pensar que el mundo es un pañuelo y que, hay determinadas situaciones, que se enlazan entre sí de un modo insospechado.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Brujas guía

Pin-up de Elvgren
Aunque de vez en cuando escriba algún cuento eso no significa que crea en las brujas. Es cierto que, cuando estoy inspirada, los personajes de las historias cobran vida propia y se convierten en seres reales dentro de mi imaginación. En algunos momentos, la abstracción es tan intensa, que desearía que la magia formase parte del día a día. Eso nos pasó una de las últimas veces que fuimos a casa de unos amigos del Dr. House. Se habían mudado a un chalet en Pozuelo en el que sólo habíamos estado en una ocasión anterior y, en aquella visita nos guiaron, por lo que nosotros tan sólo nos limitamos a seguir su coche. Esta vez tuvimos que llegar por nuestra cuenta y el viaje resultó algo peliagudo.

Miré por Internet el camino y me lo apunté en un papel, junto con los nombres de las calles principales. Básicamente me hice un plano mental de dónde estaba la casa, aunque mi croquis presentaba un pequeño problema: la ruta más directa estaba interrumpida por las vías del tren. Optimista de mí, me convencí de que ese detalle tendría escasa o nula repercusión a la hora de hallar la casa. El caso es que, los nombres del mapa de Internet y los de las calles que tomamos durante nuestro trayecto, no coincidían en absoluto. Cambié de planes y opté por improvisar. Mi estrategia consistía en seguir por ese camino alternativo hasta encontrar alguna referencia que me sonase. No conozco Pozuelo así que la cosa era complicada.

El Dr. House no es tonto y no tardó en darse cuenta de que andábamos un poco perdidos. Con cierta sorna, y sin mucho humor, me hizo el comentario de ¿tú sabes que esto es el mundo real y no un cuento y que, por muchas vueltas que demos no vamos a llegar a la casa sólo por arte de magia? Yo andaba con la mente sumida en el maravilloso mundo de los cuentos, deseando precisamente que apareciese un hada madrina que me indicase el camino. Por eso sus palabras me provocaron un ataque de risa incontrolable. ¡Menos mal! porque se lo contagié y se le pasó el mosqueo. Le contesté tranquilamente: no te preocupes que a las 6 y media estamos allí (en un alarde de confianza en el teletransporte mágico, ya que eran las 6 y cuarto). Su respuesta textual fue: Sí claro, seguro que mis "cojones" estarán allí a y media.

Tuvimos tan buena suerte que, al girar un semáforo, vimos un letrero que indicaba Avda de Calvo Sotelo, calle que aparecía en mi esquema mental. A partir de allí me orienté. Efectivamente, tal y como había pronosticado, a "y veinte pasadas" dejé a mi marido y a sus huevos en la casa de sus amigos. Con estas jugadas del destino, a veces resulta difícil creer que la magia no exista.

martes, 27 de diciembre de 2011

TIRAMISÚ de la SORELLA

Mi hermana pequeña es, sin lugar a dudas, la más digna heredera del gen paterno del nomadismo y, también comparte con él, su don de lenguas. A estos rasgos se le añaden una serie de habilidades sociales, de origen materno, que explican que sea bienvenida en cualquier sitio y haga amigos con facilidad. Por ese motivo su agenda suele estar más cargada que la de la reina, aunque con ocupaciones más placenteras.


Sus periplos por el mundo dieron comienzo en su época de estudiante, cuando se marchó a hacer un Erasmus a Bolonia. Allí compartió piso con tres italianas, una de de las cuales tenía una abuela en Orvieto que hacía un tiramisú de chuparse los dedos. 


Una vez terminó la carrera, aprovechó su estancia italiana para cubrir un puesto de profesora sustituta en la Sapienza. Familiares, amigos y allegados pasaron por su piso romano, en teoría de mi padre que por aquel entonces ya vivía en los USA. Nadie quería dejar a la pequeña sola y abandonada en esa ciudad "perdida de la mano de Dios y casi desconocida". Ni que decir tiene que todos colaboramos para cumplir el objetivo. Semejante asiduidad de visitas la obligó a poner un calendario en el que apuntar los turnos correspondientes y evitar que nos solapásemos unos con otros. Sola, lo que se dice sola, no pasó mucho tiempo. 


Finalmente, decidió que Roma no era el mejor lugar donde independizarse y se volvió a Madrid, donde ha visto mucho menos a algunos miembros de la familia que cuando estaba a dos mil km. Pero ahora vuelve a marcharse, aunque lo hace en buena compañía. Sin embargo, ha puesto más complicado lo de visitarla, porque esta vez deja el Viejo Mundo y, además de cruzar el Océano, también cambiará de hemisferio. 


Por supuesto, mi hermanita goza del mismo paladar del que hace gala toda la parentela y se trajo la deliciosa receta del Tiramisú de Orvietto, para el que, en cualquier celebración, por muy pantagruélica que esta sea, nos dejamos un hueco. A veces es necesario esperar un ratito hasta que puede entrar. No importa, no será por falta de conversación. Está tan rico que incluso esperamos un poco más si hace falta para que quepa una segunda ración, no vaya a sobrar algo y corra el riesgo de estropearse. Por supuesto, nos sabe aún mejor cuando lo cocina ella.


TIRAMISU

INGREDIENTES 
Por cada 100 gr mascarpone:
1 huevo (separar yemas y claras). Mejor a temperatura ambiente.
1 cucharada rasa azúcar.
Bizcochos tipo pavesini (también valen soletilla o bizcochos Fontaneda o marca blanca, del estilo de los ladyfingers)
Ralladura limón
Café, 1 pizca leche, vino dulce, amaretto o ron (según el gusto de cada uno, personalmente me decanto por el amaretto, la proporción depende de lo borrachuzo que sean los comensales, en mi caso la ideal es de 1 parte de licor por cada 3 de café)

ELABORACIÓN
a. Batir las yemas con el azúcar hasta que queden espumosas. Añadir el mascarpone y la ralladura de limón.
b. Montar las claras a punto de nieve.
Truco: tanto en el paso a) como en el b) los huevos suben mejor si se ponen sobre un cacharro con agua hirviendo, sin rozarla, sólo al vapor, casi como si fuese al baño maría. 
Mezclar a y b (poco a poco y con cuidado para que no se baje la crema). 

MONTAJE
Poner una capa muy fina de crema sobre el fondo de una fuente rectangular.
Cubrir con una capa de pavesini remojados ligeramente en la mezcla de café, licor (sólo los paso por un lado para evitar que se ablanden demasiado y el pastel se deshaga).
Extender una capa gruesa de crema. Se puede espolvorear con virutas de chocolate negro rallado (esto lo descubrí en la fantástica Trattoria del Carmine, en Florencia, y me encantó la idea). Soy chocolate adicta así que creo que esta opción contribuye sensiblemente a mejorar el resultado. 
Colocar una nueva capa capa de pavesini
Terminar con otra capa de crema.
Finalmente, adornar generosamente con chocolate negro rallado o cacao puro en polvo. 

lunes, 26 de diciembre de 2011

COMIDA NAVIDEÑA


El pavo de Navidad es la tradición que reúne todos los 25 de Diciembre a la familia House. Desde hace unos años se celebra en casa de sus primos y es en concreto su primo el que ejerce de chef y se encarga de preparar, con resultados espectaculares, el delicioso pájaro y todos sus aditamentos.

