viernes, 17 de noviembre de 2023

Han pasado 5 años (por hermanita)

Ha pasado el tiempo, no he dejado ni un momento de pensar en los viejos sueños, en las noches de concierto en un bar…. 

Así comenzaba la canción que Amaral dedicó a las víctimas del 11M, una estrofa que ha resonado tantas veces en mi cabeza en estos últimos 5 años... tantas.

La nostalgia se apodera de mi inevitablemente. Son muchos recuerdos muy felices llenos de salidas, viajes, amigos y noches eternas en las que el futuro estaba cargado de ilusión. Era impensable que nada malo pudiera ocurrirnos, para mí era impensable tener otra vida. 

Este año, no sé por qué, me revuelven los 5 años como si el número tuviera un significado “especial”. Parece increíble que ya hayan pasado 5 años y que a la vez tan solo hayan pasado 5 años, porque la vida ha seguido como si nada, el mundo no se ha detenido como yo hubiera querido entonces y de pronto, me he dado cuenta, de que llevo 5 años tratando de aprender a vivir de nuevo, a veces con mejor resultado que otras, pero en cualquier caso avanzando más allá de la inercia.  

No sé dónde leí que el duelo dura 5 años. Desde luego quien lo escribió no ha vivido un duelo de verdad, porque dudo mucho que dentro de 3 días me vaya a levantar y la tristeza, la nostalgia o la soledad que siento muchas veces vayan a desaparecer. Por supuesto que he sido capaz de rehacer muchas partes de mi vida y he vuelto a vivir momentos felices, pero no soy la misma persona, llevo conmigo heridas que se abren aunque no quiera y que no puedo controlar como antes. Ese duelo, heridas, cicatrices, o como queramos llamarlas, no se van, nunca.  

aunque sí he pasado lo peor de esa canción, “esa madrugada, que parece nunca acaba” sigue sonando en mi cabeza muchas veces sin quererlo esa estrofa que te pone los pelos de punta y te llena los ojos de lágrimas “quédate conmigo, hasta que la luz se haga”, ese estribillo que tantas personas, tantas noches, hemos abrazado para dormir. 


Así, que pienso, que si 5 años me parece que no son nada, porque sigo echando muchísimo de menos a Jorge,  también han sido mucho, y los que mejor lo reflejan son los niños, y todos los cambios y cosas nuevas que me presentan cada día.  Ellos me llenan la vida de desafíos, algunas veces dudo de si estoy preparada para afrontarlos, pero su alegría y su ilusión me recuerdan que estamos aquí construyéndonos  una nueva vida que vamos viviendo (no sobreviviendo).  

Ya no tengo 20 años y no puedo pasarme las noches de concierto en un bar, y tengo muchas responsabilidades que no tenía entonces, pero ahí vamos, tratando de disfrutar de las oportunidades que la vida nos pone por delante, porque si hay algo que me han enseñado esas heridas es a no vivir a medias

miércoles, 10 de mayo de 2023

Libros y viajes (por la Señora)

Todos los años, la Señora me escribe su felicitación especial para el blog. Son entradas entrañables para el blog, más aún en este año en el que los recuerdos han sido algo a lo que aferrarse para no dejarse llevar por la pena, y que la alegría de todos los buenos momentos compartidos permanezca con el mismo espíritu y la belleza de siempre. Valorar cada momento, intentar hacer honor a  la bondad y a todas las enseñanzas positivas que siempre formarán parte de nuestra vida, hace que todos los que fueron un gran ejemplo sigan presentes en el día a día. 

