El local es muy bonito, una sala decorada con sobriedad, paredes con papel con textura de tela en gris neutro, manteles blanco, mueble central lacado en negro, con unas vistosas lámparas en la pared y flores en los rincones para darle una nota de color. El resultado es luminoso y acogedor.
El servicio es muy profesional sin resultar frío, sino muy atento y dispuesto. La carta de vinos es escueta pero escogida con gusto, que es lo que se necesita. Seguimos la recomendación de la jefa de sala y nos decantamos por un "Almirez" 2008 DO Toro que estaba delicioso.
Nos presentaron tres tipos de pan: mediterráneo con tomate y orégano, nueces y albaricoques y tradicional. Probamos los tres y, aunque considero el pan de nueces como mi favorito, en este caso no sabría decir si me gustó más el de tomate. Todos eran estupendos así que es cuestión de preferencias.
Nos decantamos por una comida a la carta en lugar de por un menú degustación. Al llegar nos sirvieron un pequeño cocktail, un "sour", en unas probetas de laboratorio. De aperitivo de la casa, mientras esperábamos, nos pusieron una panacotta de calabacín con tartar de palmito que estaba riquísima.
Mi primero fue un ceviche con helado de mango, espuma de cilantro (de sifón) y palomitas de maíz. El ligerísimo picante y el ácido de la lima del marinado del ceviche se matizaban con el dulzor del mango, la espuma de cilantro muy ligera no se comía el resto de los sabores y el toque suave de las palomitas le añadía gracia al plato. House se decantó por la mousse de foie con puré de orejones, almendras laminadas y fritas con un toque de verdor (canónigos, rúcola...). House tiene buen ojo y, si un plato le llama, no suele equivocarse. En este caso acertó de pleno porque aquello estába buenísimo.
En los segundos nos fuimos a las carnes: carrillera de ternera para mi con su tradicional salsa de vino tinto y su puré de patatas. La carne estaba cremosa y la salsa sabrosa y suave, en la cantidad justa. Realmente muy buena. House eligió la presa ibérica adobada y cocida a baja temperatura. Soy menos de cerdo, pero aún así la probé. Tenía un ligero regusto ahumado y una textura jugosa, en su punto. Estaba realmente rica.
En los postres House tomó tocinillo de cielo helado, sopa fría de maracuya y espuma de moscatel. Me dio para probar con el maracuyá y no me gustó porque, su característico sabor, me mata el del resto de los componentes del plato, por lo que es una fruta que evito (por desgracia parece estar de moda). Luego me dio un poco sin la sopa (la añadían al final así que se puede obviar fácilmente) y, sin ese regusto, estaba delicioso, me recordó a los ovos molles de los portugueses. Cuando volvamos, cosa que espero que hagamos a no mucho tardar, les pediré que no le pongan el jarabe tropical.
Abrieron en junio del pasado año y, para el poco tiempo de rodaje que llevan, nos pareció que funcionaban de maravilla. House y yo estamos más que dispuestos a valorar su evolución.
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