La hora de cita de los, algunos más y otros menos, puntuales convidados se sitúa entre las dos y media y las tres, momento en el que puede dar comienzo el ágape con un clásico, y no por ello menos apetecible, aperitivo de langostinos. Como ayer hizo muy bueno, lo disfrutamos aún más tomándolo en la amplia y soleada terraza. Una vez dimos buena cuenta de todo, fue el momento de pasar a la mesa. Desde el interior no se pierde la amplia panorámica del balcón ya que, el salón es una gozada: enorme, con tres amplios ambientes: trabajo, comedor y ocio, luminoso y con acristalamiento en herradura salvo por el muro sur que da acceso a la cocina y una parte de la pared este, que limita con el resto de la casa.

Para el primer plato, suele ser su tía la que se viene cargada con una enorme olla de cardo con salsa de almendras, elaborado según la receta familiar de la abuela, tan rico que una casi lamenta que no sea plato único. Este año el guiso llegó de la mano de su suegra y también estaba buenísimo, aunque llevaba un toque de pimentón que no es precisamente mi especia favorita. Por ello no me costó abstenerme de repetir y así hacerle mejor los honores al ave con su suculento relleno de castañas, ciruelas pasas y cebolla asada, su salsa de cebolla, y el acompañamiento de puré de manzana (que en alguna ocasión se ha beneficiado de la imaginación del cocinero con un original toque de pimienta y de hierbabuena, mmm...). El puré de patata fue sustituido este año por una innovadora crema de castañas con leche de coco que casaba muy bien con la carne del animal. Quedó perfecto. El chef nos confesó que nunca se acuerda de un año para otro por lo que sería aconsejable que anotase los trucos, tiempos y proporciones empleados esta vez. Es una suerte que el pájaro en cuestión pasase de largo los 5 kg porque, además de la segunda ración casi generalizada, nos agenciamos una parte de las sobras para traérnoslas a casa.

Una vez nos vimos hartos de pavo, para ayudar a bajar todo aquello sirvió una ensalada de escarola con naranja y granada. De ese modo, se supone que se hace hueco para el postre y los tradicionales dulces navideños. House y yo nos encargamos de estos, además de los vinos y el champán. Pensamos que sería buena idea comprar algo del yogur helado de Llao Llao con siropes surtidos a escoger, que tuvo mucho éxito en Nochebuena en casa de mis padres. Ni que decir que también fue muy bien acogido. Además, el viernes me fui a buscar unas "florentinas", finísimas pastas de almendra laminada con crujiente caramelo, que sé que les encantan. Antes las tenían cerca de casa pero cerraron y hace poco las encontré en la Pastelería Campos de Retana, en la C/ D. Ramón de la Cruz 40. Están casi igual de buenas que las originales. Las he probado también recubiertas de chocolate en Oriol Balaguer y son mortales, por lo que las tendré en cuenta para otra ocasión. Las he descubierto por Internet con envió a domicilio (foto y enlace). Entre los turrones llevamos uno que resultó ser un descubrimiento: Turrón de Jijona a la Piedra de "La Turronería" de Primitivo Rovira e hijos S.L. Cremoso y muy ligero, para nada empalagoso ni pastoso.  Se deshacía en la boca con sabores de almendra, aroma de limón y un sutil toque a canela. No me gusta el Turrón de Jijona y este me ha encantado, ni siquiera creo que pertenezca al mismo grupo. Si es así, es con diferencia, el mejor que he probado, me recordaba al añorado helado de turrón de Mari Nieves de Linares.

El menú fue regado con un estupendo vino tinto escogido por el Dr. House (un magnum de Hesvera Reserva), algo de cava, que no probé, y champán francés de Moet-Chandon ( por mucho que se esfuercen los catalanes no consigue igualarlo ni por asomo). El único cava que me gusta de verdad es el Codorniú Pinot Noir pero, al lado de un Moet Chandón Rosée no tiene nada que hacer (por no hablar del increíble Cristal, mi favorito y del que estoy deseando probar el rosado). Creo que el champán es la única versión de vino rosado que me gusta.

El tiempo se pasó volando y aunque la comida dió comienzo a las 3 de la tarde no nos levantemos de la mesa hasta más allá de las 7 (que en nuestro caso fueron las 8). Otros años, si hace frío nos colocamos con las bandejas de dulces alrededor de la acogedora chimenea junto con unos, supuestamente, digestivos gin-tonics (de los que me abstengo) y allí, antes de darse cuenta, las 8 se transforman en las 10.

La siguiente receta no es la del pavo de la familia de House aunque la he adaptado a esta. Su primo no lo marina previamente aunque sí que inyecta bien la carne el día de antes para emborrachar al animal y evitarle sufrimientos en el horno (que aunque ya esté muerto, una buena cogorza seguro que contribuye a congraciarle con su suerte).

PAVO DE NAVIDAD

INGREDIENTES (12 a 14 personas)
Para la marinada: 4 tazas de sal y 3/4 de taza de azúcar
1 pavo entero de unos 6 kilos, reservar los menudillos y el cuello
4 cebollas amarillas medianas, cortadas
3 manzanas reineta
Castañas peladas
Ciruelas pasas
1/2 ramillete de perejil fresco
6 cucharadas de aceite de oliva
1 vaso de brandy
12 salchichas caseras (1 por persona)
1 cucharada de harina de maíz para espesar la salsa
Salsa de soja.
Pimienta negra molida en el momento.


En una olla grande, echar la sal, el azúcar y unos 7 litros de agua. Remover hasta que se disuelvan. Sumergir el pavo en la salmuera y refrigerar de 4 a 6 horas. Aclarar y secar. Refrigerar de nuevo, sin cubrir, entre 8 y 24 horas.
Precalentar el horno a 200ºC con la rejilla en la posición más baja.

Poner el pavo, con la pechuga hacia abajo, en el centro de una fuente de horno grande y pesada. Rellenarlo con un tercio de las cebollas, ciruelaas, castañas, perejil y una cucharada de aceite. Atarlo bien.

Colocar las salchichas, las castañas, el menudillo y cuello del pavo y el resto de la cebolla, manzana y ciruelas alrededor del ave. Verter sobre ello una taza de brandy. Embadurnar bien el pavo con el resto del aceite.

Hornear durante 45 minutos. Darle la vuelta de forma que uno de los lados con ala esté hacia arriba y prínguelo de salsa (añadir agua a la fuente si se estuviera quedando seca). Asar durante 15 minutos más. Voltear el pavo para que el otro lado quede hacia arriba. Salsear y hornear durante 15 minutos más. Colocar la pechuga hacia arriba, salsear de nuevo, y asar hasta que la temperatura interna de la pata registre 75ºC (entre 30 y 40 minutos más).

Fuera del horno, cubrirlo con papel de plata y dejarlo reposar entre 20 y 30 minutos. Mientras el pavo reposa, extraer el cuello y menudillo del pavo de la fuente. Sacar la carne del cuello y trocearla con la del menudillo.

Inclinar el pavo y recoger el jugo en una fuente de horno y, después, transferirlo a una fuente de servir. 
Con cuidado, colar a un recipiente todo el líquido de la fuente de asar. Dejarlo reposar unos minutos antes de retirar y tirar la grasa superficial de los jugos. También se puede usar un separador de grasa. Verter la salsa en un cazo. Añadir la carne del cuello y los menudillos a la fuente. Cocer la salsa. Disolver en un poco de agua la harina de maíz y añadir a la salsa. Hervir un par de minutos hasta que espese. Condimentar al su gusto con salsa de soja, sal y pimienta. Transferir a una salsera.

Trinchar el pavo y repartir las salchichas, las castañas, la salsa. Acompañarlo de puré de manzana y regarlo con un  buen vino o, como prefieren las tías de House sin necesidad de tener que esperar hasta los postres, champagne francés desde el principio. Sólo queda disfrutar del ambiente familiar y de la incesante conversación en la larga sobremesa.


domingo, 25 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD!


