lunes, 18 de mayo de 2015

Celebración maquillada


I was wise enough never to grow up, while fooling people into believing I had. Margaret Mead.

En una de nuestras últimas reuniones, mi amiga del cole me comentó que deseaba aprender algunos trucos de maquillaje. En esa ocasión habíamos quedado para comer en el Barrio de Salamanca. Es cierto que por esa zona no faltan centros de estética y era fácil contentarla, una tarde de cuidados en la que otros hacen el trabajo de ponerte guapa mientras tú te relajas siempre es de lo más apetecible. Sin embargo mi amiga tan solo aspiraba a una clase de iniciación y el plan de sesión de belleza y compra de cosméticos por esos lares presentaba un pequeño inconveniente: el precio.
- Mejor quedamos un día que House esté de guardia, comemos en un sitio chulo y luego te vienes a casa y experimentamos.
Ese plan sonaba tan atractivo como el anterior, incluso más divertido. Mi amiga accedió encantada. El prescindir del pobre House, y sacrificarle a padecer una guardia, no era porque pretendiera ocultarle información, sino por puro sentido práctico. Para ensayar pinturas de guerra no conviene andar cerca de ningún sioux y menos si éste no muestra afición a las plumas ni a los mejunjes. Mi chamán no fuma la pipa de la paz y, a pesar de ello, cuando se le provoca, es capaz de lanzar mensajes de humo por las orejas. Llegado el caso no se necesita un traductor para entenderlos, alejarse un poco es lo mejor para no quemarse.

En un mediodía de calor infernal, en la semana postcumpleaños, nos fuimos a comer a Fishka, un ruso al lado del auditorio. A 38 grados en la calle no habían tenido mejor idea que abrir el ventanal para ¿ventilar? el local. No entraba ni una brizna de aire pero sí todo tipo de pólenes de mayo. La comida estaba deliciosa, a pesar de los sudores y los estornudos. Repusimos líquidos con dos litros de agua. El postre, un flan de queso con tierra granulada de chocolate y merengue de cítricos, nos compensó por aquella sauna. ¿Otra ventaja? Nos ahorramos la fase de abrir los poros para la limpieza de cutis.

Unos algodones empapados en agua micelar remataron la fase de limpieza. Empezaba la preparación de la piel, lo que se traduce en aplicar una crema en rostro y contorno de ojos que evita que el maquillaje se deposite en las grietas y marque las arrugas. Mi amiga es más morena que yo, lo que no es difícil, así que escogí productos acorde a su piel para no convertirla en un fantasma. Afortunadamente cuento con un arsenal de muestras en casa, suficientes para dar, tomar y regalar (hermanísima suele ser la principal beneficiada de mis ataques de desprendimiento). En este país las muestras no se hacen con las aspiraciones a palidez de las japonesas en mente y, gracias a eso, disponía de una amplia variedad de tonalidades a escoger (aunque personalmente ninguna me valga).

Empezamos por un corrector asalmonado que compré por error porque descubrí, a posteriori, que para mí resultaba demasiado oscuro. Sin embargo es un color perfecto para cuando las ojeras tiran a oliváceas, las contrarresta. Esos correctores intensos no son para usarse solos, necesitan matizarse con correctores-maquillaje, de un tono similar a la piel, que además sirven para cubrir manchas.

En esta fase, o ya al final, se puede corregir la nariz. Lo más interesante es afinar el dorso, las narices finas son mucho más discretas, aunque sean grandes, que las anchas. Para ello hay que trazar una línea con un lápiz marrón medio que siga el arco de las cejas y se continúe por la línea de medio perfil del dorso de la nariz. Se repite en el otro lado. Luego se difumina hacia los laterales para que no se vean los trazos. En la zona central se marca una raya muy fina, vertical, con un pincel y un corrector claro. Por supuesto también se difumina.

Según los eventos, las necesidades y las preferencias de cada uno, se puede optar por una hidratante con color, una BB o CC cream, o un maquillaje más o menos cubriente en la misma gama que la piel, al menos si no se pretende salir con una máscara digna del carnaval de Venecia. La manera de extenderlo va en gustos: dedo, pincel, esponja... Lo que sí que es fundamental es aplicar una capa ligera de polvos, sueltos o compactos, para fijarlo todo y apagar brillos. Conviene retirar el exceso con una brocha. No hay que olvidarse nunca del cuello. También hay que empolvar la zona de los ojos para que no se corra el corrector y, de paso, salpicar algo de polvo sobre las pestañas que contribuirá a su volumen.

Levantar las pestañas con un rizador agranda y levanta la mirada. No es una maniobra traumática y el efecto se nota incluso sin maquillar. Últimamente descubrí el "delineado invisible" que no consiste más que en dibujar una línea muy fina, con un lápiz de ojos negro, resistente al agua, a ras del borde interno de las pestañas superiores, no por toda la línea de agua sino solo a ras. El ojo se abre, se enmarca y las pestañas parecen mucho más largas. La gran ventaja es que la mirada no gana dureza, como sucede con la raya tradicional en el párpado.

Siempre defiendo que una capa de máscara es uno de los mayores aliados de la mujer, aunque algunas tienen la suerte de contar con pestañas fuertes, densas, largas y oscuras de manera natural. Si no es el caso, la máscara subsana ese problema sin dificultad. No se precisa demasiada técnica aunque sí hay algunos trucos:
- Si se desea más volumen, aplicar un poco de polvo (del rostro) con un pincel pequeño, en la base de las pestañas (no en la punta porque se formarían grumos) y luego aplicar el rimel. No hacer esto tampoco con las nuevas máscaras con microfibras porque se apelmazarían con los polvos.
- Si se quiere dar una segunda capa, conviene esperar a que la anterior se seque, con unos 30 segundos basta y sobra. Se puede repetir el empolvado anterior si se desea.

El color de la sombra se puede coordinar con el color de la ropa, lo que da más juego que si se ajusta al del iris. Un toque claro en el centro del párpado dará luminosidad a la mirada. Otro, debajo del vértice del arco de la ceja, la levantará. También va bien aplicar un poco en la sien para que el rostro gane luz. Cuidado con los marrones, en exceso avejentan, lo ideal es combinarlos con dorados, cobrizos y rosas.

No hay que olvidarse de perfilar los labios, el contorno se pierde con la edad con lo que el marcarlo contribuye a la juventud del rostro. Suele ser mejor delinear por fuera, unos labios carnosos son más atractivos que unos finos. Hay que tener cuidado en los extremos para que la línea no supere la comisura. Se debe usar un tono carne, sobre todo si el pintalabios es un simple brillo, o del mismo tono que la barra, en cuyo caso conviene no limitarse a los bordes sino rellenar todo el labio con trazos verticales. Nunca usar un perfilador marrón oscuro, como si fuese un tatuaje, no solo resulta de lo más falso sino que en algunos casos incluso produce un efecto indeseable semejante al de un bigote.

3 comentarios:

Chelo dijo...

¿Y cómo quedó la cosa, Sol? Me hubiera gustado ver el resultado final.
Probaré lo del "delineado invisible", no lo sabía.

Sol Elarien dijo...

Quedó bastante bien, natural y más guapa.

canela988 dijo...

Sol, no dejas de ¡Sorprenderme! Me ha encantado la lectura jajá.
Un beso.