Siempre que llega el Día del Libro empiezo a pensar en cuál puede ser el motivo que sirva de eje a mi felicitación por tu cumpleaños. Me lo tomo con tiempo. Este año tenía la particularidad de que la felicitación tenía que salir de este lado del Atlántico, un entorno en el que hacía mucho mucho tiempo que no me encontraba y al que me había traído como guía un librito de Steinbeck que han reeditado recientemente. Había retomado con esta adquisición una de las costumbres que más satisfacciones me han dado y nos han dado en nuestros viajes a tu padre, la tita Chani, el tito Anto y a mí. Los cuatro hemos compartido ratos estupendos por las distintas partes del mundo y en la mayor parte de las ocasiones había un libro en el trasfondo que nos hacía disfrutar de una forma mucho más intensa del sitio escogido.  Me viene a la memoria el día que pasamos en Bomarzo, recorriendo el indescriptible mundo producido por la imaginación del noble Orsini, con aquella naturaleza extraordinaria y aquellas formas oníricas, tan alejado de la serenidad de los distintos paisajes artísticos italianos. Era un mundo prodigioso que nos impresionó tanto como la novela que todos admirábamos. Otras veces no teníamos que irnos tan lejos, sino que el libro que el tito Anto llevaba sobre la Historia de los Papas nos iluminaba Roma de un modo especial y nos ponía rápidamente en la situación histórica precisa con detalles a los que las guías turísticas no suelen nunca llegar. Además esos detalles muchas veces se adobaban con un poco de chiste y picardía y era fácil imaginar, entre comentarios de cierta comicidad, al papa corriendo por el passeto, a los soldados de Carlos V en pleno saco y otras situaciones más o menos reales que caricaturizábamos en nuestras charlas. 

La pandemia cortó en seco esa actividad tan placentera de nuestros viajes. La reanudación -que por desgracia ya nunca podrá ser como antes- ha estado asociada a motivos de otra índole, aunque aporte también su buena parte de disfrute. 

La suerte de que para este nuevo desplazamiento haya encontrado la obrita de Steinbeck me ha dado pie a retomar aquel hábito de la lectura relacionada con el sitio que se va visitar y  el punto de vista de este autor, por el que siento una gran admiración, pensaba que podía darme una visión más detallada y rica de los Estados Unidos. Lo que yo hasta ahora conocía de Steinbeck estaba asociado a la parte oeste, al mundo rural o costero de California donde él vivió por mucho tiempo. Sin embargo, en el libro que había adquirido, el autor inicia en el estado de Nueva York, a principios del otoño, un recorrido hacia la parte norte, camino de Canadá y luego las cataratas de Niágara; después seguirá más al oeste y al sur en su afán de conocer mejor un país como el suyo, tan sumamente grande. No se trata de contar el itinerario del premio Nobel (se lo concedieron un año o dos después de realizar su viaje), sino  de expresar mi gozo por encontrarme por escrito una experiencia que al leerla he sentido compartida en muchos de sus términos. Cuando estando en Canadá tu padre, tú y yo hicimos nuestro viaje hacia Massachusetts fue también a principios de otoño -solo que era de norte a sur- y la lectura del viaje de Steinbekc me trajo a la memoria detalles casi perdidos después de tantos años. Uno de ellos, muy curioso por su entronque con la actualidad, está relacionado con la imagen de Florida. Cuando estábamos en Montreal al llegar el mes de octubre comenzaba hacia Florida el éxodo de los pudientes que con capacidad económica suficiente podían invernar en alguna de sus costas y volver para mayo; pero como esto estaba al alcance de muy pocos, había gente que en febrero necesitaba perder de vista el invierno y se venía como fuera y el  poco tiempo que pudiera a Florida. Recuerdo que una profesora francesa, que trabajaba con tu padre, se hizo con su marido y dos niños tres días conduciendo para la ida, otros tres de vuelta  y estuvieron otros tres en alguna parte de este estado. (Disney en Orlando no existía entonces y he leído que ahora esa población "invernadora" se ha desplazado hacia Alabama porque Florida es muy caro). Ahora en Miami  creo que las cosas son muy distintas por la carestía de la vida, pero no deja de ser interesante pensar en el mundo idílico que esto fue no hace tanto tiempo.

Podría añadir muchos más ejemplos de este tipo aportaciones propiciadas por los libros, pero creo que esta entrada se quedaría algo coja si no pasara a otras más imaginativas y constantes: me refiero a los múltiples viajes  que desde sus páginas los libros nos proponen siempre. Tú los descubriste muy pronto y desde muy pequeña has viajado por ellos. Afortunadamente ahora he podido constatar que los dos pequeños ya también viajan a gusto y solos. Hasta ahora siempre que había venido, el ritual de irse a la cama los infantes iba acompañado de un ratito de lectura por parte de los mayores, sin embargo esta vez, cada uno con una obra acorde a su edad dedican con gusto un rato a su libro de lectura, del que incluso a veces te comentan y relacionan. Creo que te gustará conocer esta actitud de los niños y creo también que contribuirá a que disfrutes un poco más de tu cumpleaños. 

Para Sol. Muchas muchas felicidades.