Ayer por la noche tuvimos la cena de Nochebuena en casa de mis padres. Como siempre, la cocina materna fue excelente y, aunque abundante, ningún plato era pesado con lo que se pudo probar un poco de cada cosa y dejarle hueco al postre.

El copioso menú consistió en aperitivos de gambas, langostinos con piña, jamón y lomo ibérico. De primero una crema de marisco, muy suave, con tropezones de rape y gambón. Estaba aún más rica de lo que uno se imagina. El plato fuerte fue solomillo asado, poco hecho como nos gusta a todos, acompañado de patatas con nata gratinadas al horno. La carne era tan tierna que se deshacía en la boca, deliciosa.

El Dr. House y yo nos encargábamos de los postres y de los vinos. Llevamos un Mirto, que me pareció genial, y un Viña Real Reserva que también estaba muy bien, aunque no tanto como el Mirto. Además mi madre había decantado un Marques de Riscal, aunque ese es un vino que, aunque no está mal, aún no le he descubierto el encanto.

Para los postres preparé una tarta Tatin de manzana y compré de acompañamiento nada menos que 2 litros (sobró uno) de yogur helado en Llaollao (es un sitio nuevo que han abierto hace poco en La Vaguada y que es, con diferencia, el que tiene el mejor yogur helado de Madrid, mucho mejor que el de Danone, también en la Vaguada) y del "Ö! my God" de la Plza Santa Bárbara. El de Llaollao es igual al de Pinocchio de Linares que tanto me gusta. Espero que, como afirman, sea semidesnatado y bajo en azúcar porque su descubrimiento puede ser muy peligroso. Además mi madre tenía una tarta de Santiago casera hecha por mi tía, que había comido allí al mediodía y, por supuesto, no podían faltar las tradicionales bandejas de dulces navideños.

Las sobrinas habían preparado exhaustivamente su función de aguinaldo. Claro que hermanísima no debió de comprender en su momento el verdadero propósito del numerito, que no era otro que el de mantenernos entretenidos y lejos de su vista durante las horas y horas de ensayo. Aunque las niñas se prepararon el atrezzo, fue su madre la encargada de elaborarles el variado vestuario. Se pasó la mañana pegada a la maquina de coser y aún le cundió porque hizo un vestido a cada una de sus hijas para la cena, y otro para ella, también les cosió a cada una otro de lentejuelas para la representación y, como le debía de sobrar tiempo, decoró camisetas para alguno de los gags. Los frecuentes cambios de vestuario supusieron algún que otro traspiés en el ritmo del espectáculo, con improvisación incluida, al no estar preparada alguna de las actrices principales cuando debían.

La gala se podría clasificar como un variado cómico-musical. Antes de la cena, a modo de entremés, la Pitonisa Ciclón, con un pañuelo de monedas en la cabeza, se ofreció a leernos las líneas de la mano. No esta muy ducha en estos temas por lo que la adivinación la realizó con una chuleta de Internet que consultaba continuamente. A la vista de sus capacidades no dispuso de muchos voluntarios a los que leer. Durante la cena hicieron varios amagos de pretender amenizarnos la comida pero resistimos el embite. Una vez servidos los postres, el acto era indemorable. El Dr. House se sirvió una copa de vino, a falta de algo más fuerte a mano, y todos nos colocamos alrededor de la sala para contemplar el espectáculo. Empezaron con un villancico subidas a unos paraguas con cabeza de caballo, en el que Ciclón cantaba primero, por desgracia tiene el mismo oído musical que su tía, y Sobrinísima hacía el "da capo", más bajito pero con la entonación correcta. Después Ciclón Chistenovich contó un par de chistes viejunos en 3 idiomas que teníamos que averiguar. El ganador se llevaba una foto de la protagonista, motivo por el que su padre ha decidido desconectar la impresora del ordenador,  con autógrafo incluido. Finalmente hubo que sortearla y fue para mi abuela. Le siguió otro chiste, que además era una pista, antes de volver a deleitar nuestros oídos con un villancico en "italiani" para desearnos Buon Natale. Amenazaron con uno en francés, pero como era el intermedio, se trataba de una grabación (no propia) que apenas se oía de fondo y de la que ni siquiera hicieron play-back sino que se retiraron para un cambio de vestuario. Con nuevo modelo, interpretaron otra canción en inglés sobre Blitzen y el resto de los renos de Papá Noel. Mi padre, acostumbrado al inglés de Texas, le costó entender lo de "reindeer" (aunque puede que se deba a que, por allí, lo que abundan son los caballos). Reírnos nos reímos aunque yo voto que, en las próximas funciones, sea sobrinísima la que se encargue de la parte cantada y ciclón se decante por perfeccionar los chistes y aprenderse bien el papel de pitonisa. Eso sí, ambas actrices estuvieron muy pendientes del comportamiento del público al que mandaron callar con frecuencia. Pasaron la gorra, literalmente, con bastante éxito para sus expectativas. Creo que el resultado nos garantiza una función anual hasta los 30 (como mínimo).


Al terminar la exhibición, se oyeron unos ruidos en la terraza. Allá que fueron las crías a mirar y ¡se la encontraron llena de bolsas! Como no había chimenea a Papá Noel le había resultado muy fácil lanzar los paquetes desde su trineo hasta el balcón. Abrimos los regalos, que no habían sufrido ningún desperfecto y, después, terminamos de recoger los platos antes de hacer lo propio los comensales.

¡FELIZ NAVIDAD!

sábado, 24 de diciembre de 2011

Saturday Evening Post: El viaje de Papá Noel


Papá Noel ha salido del Polo Norte en su mágico Trineo para cumplir los deseos de los niños y de los que aún conservan en el espíritu la ilusión de la infancia. A través del viento, la luna y las estrellas llenará la noche de sueños, que se harán realidad en el interior de los calcetines y alrededor de las luces del Árbol. 
¡Espero encontrarme algún regalo mañana al despertar! 
¡FELICES SUEÑOS!

La "Fundación" de Nochebuena


Durante las vacaciones de Navidad, la granja se llenaba de críos. Los días eran cortos y, aunque la temperatura de Linares solía ser suave durante el día, las noches eran frescas. Recuerdo con horror los dormitorios del piso superior convertidos en neveras. Para calentarlos disponíamos de una insuficiente estufa eléctrica que para más inri era compartida entre dos habitaciones de casi 20 metros cuadrados cada una. Para las camas, los adultos disponían del lujo de las bolsas de agua caliente.  Por desgracia, semejante invención nos estaba vedada a los niños con la excusa de que no nos fuésemos a escaldar con ellas (la verdadera razón era que no había suficientes para todos). Ni que decir que había que ponerse más ropa para acostarse que para una expedición a la Antártida y, aún así, la nariz se congelaba al sacarla para respirar, lo que hacíamos a intervalos similares a los de los cetáceos. Por eso, cuando se hacía de noche, los primos buscábamos refugio en el salón donde ardía la chimenea. Aquel plan no era el ideal para los adultos que se las ingeniaron para que nos entretuviésemos lejos de su vista, y sus oídos, y soportásemos estoicamente el frío de las naves y del pasillo.

