I have spread my dreams under your feet.
Tread softly because you tread on my dreams.
W.B. Yeats
El blog cumple 4 años. En realidad este último ha sido un año de blog a medias, en el que he bajado mucho el ritmo. Llega un punto en el que el exceso satura, incluso a mí, y es necesario desintoxicarse y pasar a otra cosa. Siempre hay otras cosas pendientes por hacer y cuando no apetece siempre hay excusas para no hacerlas, el blog era una de ellas.
¿Con qué he sustituido mi adicción al blog? Se podría pensar que he invertido la mayoría de mi tiempo en corregir mis cuentos para publicarlos. Una buena parte sí que se ha ido en ello, los textos necesitaban revisarse y la edición era algo nuevo para mí y la he aprendido, más o menos, a base de errores. Me imagino que hay manuales que simplifican la tarea pero eso de leerse las instrucciones no es mi manera de funcionar sobre todo si hay algún modo de obviar el estudio de la teoría y es posible pasar directamente a la práctica. Tras realizar el experimento se deduce que el método de ensayo y error no ofrece productos perfectos de entrada pero, a fuerza de repetir, el resultado termina por ser adecuado para la autopublicación. Ya lo decía Baltasar Gracián, en uno de los lemas favoritos de mi primo Andrés, "nada sustituye a la constancia", aunque quizás, en este caso, un poco de formación previa habría ayudado.
La escritura no ha sido lo que me ha tenido absorbida. Creo que mi tiempo libre, que en las horas de trabajo más me vale concentrarme en el paciente, lo he invertido en leer. ¿Qué he leído en concreto? Lecturas variadas y surtidas. Me limitaré a lo que va de año, desde Enero, y empezaré a enumerar por Doctorow. La Señora me regaló tras uno de sus viajes a los USA "All the time in the world", un libro de narrativa breve de este autor. Entre todas las historias destacaría la de Joline. Doctorow es un genio a la hora de reflejar la psicología no solo de sus personajes sino del ambiente en el que se encuentran y en Joline ese don brilla con luz propia. Después de aquello me regaló "El Arca del agua", en Reyes, una novela negra diferente en la que los recuerdos y los olvidos constituyen la base de la investigación. No soy de novela negra pero definitivamente sí que soy de Doctorow, escriba lo que escriba. Otros libros desde entonces han sido: El cerebro de Andrew (psicoanálisis puro y fascinante), Homer and Langley (el síndrome de Diógenes de dos hermanos neoyorquinos), La gran marcha (otro de mis favoritos, en este caso sobre el final de la Guerra de Secesión americana a través de la evolución de diferentes personajes), Loon Lake (una narración compleja de amor, sindicatos, poetas y mafiosos durante la Gran Depresión).
También le he dedicado mi tiempo a
Bradbury. Descubrí "Dandelion wine" (traducido al español como El vino del estío) casi por casualidad y me cautivó. Bradbury tiene ese don, te cautiva, convierte las cosas más sencillas en entrañables y el lenguaje más simple en poesía. La novela tenía una continuación, Farewell summer (el verano del adiós) y el mismo escenario sirve para el desarrollo de una historia de Halloween, Something wicked this way comes, en el que dos niños se ven perseguidos por unos feriantes diabólicos. Sobre otro lugar entre la realidad y la fantasía, Summerton, un pueblo perdido en el tiempo, que también se ha olvidado a sus habitantes, versa Somewhere a band is playing. Solo se necesita leer la primera frase para quedar atrapado por la imagen:
There was a desert prairie filled with wind and sun and sagebrush and a silence that grew sweetly on wildflowers. There was a railtrack laid across this silence and now this railtrack shuddered."
A Bradbury en ocasiones se le clasifica como un autor de ciencia ficción, pero en mi opinión eso es acotar demasiado sus capacidades, en realidad es un mago de las palabras, hay luz, color y olores en sus textos. Aunque me encanta la fantasía, la ciencia ficción me cuesta más, supongo que porque la mayoría de esos mundos del futuro viven en una continua guerra y ese ambiente no consigue atraparme. Sin embargo me llamó la oferta de Kindle flash de "El marciano" de Andy Weir y me pasé unos días en Marte totalmente pendiente de las vicisitudes de su protagonista. Es un libro trepidante que te mantiene en vilo de principio a fin. Realmente adictivo. De ciencia ficción es además el último que he leído de Rosa Montero, El peso del corazón. En ocasiones resulta un tanto irregular pero también es cierto que lo compensa con momentos brillantes. De Rosa Montero también he leído en estos meses " El amor de mi vida" "Historias de mujeres" y "La loca de la casa", quizá el de historias de mujeres sea el que me ha resultado más interesante, los otros no me han dejado una gran huella. Desde luego mi favorito sigue siendo
"La ridícula idea de no volver a verte".
