The man who, in old age, can see his life in this way, will not suffer from the fear of death, since the things he cares for will continue. And if, with the decay of vitality, weariness increases, the thought of rest will not be unwelcome. I should wish to die while still at work, knowing that others will carry on what I can no longer do and content in the thought that what was possible has been done. Bertrand Russell.
¿Quién no aspira a ser feliz? No creo que haya nadie, en su sano juicio, ni tampoco ningún loco, que no lo desee. ¿En qué consiste ese sentimiento? Diría que se asemeja al amor, no en vano los enamorados son felices cuando están con el amado, es posible que ahí resida el secreto de la felicidad, en enamorarse del mundo y de la vida, con sus bondades y sus defectos. Al igual que en el cariño, no se trata de que lo que te rodea sea perfecto, sino en apreciar sus virtudes y aprender para convertirse en la mejor versión de uno mismo. Quizá eso sea más fácil cuando se está enamorado, en los momentos en que el amor rebosa e impregna todo, entonces el mundo es maravilloso.
La felicidad es compartir, tiene algo de expansivo que bulle por irradiarse y salir. Depende de uno, sí, pero también de los demás, aunque no de la manera que muchos piensan, no es por lo que te den, sino por lo que se puede aportar. No se logra a través del egoísmo, por esa vía la satisfacción es breve y efímera y a la larga deriva en frustración, quien la busca por ese camino se convierte en un infeliz, un eterno insatisfecho. Suena un poco a sermón, pero la felicidad depende de esmerarse en ser amable, hacer las cosas bien, sin buscar reconocimiento, tan solo por el pundonor de superarse y sentirse útil. En la felicidad no hay remordimientos.
La felicidad es alegría, ir por la vida con una sonrisa, mantener la ilusión, aunque a veces sea una ilusión algo ingenua, casi infantil. Al madurar, la felicidad va más allá y se convierte en una cuestión de valores, una guía de principios fundamentales, no es fácil ser feliz si se actúa de forma contraria a como uno cree que debe hacerlo, pero sin olvidar la tolerancia, respetar y no imponerse a los demás. Con frecuencia, hacer feliz al otro es la mayor fuente de felicidad.