De entrada nos mandaron a jugar a la "era" y el juego elegido solía consistir en el escondite. Ni que decir tiene que esconderse en la granja de noche no revestía ni media complicación. La luz del exterior se limitaba a la lámpara del porche. El resto de la iluminación provenía principalmente de la luna, si había, y de las estrellas, cuando se veían. Además también se filtraba algún rayo entre las ranuras de los postigos de la casa y llegaba el destello de los faros de los coches que pasaban por la carretera más próxima, que estaba a unos buenos 200 metros. En esas condiciones de visibilidad nos poníamos a jugar. El papel del que "se la llevaba" solía recaer en uno de los pequeños, ya que a ninguno de los mayores nos atraía en absoluto esa tarea. Cuando empezaba a contar, todos los primos aprendíamos a contar hasta cien a edades muy tempranas, el resto desaparecíamos entre las tinieblas. Al terminar la cuenta, el pobre pringado, si era un poco espabilado, se dedicaba a esperar bajo la luz del porche a que el resto nos aburriésemos, o nos congelásemos, para tratar de pillarle desprevenido y "salvarnos". Una vez que el más iluso de los escondidos hacía la tentativa, y por supuesto fracasaba en el intento, los demás, ateridos, íbamos detrás, porque total ya sabíamos que no nos tocaba "ligarla" en el siguiente turno. El problema radicaba en que era aburrido esperar y, con frecuencia, procurábamos escondernos y refugiarnos del frío al mismo tiempo. Para ello nos guarecíamos en algún rincón en el interior de la casa. Esta ubicación presentaba la ventaja añadida de salida directa al porche, con sólo un descansillo por medio, lo que se traducía en una mejor posición para salvarse. Lógicamente, esa no era la idea de los mayores al mandarnos fuera a jugar.

Se estrujaron las neuronas para dar con un nuevo plan más acorde con sus objetivos. Así optaron por el de exigirnos "hacer méritos" para ganarnos el aguinaldo. Dichos méritos consistían en montar "en secreto" una larga y variada función sorpresa que se estrenaba tras la cena de Nochebuena. No hacíamos un pase único de la misma sino que las representaciones se repetían al igual que los programas navideños de la tele (que si uno se descuida puede verlos incluso en Agosto). Los bises servían para reclamar el aguinaldo a los que, por algún otro compromiso, se habían perdido el primer pase. Dicha función con ánimo de lucro fue bautizada como la "Fundación".

La tradición sigue en pie y, hermanísima, sabiamente, ha pasado el testigo a las sobrinas que se encargarán este año de amenizarnos la velada. A petición de las actrices principales, habrá una crónica del evento en el blog. Se ha mantenido el secreto así que no puedo adelantar nada. Supongo que admitirán solicitudes para repetirla en Linares aunque, lógicamente, el público deberá aflojarse el bolsillo para que accedan.

viernes, 23 de diciembre de 2011

¡Feliz Cumpleaños Salut!


Mi prima Salut pertenece a la generación de hermanita, así que también supone una "evolución en la especie", en este caso en lo referente a la cualidad de "angelical". Posiblemente sea el bebé más bonito y dulce que yo haya visto nunca y, no solo eso, sino que además, en su caso, su "ángel" no se refiere a su aura sino a lo buenísima que es. Al igual que su padre, es de estas personas que poseen bondad natural y no les sale nunca el "hacer maldades". Ese concepto no entra ni siquiera en su cabeza, al igual que la mía está reñida con la paciencia y la moderación. Incluso su parto fue tan sencillo que le permitió a mi tía estar en casa en Nochebuena trinchando el pavo que había preparado ella misma.

Pese a su dulzura no es ni empalagosa ni sosa. Todo lo contrario. Es discreta, alegre, se apunta a un bombardeo y es tan divertida que, junto con más primos y algunas amigas, montaron un grupo de payasos con los que amenizar los cumpleaños. Fue entonces cuando los sufridos naranjos de la granja empezaron a cumplir su función de árboles frutales en lugar del de refugios enramados a los que nos encaramábamos sin piedad. El caso es que las naranjas, algo amargas y catalogadas por mi abuelo de no comestibles, se convirtieron en la herramienta perfecta para entrenarse en malabarismos. Aunque se supone que eran pequeñas y ácidas, cuando a las tres de la tarde mi señora madre aún no había vuelto de los gitanos y el hambre azuzaba, sí que nos las tomábamos para apaciguar el gusanillo, y nos sabían a gloria.Entre tejados, árboles y, una vez llegado el verano y los tejados de uralita dejaban de ser térmicamente recomendables, la piscina, en la que permanecíamos horas en remojo hasta arrugarnos como pasas, por donde menos se nos veía era a ras de suelo. Incluso cuando se rompieron los columpios, empleamos su armazón para trepar y hacer equilibrios (en realidad ese uso fue anterior a su ruptura, menos mal que mi abuelo escogió un modelo bien resistente que aguantó nuestras escaladas sin resentirse).

Si a los payasos malabaristas les añadimos las acrobacias, las funciones familiares y los animales de mi hermano, está claro que la granja de mi infancia distaba muy poco de convertirse en un circo. Eso es precisamente en lo que parecen consistir las oposiciones de magisterio con las que mi pobre prima se ha dejado estos últimos años las cejas a base de estudiar y preparar temas. Al igual que en la lotería el azar juega un papel primordial a la hora del examen. No sólo influye en los temas que le caen a cada víctima en suerte sino que el tribunal lleva a gala el sortear las notas a su antojo. Sus flagrantes injusticias en esta última ocasión consiguieron chamuscar los límites de la infinita paciencia, no sólo  de mi prima, sino también la de mis tíos. No obstante, gracias al equilibrio que la caracteriza y a su alegre dulzura, enseguida recuperó su radiante y serena sonrisa.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES SALUT!

jueves, 22 de diciembre de 2011

Competencias

"Nurse pin-up" Gil Elvgren
Está claro que la profesión de médicos está pensada para personas algo torpes. ¿Cómo se explica si no que sean necesarios 6 años de carrera, un examen al terminar para escoger una especialidad y tener que pasarse 4 ó 5 años hasta obtener el título que te permita ejercer? Afortunadamente la sanidad cuenta con las enfermeras, esas criaturas geniales con superpoderes que, en sólo tres años, adquieren capacidades suficientes como para ser expertas en cualquier rama de la medicina.

Así, una enfermera puede cubrir la urgencia, la consulta, la hospitalización o el quirófano sin necesidad de más entrenamiento. No sólo eso, sino que además es capaz de instrumentar cualquier cirugía de cualquier especialidad y, sin necesidad de estúpidos cursillos, sabe manejar hábilmente cualquiera de los aparatos del área quirúrgica. Si alguien lo pone en duda sólo tiene que quejarse a una supervisora para que esta le saque de su error con su infinita omniscencia. Los médicos, con nuestras cortas luces, somos incapaces de entenderlo, pero está claro que la razón es que somos seres obtusos.

Supongo que para mantener ese grado de competencia es necesario protocolizar incluso la exéresis de las verrugas y, si el protocolo dice que para ello es necesario que el paciente acuda en ayunas, desnudarle por completo y pincharle para cogerle una vía, eso es lo que hay que hacer. Si el médico se esfuerza por evitarlo, como sus órdenes van en contra de lo estandarizado, está claro que está equivocado y que aún no ha comprendido hasta dónde llegan sus funciones, entre las que claramente no se encuentra la de inmiscuirse en la preparación del enfermo que va a operar. Eso sí, para todo lo que no está contemplado en sus documentos, el galeno debe dejar lo que tenga entre manos y acudir a firmar la prescripción, antes de que puedan poner cualquier tipo de medicación. Todas las reglas deben seguirse a rajatabla, no sea que por culpa de una flexibilización de las mismas, cuando el paciente pase a la siguiente enfermera, su simpar neurona se cuaje ante el cambio.