De La lluvia amarilla de Llamazares me fascinó su lenguaje poético y su ambiente fantasmal, pero ni el Catedrático ni la Señora compartieron mi entusiasmo, les pareció demasiado trágico y oscuro. Escenas del cine mudo, del mismo autor, me aburrió un poco. Con lo que he arramblado como una posesa es con las obras de Luis Sepúlveda. Hace años hermanita ganó uno de sus libros como premio de lengua en el colegio, en concreto "Un viejo que leía novelas de amor". No me acordaba de la historia y al ver el libro en un estante en casa de mis padres decidí que era un buen candidato para su relectura. ¿Cómo pude olvidarme de ese viejo solitario y agudo? ¿y de los sonidos de la selva amazónica? ¿y del olor de las fieras? Al viejo le siguieron "Hotline", un relato policiaco, "Nombre de torero", otra novela negra fascinante, "La sombra de lo que fuimos", "Diario de un killer sentimental y Yacaré". Además descubrí que también escribía cuentos infantiles, una de mis debilidades, y aproveché para leerme su encantadora "Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar" y la entrañable "Historia de Mix, de Max y de Mex."
¿Ha habido más literatura en español? Por supuesto. Siempre hay clásicos pendientes y otros en los que al releerlos se descubre algo, o más que algo. Me he releído El Quijote, en serio, de principio a fin, e intenté leer por primera vez una de las grandes obras europeas del S.XX, "Las aventuras del gran soldado Svejk", pero me fue imposible. El protagonista no es que sea un inocente, es que es simplemente tonto y no logró interesarme lo más mínimo. Confieso que no le di mucha oportunidad, me resultó tan irritante que decidí abandonarle a su suerte. Mejor me fue con La Regenta, un personaje mucho más complejo que Ana Karenina, obra que en mi opinión merece la pena por el personaje de Konstantin Dmitrovich Levin y el ambiente de cambio social en el que se desarrolla, pero no por el romance y los celos de la dama. La verdad es que en el S. XIX las aristócratas se aburrían como ostras y cualquier emoción que las encendiese cambiaba sus vidas. El problema es que perdían su identidad para acabar siendo un apéndice del amado que, como es lógico, se olvidaba rápidamente de lo que quedaba de ellas. Los Pazos de Ulloa de Emilia Pardo-Bazán ha sido otra de mis puestas al día, ¡qué manera de escribir!, no creo que la Condesa tuviese nada en común con las lánguidas aristócratas francesas, rusas o de Vetusta.
Bien sûr no podía faltar algún francés. Para conocer a Modiano y saber si podía gustarme empecé por un cuento, Catherine Certitude, una historia sencilla de un padre y su hija. Un acierto. Pasé a su semiautobiografía de "Un pedigrí", que no me convenció, me dio la impresión de ser un hombre resentido y duro. Opté por limitarme a la ficción. En sus novelas, aunque solo he leído algunas, da la sensación de que los personajes son los mismos aunque cambia el plano en el que participan, serían tramas paralelas narradas o bien de primer plano o de fondo. Personalmente el que más me gustó fue el de La calle de las tiendas oscuras. De todos modos sé que no he terminado de captar la esencia de Modiano, según el Catedrático en su obra subyace una crítica a los existencialistas y hay que tener una base de conocimientos sobre estos para detectarla y valorarla como es debido. Dudo que aprenda nunca.