La rutina es fundamental para que todo marche como es debido. Se ha dado el caso en el que, tras mucho insistir, con la mente puesta en la comodidad del paciente y en el "primum non nocere", el médico consigue que se haga la vista gorda a alguno de los puntos. Semejante actuación no queda nunca impune, la  avezada supervisora, siempre pendiente de estos temas, se encarga de recriminar, largo y tendido, al cirujano en cuestión por su imperdonable transgresión.

No hay que pensar que todas las enfermeras son tan entendidas. Hay algunas que comprenden el punto de vista del esforzado doctor y colaboran con él con gusto y sin ponerle trabas. Como miembro de este torpe colectivo, les agradezco infinito su buena disposición.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Correspondencia

Siempre me ha gustado escribir cartas y esperar impaciente la contestación de mis amigos a mis extensas misivas que, en ocasiones, simulaban casi un diario. Paradójicamente, cuanto más frecuentes eran, más largas se hacían. Si me dejaba llevar, terminaba por enlazar una con otra hasta incluso escribir no sólo en días sucesivos sino incluso a diferentes horas del mismo día. Por supuesto era imposible que mis corresponsales siguiesen mi ritmo por lo que, mis asiduas e ilusionadas revisiones al buzón de casa, no solían verse recompensadas con la frecuencia deseada. Supongo que tendrían que haber instaurado un servicio especial de carteros, con varios turnos, para cubrir mis expectativas.

Durante mi infancia, el sistema de Correos no era precisamente el más eficaz y, su escasa formalidad, provocaba que una se preguntase con frecuencia si las cartas se habrían perdido entre las sacas. En una de esas ironías de la vida, su fiabilidad ha mejorado según se ha hecho menos necesario gracias al uso de Internet. Progresivamente el contenido del buzón se ha ido limitando a facturas de bancos y notificaciones de organismos oficiales y, durante el proceso, las ansiadas cartas manuscritas se han convertido en e-mails. Es cierto que han perdido el romanticismo de los sobres y el papel de cartas decorado de mi niñez pero, a cambio, también presentan algunas ventajas: la comodidad y la inmediatez en el envío sin necesidad de acudir al estanco a por sellos que, pese a comprarlos por tiras, nunca aparecían cuando se necesitaban, la facilidad de revisar lo escrito sin llenarlo de tachones, de cortar y copiar párrafos para pegarlos en diferentes mensajes y, la posibilidad de mandar el correo a varios corresponsales simultáneamente, lo que hace factible el mantener a todos al tanto de los últimos eventos sin necesidad de tener que dedicar horas y más horas a la misma redacción.

Con la era móvil, muchos intentan sustituir el encanto de las cartas por mensajes SMS, que carecen por completo de esta cualidad: no se cuida el estilo y ni siquiera tienen contexto asociado, tan solo una breve línea, con frecuencia carente de vocales, en la que se plasma una nota tan breve que casi parece una excusa. Son la excepción a la regla de "menos es más" y a la de "lo bueno si breve". Además vienen acompañados por un irritante y, con frecuencia inoportuno, tono de alarma para avisar de su presencia que obliga a consultarlos casi de inmediato, independientemente de la situación. En mi opinión son el equivalente a los telegramas y deberían ser valorados como estos sin creerse que sustituyen a una buena conversación o a una carta en condiciones. En mi caso no sirven de casi nada ya que, gracias a mi manía a tener encendido ese molesto dispositivo, suelo leerlos con tanto retraso que, la mayoría, han caducado.

Escribir un blog se podría considerar dentro del genero epistolar, aunque con matices. El origen de este en concreto, provino de las sugerencias de mis corresponsales habituales, no sé si por saturación de mensajes en sus buzones o si, tal y como afirmaban, simplemente porque les gustaban mis historias. También me lo propusieron mis primas y mis amigas en relación a mi adicción a las compras, para apuntar recomendaciones de hallazgos, ofertas y guías de las distintas zonas. En este sentido el blog me ha mantenido tan entretenida que he conseguido controlar, hasta cierto punto, mis ansias de peligrosos paseos para ver escaparates (no limitados tan sólo a estos sino también a investigar las tiendas que los exhibían). Al igual que, anteriormente, esperaba la respuesta a mis cartas, ahora me ilusiona recibir los comentarios a las entradas. Supongo que estos constituyen la réplica interactiva de esta peculiar "blogrespondencia".

martes, 20 de diciembre de 2011

Blogoterapia

El blog me sirve de autoterapia. A veces creo que si Freud hubiese dispuesto de un arma similar les hubiese pedido a sus pacientes que, en vez de limitarse a contarle sus sueños, escribiesen un blog en el que además reflejasen sus recuerdos, pensamientos y vivencias. No sólo me sirve para desahogarme y tomarme con humor los disgustos al reírme del mundo, aunque a veces me exceda en mi mordacidad y, colateralmente, algunos se puedan dar por aludidos. En general mis reflexiones son impersonales o se refieren a ocurrencias en  momentos puntuales.

 En cuanto a mis recuerdos no son, ni mucho menos, una crónica objetiva de los hechos, ni pretenden serlo. En realidad me río de mi misma y, según me dé, le saco punta a mis propias estupideces, algunas antiguas y otras menos lejanas de lo que me gustaría. Yo sola me abastezco con un amplio suministro de material cómico del que burlarme. No sé si eso es indicativo de salud mental, pero más bien, me temo, que lo sea de todo lo contrario. El caso es que mi edad del pavo dio mucho juego y, en mi memoria, afloran sin previo aviso todos esos detalles vergonzosos que la mayoría del mundo relega al olvido. Mejor tratarlos con guasa, además, si no lo hago yo, es probable que se encargue mi hermano y aproveche para ello cualquier momento, no siempre oportuno, en las reuniones familiares y no tan familiares. Al parecer él también tiene una memoria blindada de esos años.

También es cierto que aunque mis escritos me traigan a un primer plano mis defectos, no por ello les pongo remedio. Me siguen enfureciendo algunos temas, pero me consuela dejar plasmados mis pensamientos por escrito. Es quizás algo pueril, una manera de reafirmarme con un "ahí queda eso" como si por ello tuviese la razón o la última palabra. O quizás, simplemente, el planear ridículas venganzas en mi mundo de fantasía, me baste para reírme de las idioteces que me sacan de quicio.

El tiempo que empleo en el blog es un método de control de mi adicción a las compras. Es muy sencillo: si escribo, no compro. En otros aspectos no funciona igual de bien, porque no me supone un autocontrol de mis impulsos, sino que simplemente canalizo mi entusiasmo enfermizo hacia la escritura. Así sólo le doy la matraca al pobre lector desprevenido, que tiene la ventaja de poder desconectar si el tema no le interesa. Desde luego, no será por falta de material, que comprendo que puede llegar a resultar agobiante, pero es que ¡hay tantas cosas! El investigar para algunos temas me ha llevado a descubrir otros y a aprender algo de ellos, que el saber nunca sobra, aunque sí que ocupa lugar, al menos en mi blog. Hago propósitos para moderarme aunque, por supuesto, todos se frustran en cuanto me entran las ganas de escribir, que hasta de esos mismos propósitos soy capaz de hacer un post.

lunes, 19 de diciembre de 2011

¡Feliz cumpleaños Titón!


La naturaleza utiliza un truco para asegurar la perpetuación de la especie. Consiste en que el primer retoño suele ser un niño tranquilo y bueno para así engañar a los incautos y primerizos padres y provocarles el deseo de ir a por otro churumbel de similares características. ¡Ja! Lo que se suelen encontrar habitualmente es con la otra cara de la moneda: un pequeño movido y travieso que revoluciona sus vidas y las de su, hasta entonces, tranquilo hermano.

En el caso de mi primo Titón, la que la naturaleza había preparado era tan gorda que, previamente, mi tía tuvo no sólo uno, sino dos bebés dulces, tranquilos y adorables. ¿Qué mejor idea que ir a por el trío? No sabían la que se les avecinaba con el nuevo "angelito". De los adjetivos anteriores el único que se podía aplicar con justicia era el de adorable, al que se añadieron, con mucho peligro, los de listo, gracioso y cariñoso. En realidad, esas deseables cualidades referidas a mi genial primo constituían un arma de doble filo porque, tras presenciar alguna de las brillantes ocurrencias del niño, uno tenía muchas más papeletas de reírse, y mucho, de la trastada y de abrazar, antes que regañar, al pilluelo.

En vista de la dificultad que suponía la labor educadora del chiquillo, tarea en la que colaboró en gran medida la tita Chan-Lee, según la bautizó el crío, sus padres buscaron la manera de canalizar su rebosante energía. La terapia utilizada fue la del deporte: karate, fútbol, baloncesto, natación y atletismo, además de los juegos, tejados y caballos de la granja. Mis tíos pensaron que un cuarto hijo, Posti, ayudaría a mantener entretenido al tercero. Efectivamente así fue: el cuarto se hizo inseparable del tercero y le secundaba en todos y cada uno de sus innovadores planes. Tampoco creo que sus padres contaran con los daños colaterales de esa asociación sobre el resto de la familia y allegados. Así, los dos niños se limitaban a jugar al béisbol exclusivamente durante las visitas de los Manolos, en las que ambos, despertaban a mi cuñadísimo por las mañanas a golpe de bate, con lo que el pobre no sabía si lo que tenía era resaca o algún tipo de contusión.

Tanto deporte le labró una carrera como profesor de gimnasia. Su primer trabajo fue en Canena donde, independientemente de sus orígenes, consiguió que todo el pueblo le adorase. Fue agasajado hasta la saciedad para que se sintiese como en casa. Tuvo que abandonar el puesto al año siguiente, con algunos problemas digestivos.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES TITÓN! (y dale muchos besos a Posti)
(Pincha en la imagen para aumentarla)

domingo, 18 de diciembre de 2011

Especial dominical: 40 aniversario

Hoy es el 40 aniversario de los titos favoritos de toda la familia. Esa posición se la han ganado a pulso por la infinita paciencia, su buena conversación, su generosa disposición, su cariño y la sensatez de todos sus consejos.

Mi tía ha sido la encargada de enseñar a leer y a comportarse a casi todos los primos linarenses. Para ello contó con la ayuda de un singular lenguaje de signos, de un gracioso gato, Micho, que coloreaba las letras de los libros y con cientos de divertidas canciones. Tanto dentro como fuera del colegio era la sal y la animación en persona. Mi tío ha sido un ejemplo no sólo para los niños sino también para los mayores y, entre las aspiraciones de muchos, se cuenta todavía el deseo de ser "un poquito más" como él.

Llevan 40 años de matrimonio pero su romance empezó mucho antes. Mi tío y mi madre eran compañeros de colegio y, dada la afinidad de caracteres entre ambos, los mejores amigos. Sin embargo, el romance en la relación con la familia entró de la mano de la chispeante tita Lucky que aportó la alegría a la seriedad del dúo.

Durante su matrimonio han hecho gala de todas sus cualidades. Situaciones que para otros podrían haber supuesto razones más que suficientes para hundirse en amargura, para ellos sólo eran una manera más de demostrar la pasta de la que estaban hechos y han afrontado con infinito amor y ternura todas las difíciles tareas en las que se han visto involucrados.

Desde su jubilación gozan de una libertad que no habían conocido y, como siempre, disfrutan de ello como si fuesen críos. Cualquier excusa es buena para ampliar horizontes y conocer todos esos lugares de los que tanto habían oído hablar. El aniversario es un motivo más de celebración pero para ellos todos los días de su vida han sido especiales.

Yo soy de esas que sueñan con ser "un poquito" como ellos y espero que compartan otros 40 años de felicidad y buenos consejos.

¡MUCHÍSIMOS BESOS DE GRUMPY Y EL DR. HOUSE!

sábado, 17 de diciembre de 2011

¡Feliz Cumpleaños Pompidulp!


"Prom Dress" Norman Rockwell

Dentro de unos meses iremos de boda. A pesar de la avalancha de preguntas que recibían en todos los saraos familiares, los felices novios siempre se han mostrado reticentes a la hora de fijar la fecha de sus esponsales. Este hecho, en ocasiones, provocaba la "desesperación" del Dr. House, ya que se trata de la única boda de la historia por la que ha manifestado su expreso deseo de asistir.

Al igual que hermanísima y cuñadísimo, la pareja comenzó su relación cuando apenas eran unos chiquillos, mientras ambos estaban en el instituto, donde se conocieron. Desde entonces han transcurrido unos 10 años por lo que es normal que el Dr. House se impaciente ante la demora de la esperada ceremonia. Hace unos meses, el futuro matrimonio claudicó y nos confirmó finalmente los datos del dichoso evento.

Aunque suele ser mi tío, y futuro suegro de la cumpleañera de hoy, el que, llegado el momento, suele ser afectado por algún inoportuno problema que precisa de mi intervención profesional, no las tengo todas conmigo de que la que me requiera en esta ocasión no sea la mismísima novia. En mi última visita a Linares no pude verla porque la pobrecilla estaba ni más ni menos que con paperas y, para colmo, tuvo al afortunado novio en cuarentena de visitas. Desde el anuncio de la fecha del enlace, la emoción de los preparativos la ha afectado de tal manera, que no levanta cabeza.

Hace poco ha escogido el vestido de novia. A nadie le cabe ninguna duda de que irá guapísima, porque es en todo punto imposible que sea de otro modo. También sé que irá sonriendo, porque no la conozco con otro gesto. Es dulce, alegre, atenta y cariñosa. Mis primos consanguíneos son estupendos y da gusto cuando escogen tan bien a sus cónyuges. Si se cumplen las leyes de Mendel, su descendencia será tan encantadora como agotadora y perpetuará, e incluso mejorará, los rasgos familiares para la siguiente generación.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES!



viernes, 16 de diciembre de 2011

HUMMUS y BABA GANOUSH


Estas recetas son una combinación de las indicaciones del peluquero iraquí del hospital con algunas variantes según diversas consultas bibliográficas. Su elaboración es similar salvo que en el hummus se utilizan garbanzos y en el Baba Ganoush berenjena asada (o tostada al grill). Mi madre me pide que haga el hummus de vez en cuando para las celebraciones familiares, lo que es indicativo de que está rico. Se tarda un segundo en preparar y además se puede utilizar para rellenar canapés, con lo que resulta ser un aperitivo muy socorrido. Como comprobaréis es un puré de garbanzos, al igual que el "morococo", que también debe de compartir su origen árabe, aunque ahí termina el parecido entre ambos. A mí, personalmente, siempre me ha gustado más el Baba Ganoush, aunque no le pongo pegas a ninguno.

HUMMUS

Ingredientes:
- 400 gramos de garbanzos (pueden ser de bote)
- Un cuarto de taza de caldo
- 3-5 cucharadas de jugo de limón
- 1 cucharada y media de tahini (pasta de semillas de sésamo)
- 1-2 dientes de ajo (según tamaño, preferencias y tolerancia gástrica)
- Media cucharadita de sal
- 1- 2 cucharadas de aceite de oliva

Elaboración:

Separar los garbanzos del líquido. Combinarlos con el resto de los ingredientes en una licuadora de vaso (queda más fino que con la batidora) y añadir un cuarto de taza del caldo. Licuar de 3 a 5 minutos, hasta que la mezcla adquiera una consistencia suave. Poner en un plato y decorar con una espiral de aceite de oliva. Decorar con perejil y servir acompañado por pan de pita fresco o tostado. Se conserva bien si se tiene la precaución de cubrirlo.