Entre medias he leído cuentos y literatura juvenil, aunque la más actual de vampiros y distopías no es mi estilo y por lo tanto no estoy al día en cuanto a novedades. Me encantó la versión de Neil Gaiman del cuento de la Bella Durmiente, The Sleeper and the Spindle, aunque es una pena que en kindle falten algunos fragmentos. At the Back of the North Wind, un clásico de literatura infantil inglés, de George MacDonald con ilustraciones de Willcox-Smith me pareció precioso. A. A. Milne, el creador de Winnie de Pooh, escribió una novela policiaca al estilo de Agatha Christie la mar de entretenida, "The Red House mistery". No dispuesta a quedarme con una única obra de este autor en mi haber busqué más y así encontré en Gutenberg un cuento muy imaginativo y algo disparatado, Once on a Time. Me encantó. También me gustó mucho una trilogía de dragones de Jessica Day George, escrita para niños. De ahí pasé a su serie juvenil de Dancing Princess y a su versión de East of the Sun(...), una de mis leyendas nórdicas favoritas cuyo argumento recuerda, en parte, a la Bella y la Bestia. Supongo que en esos momentos estaba en fase de cuentos de hadas, de héroes y de príncipes azules. Otro filón de literatura juvenil que no defrauda son los ganadores de la Medalla Newbery, que por cierto se menciona en Anne of Green Gables, con historias bonitas y bien escritas. Creo que de ahí salió Number de Stars, de Lois Lowry, en el que la estrella se refiere a la que los judíos estaban obligados a llevar para identificarse. Walk two moons, sobre cómo ponerse en la piel de otros, The island of blue dolphins, Rooftoppers y First aid for fairies salieron de esa lista o de las recomendaciones asociadas de amazon. A veces en la fantasía también me equivoco y tuve que dejar a medias El color de la magia de Prachett porque me resultó absurdo. Le di una oportunidad por el simple motivo de ser una saga que cuenta con muchos fans (razón que no fue una gran muestra de inteligencia por mi parte, lo popular no suele ser lo que más me atrae).
Miro a diario las ofertas de Kindle flash, es fácil, estoy suscrita a su Newsletter. No siempre merece la pena pero cuando lo hace, aprovecho. Un buen ejemplo es la estupenda biografía de Lucrecia Borgia de Darío Fo y otro es la novela de equívocos de Arthur Bennet, Enterrado en vida. A través de una promoción de Casa del libro conseguí Viajes con Charley de Steinbeck, uno de mis escritores favoritos, y eso a pesar de que aún tengo abandonado el final de Las uvas de la ira, el problema es que se me hace un nudo en la garganta de pura tensión ante las injusticias y abusos que se ven obligados a sufrir los protagonistas y tengo que detener la lectura hasta asumir que lo van a pasar mal. He de armarme de valor para seguir; lo sé, soy una cobardica. Viajes con Charley es un diario de ruta con anécdotas y reflexiones en el que el protagonista es el gran escritor. Con eso lo digo todo.
Casi lo último que he leído ha sido el Premio Pulitzer de este año, "All the light we cannot see" de Anthony Doerr. Un libro sobre las vidas de una muchacha ciega durante la Segunda Guerra Mundial y la de un joven alemán con un talento especial para los aparatos de radio. Son capítulos cortos, muy bien escritos, que cambian de escenario de uno a otro pero sin que esos saltos resulten fuera de lugar o rompan la historia, sino más bien al contrario, hacen que la novela mantenga un ritmo similar al del balanceo de un columpio, e igual de agradable. En mi opinión la historia tiene un final muy claro y se prolonga de manera innecesaria, no comprendo por qué su autor necesitó añadir ese final-epílogo.
Después de Anthony Doerr me fui a Cabaret Biarritz, de José C. Vales. Después de una reseña en
"Érase una vez" en la que mencionaban un cierto paralelismo con "Nos vemos allá arriba", de Pierre Lemaitre, me había quedado con ganas de leerlo. Es la historia de la investigación de un crimen construida a base de entrevistas en la que las piezas encajan, poco a poco, como un puzle. Una crónica social que destila humor, cinismo, falsedad y verdades escondidas entre líneas en las que sale a la luz lo que nadie desea sacar.
Aquí lo voy a dejar. Es posible que me haya dejado alguno, por ejemplo no he mencionado a Vonnegut, ni a Nesbit, ni a Hodgson-Burnett ni tampoco a D.E Stevenson (muchos de cuyos libros son accesibles a través de
Open Library), y merecen la pena. Aún así es evidente que la lista no está mal. Si no me gusta una obra, la dejó, hay mucho y muy bueno que leer como para perder el tiempo con algo que no me convence. Ha sido un cuarto año de blog algo raro en el que me apetecía mucho más perderme en el mundo-libro que en el mundo-blog.