OPCIONAL: un pequeño toque de comino (un cuarto o media cucharadita) le combina muy bien, yo suelo ponerlo. El pimentón supuestamente también (al que le guste, que no es el caso) y se usa con frecuencia para decorar.


BABA GANOUSH

Ingredientes:
3 berenjenas enteras medianas, ya que si son muy grandes suelen tener muchas pepitas. Escoged las que tienen una hendidura en el culo, al parecer son mejores.
1 cucharada grande de Tahini.
El zumo de 1 limón.
1 ajo.
1 cucharada de comino (mejor recién molido)
Sal (al gusto, aprox. 1 cucharadita de café).

Elaboración:

Untar las berenjenas con un poco de aceite y asarlas a unos 200º hasta que la piel esté incluso algo quemada por zonas (en la versión rápida se pueden cocer unos 7 minutos al microondas). Suelen tardar unos 30-40 min aunque es bueno vigilarlas ya que a los 10-15 min suele ser necesario darles la vuelta. Dejar enfriar, pelarlas, abrirlas y retirar las pepitas. Triturar todos los ingredientes hasta conseguir una crema espesa.

OPCIONAL: Espolvorear con granos de granada. Le da color y son sabores que casan muy bien.

jueves, 15 de diciembre de 2011

¡Feliz cumpleaños Patos!

Janet Hill - Fairy Godmother
Posti y Patos son los pequeños de la familia aunque eso no significa que, por ello, nadie les vaya a pasar por alto. En este último sentido Patos se ha encargado de aprovechar muy bien su alimentación (de pequeña era muy generosa y, a pesar de las demostradas habilidades culinarias de su madre, no comía apenas con lo que, el resto de muertos de hambre, que mirábamos su plato con ojos golositos, tocábamos a más). Todo lo ha empleado en estirarse hacia arriba de manera que, a las primas más bajitas, nos saca una buena cabeza.

No sólo destaca por altura. A la hora de tomar la iniciativa, incluso dentro de nuestra imaginativa familia, no tiene parangón. Tiene ocurrencias para todo y, en su caso, el concepto que no vino de serie en su cerebro, fue el del aburrimiento. No es que se apunte a un bombardeo, sino que se encarga de idearlo y organizarlo.

Tiene un sentido práctico heredado directamente de su padre, para el que las cosas "o son o no son", sin más complicaciones. Una conversación con ella es la mejor terapia anticomeduras de cabeza que existe, cualidad de la que pudo beneficiarse mi angelical prima recientemente. Si eso no funciona, en momentos de bajón, se ofrecerá a sacar al desdichado de juerga y ejercerá encantada el papel de psicoterapeuta-anfitriona: alcohol para la anestesia, música atronadora para dejar de oír los propios pensamientos, baile para elevar el ánimo y  ligoteo insustancial con el que recuperar la autoestima. ¡Esa opción es infalible!

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES PATOS!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Vista del Palacio Real


Todos los días, cuando voy a trabajar, tengo la suerte de deleitarme con esta vista. Para mi gusto es una de las más bonitas de Madrid.

El Palacio Real siempre me ha parecido precioso. Recuerdo la primera vez que lo vi a la vuelta de un viaje al entrar a Madrid por la Carretera de Extremadura. Era pequeña. Les pregunté a mis padres qué era aquel edificio y, cuando me respondieron que el Palacio Real, mi siguiente cuestión fue averiguar si los Reyes vivían allí. Al contestarme que no era así, no pude por menos que decidir que debían de ser un poco tontos. ¡Tener ese maravilloso lugar y no pasar en él todo el tiempo posible!

Notas de historia: El origen del palacio se remonta al siglo IX en el que el reino musulmán de Toledo construyó una edificación defensiva que después usaron los reyes de Castilla. Sobre ésta, en el Siglo XVI, se construyó el Antiguo Alcázar.
En la Nochebuena de 1734 un incendio destruyó el Alcázar. Felipe V quiso que el Palacio Nuevo ocupase el mismo lugar. Invitó al arquitecto Filippo Juvara de Italia que lo diseñó, además de encargarse de proyectar la fachada del de La Granja de San Ildefonso y el Palacio Real de Aranjuez. Juvara murió en 1936 y Felipe V nombró Maestro Mayor de las obras Reales a 
su discípulo Juan Bautista Sacchetti. El proyecto original de Sachetti contemplaba la construcción de una catedral y de un novedoso viaducto para salvar el desnivel de la calle de Segovia. De este sólo llegó a realizarse el Palacio actual, al que posteriormente se le añadirían las galerías laterales de la plaza de la Armería. Las obras se realizaron entre 1738 y 1755. 
Toda la construcción se hizo abovedada, en piedra y ladrillo, sin madera, para que ningún incendio pudiera destruirlo. A partir de 1760, un año después de subir Carlos III al trono, Sabatini sustituyó a Sacchetti y se encargó de terminar el Palacio. Carlos III estableció en él su residencia en 1764. 
Los jardines de Palacio llamados Campo del Moro, tienen su origen en época de Felipe II, aunque su aspecto actual data de 1890.

Cuando nos mudamos a Madrid, aquella zona se convirtió en uno de mis parajes favoritos. Me encantaba ir a la Plaza de Oriente, llamada así por estar al Este del Palacio, simplemente a admirarlo, así como a pasear por los Jardines Sabatini, el Campo del Moro y la Plaza de la Armería.

Cuando terminaron de construir la Catedral de la Almudena, el resultado me decepcionó muchísimo. Sentí hasta rabia por la manera en la que habían logrado estropear un rincón tan especial. Mi reacción fue muy similar a cuando vi la Sagrada Familia y comprobé que la obra maestra de Gaudí había sido machacada por algún iluminado con ganas de dejar su sello en una mamarrachada de imitación. Este tipo de desastrosas consecuencias suelen ser el resultado de unir el afán de notoriedad de un político miembro de la saga de los Mr. Collins, que es en la rama en la que más abundan esta clase de individuos, embaucado por las pretensiones de un arquitecto de la misma familia deseoso de que el mundo admire su talento. En el caso de la catedral madrileña la fachada es bonita vista desde lejos, pero esta percepción se limita al efecto de su silueta en la distancia. El "trompe-l'oeil" es tal que incluso parece encajar bien en el entorno. Es toda una lástima que esa impresión se invierta al contemplarla desde la misma Plaza de la Armería. El elegante mármol del palacio contrasta con el granito más tosco de la iglesia y el conjunto pierde su armonía. No he estado en el interior, tan sólo en la preciosa cripta neogótica, de Francisco de Cubas, y esa visita fue por circunstancias que hubiese preferido evitar de haber tenido opción. 

Por las mañanas es mi horizonte desde la carretera. Si amanece durante mi trayecto, cuando el cielo al fondo adquiere tintes rosados, o si la niebla difumina su perfil, la panorámica se llena de encanto. Durante unos fugaces instantes me regalo la vista con la imagen. Además, el tener que frenar para entrar en el túnel, me permite arañarle unos segundos más al momento.



martes, 13 de diciembre de 2011

Teléfono


Si Antonio Meucci (inventor real del teléfono) y Graham Bell (avispado científico que lo patentó), levantasen la cabeza y viesen en lo que se ha convertido su invento, se pensarían mucho lo de volver a dejar su aparato en manos populares.

En sus orígenes las conversaciones se limitaban a emergencias en los límites más estrictos de la discreción. Todo lo que se decía por él era publicado en la gaceta cotilla de la localidad de turno y podía ser utilizado en contra de los conversadores en el momento más embarazoso.

De ahí la cosa pasó a ser un instrumento más privado y relativamente confidencial. En realidad no era fácil desengancharse del vicio de escuchar conversaciones ajenas y, era más que frecuente, que coexistiesen dos aparatos en un hogar. Las conversaciones más íntimas y románticas eran las que tenían más posibilidades de ser escuchadas. Eso ocurría en la Granja, en la que con la ingenuidad de la adolescencia supones que puedes hablar en secreto sin que te presten atención, mientras que por el otro auricular hay un público mucho más interesado en tu vida que en las catástrofes naturales. En el caso de mi fatídica vida amorosa, ambos temas estaban más relacionados de lo deseable.

Es también una de las razones por las que deseaba momentáneamente el haber sido hija única. No sé si se considera circunstancia atenuante en el fatricidio las intervenciones telefónicas indeseadas por parte de la parentela. No me refiero a las escuchas silenciosas, sino a los comentarios participativos en las que los hermanos hacen gala de sus conocimientos, a veces adquiridos a través del espionaje previo aunque, en la mayoría de las ocasiones, estos no eran más que un mero fruto de su imaginación calenturienta. Así, el escuchar una voz masculina al otro lado de la línea, podía acabar siendo uno de los momentos más bochornosos del curso. Eso pese a que generalmente la intención inicial de la llamada se limitase a plantear cuestiones académicas relacionadas con mi fama de empollona. ¡Y al día siguiente tenía que verle la cara al interlocutor!

"Eavesdropping on Sis" George Hughes
Mis conversaciones de adolescente enamorada eran largas, por aquel entonces no existía el concepto de tarifa plana por lo que era una buena idea desaparecer de casa cuando llegaba la factura de Telefónica. Supongo que la duración era la manera de equilibrar su insustancial contenido, alguna frase trascendental se podía escapar en aquel intervalo y, a más tiempo, más posibilidades de que esto sucediese (mera cuestión de estadística). Por aquel entonces, en mi alelada opinión, no podía haber nada más interesante. El escuchar la voz del objeto de mis sueños me llenaba. Me bastaba la anticipación de marcar el número para avivar mi entusiasmo. Realmente me conformaba con muy poco. Aquellas charlas tenían su encanto: en casa, limitada en los movimientos por la longitud del cable, más o menos tranquila (todo dependía del talante de la familia, pero si la cosa estaba mal siempre se podía diferir a un momento más propicio o cambiarse a un aparato de otra habitación, con el inconveniente de perder de vista a los hermanos y el riesgo de añadir audiencia indeseada).

Llegaron los móviles y fue el comienzo de la decadencia telefónica. En sus inicios, cuando el chisme infernal sólo lo poseían algunos médicos, su uso se reprimía al de ser casi exclusivamente una herramienta más de trabajo. El encanto de las conversaciones degeneró, subrepticia y lentamente, según se extendió su uso hasta que, finalmente, consiguió esclavizar la vida de sus dueños en función de sus dictados. Estos no se limitan tan sólo a cuestiones de comunicación, sino que actualmente son también indicadores de estatus social por lo que es preciso poseer el último modelo, incluso antes de que este alcance el mercado. Tienen el poder de ser capaces de interrumpir cualquier tipo de actividad por su sonido (independientemente de que se trate de un mensaje publicitario o de un anuncio de paternidad). La vida se detiene ante su tono, igual que ocurre con el busca el día de guardia. Es por esta razón por la que evito su uso. Tengo uno, sí, al que en más de una ocasión se le han agotado las pilas de pasar el tiempo apagado en el bolso. Le veo su utilidad en mi caso por tener que conducir a diario, y el tráfico madrileño es proclive a imprevistos. Un atasco puede suponer alargar hasta en 4 veces el tiempo empleado en el trayecto al trabajo. Dado que eso puede afectar al funcionamiento del quirófano o las citas de la consulta, es bueno tener un medio con el que avisar. Después se apaga y otra vez al bolso.

El móvil es un acompañante más en las comidas. Recuerdo con añoranza la época en la que uno salía de cena y ésta no era interrumpida por los pitidos de los SMS, ni los "graciosos" tonos de aviso. Lo enciendo si he quedado con alguien mientras espero a que llegue para que me pueda localizar, por si no encontrase el sitio o se retrasase por alguna razón. En esos ratos leo y borro los SMS caducados de publicidad y también los de los que aún no se han enterado de que escribirme un e-mail es mucho más eficaz. Una vez estamos todos, vuelvo a desconectarlo. Por desgracia soy la única y, salvo que quedemos en un sitio sin cobertura (¡benditos sean!), es fácil que intervenga en la conversación. Si suena y se apaga sin más, paradójicamente, parecería una grosería. Sea lo que sea, conocido o desconocido, urgente o de inoportuna publicidad, uno se siente obligado a responder a la llamada. Por supuesto, ésta será radiada al resto de las mesas.

Lo mismo ocurre en los viajes en los transportes públicos. ¡Ligar nunca ha sido más fácil! Si quieres hacerte el encontradizo con alguien, nada más sencillo que pegar la oreja, sin esforzarte demasiado en ello, para enterarte de cómo se llaman sus amigos y de dónde ha quedado con ellos. ¡Tanta ley de protección de datos para luego divulgarlos a viva voz! Por supuesto si pretendes leer en el tren, más te vale llevarte unos tapones o ponerte los cascos de la película, porque la mayoría no necesitarían la amplificación del aparatito para ser escuchados por su interlocutor. Tener la deferencia de hablar en susurros, procurar ser breve o salirse al pasillo para no molestar no entra, ahora mismo, en la mentalidad de ningún pasajero. Es mejor que los huraños, a los que no les interesa en absoluto su trascendental conversación, se las apañen para aislarse.


En la consulta es aún peor. Para empezar los pacientes no son conscientes de que DEBEN apagar el dichoso cacharro antes de entrar. Supongo que es más importante ocuparse de este que del motivo que les ha llevado al médico por lo que, al sonar, lo cogen sin contemplaciones. Con frecuencia su comentario es "estoy en el médico". Por desgracia esto no influye en el interlocutor al otro lado de la línea, que ha llamado para soltar su perorata unilateralmente, y le trae al pairo la disponibilidad de su oyente. Otras veces es el propio paciente el que contribuye activamente a la conversación y a quemar mi tiempo y mi escasa paciencia. Alguno ha terminado en la sala de espera al colgar porque he considerado que, si podía permitirse el lujo de hablar, era porque lógicamente no tenía mucha prisa, con lo que prefería darle prioridad a los que estaban fuera. El desconsiderado puede aprovechar ese rato extra en el hospital para seguir con su charla y, al acabar, de paso, examinar sus prioridades. Esta medida no suele ser bien acogida, pero tampoco lo es para mí su falta de cortesía al no postponer sus asuntos telefónicos.

La exigencia de contestar en cualquier momento, hace que mucho desaprensivo abuse de ese poder y realice llamadas de índole laboral fuera de los horarios habituales de trabajo. Así, muchos comerciales reciben llamadas incluso a medianoche para consultar los detalles de los congresos patrocinados por su producto. El cambio horario no existe, si el conferenciante de turno está fuera, llamará cuando le resulte más conveniente, sin preocuparle que sean las cinco de la madrugada en España. A ningún médico le gusta el busca, ese artilugio infame que hay que llevar encima hasta en la ducha. Teniendo en cuenta esa premisa ¿cómo es posible que toda la humanidad flipe con los teléfonos móviles?