domingo, 31 de enero de 2016

Un libro tras otro (2)

De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria. Jorge Luis Borges. 

Después de Gabo me fui al mito del diablo en persecución del alma de los hombres. No había leído Fausto, de Goethe, y decidí que era momento de subsanar esa carencia. Cierto que es una obra maestra pero también es cierto que resulta muy compleja y que mis conocimientos (mejor dicho, la escasez de  ellos) no me permitieron sacarle todo el jugo. Aún así me pareció admirable: el ritmo de la poesía, la imaginación, los diálogos para llevar al otro a su terreno, la recreación de Walpurgis...

Mucho más sencilla y divertida es "La Maravillosa Historia De Peter Schlemihl" de Chamisso en la que el protagonista descubre el valor de su sombra, aunque no esté dispuesto a pagar el precio por recuperarla. De un modo más ligero que Goethe, Chamisso hace también un pequeño análisis de la humanidad.

El último de la triada fue el "Dr. Faustus" de Thomas Mann, un libro impresionante, casi un tratado de filosofía y música, cuyo protagonista es un compositor genial afectado de neurosífilis, enfermedad representada por el diablo. El narrador, mientras refiere la biografía de su amigo, comenta también su preocupación por la situación de Alemania y se confiesa contrario al gobierno nazi. Thomas Mann era un genio, su forma de escribir es prodigiosa, como también lo son los conocimientos que muestra y su manera de pensar y de analizar las situaciones. Ayer terminé su "Muerte en Venecia", historia que narra como, durante una epidemia de cólera en la ciudad de los canales, un viejo escritor, ya enfermo, se enamora de un adolescente que es la encarnación de la juventud y de la belleza más clásica, y aunque sabe el riesgo que corre al quedarse, descubre que ese amor secreto está por encima de la razón y las convenciones con las que ha vivido hasta entonces. El escenario no podía ser otro que Venecia, el lugar donde el tiempo se pierde en el laberinto de sus canales, detenido entre la decadencia de los palacios y el reflejo de su pasado en la laguna, supongo que ni siquiera el tiempo es capaz de resistir el encanto de la ciudad. Si os interesa, podéis encontrar en la página de ciudadseva junto con otros muchos relatos y cuentos clásicos traducidos al español (entre ellos algunos de Thomas Mann, más breves y asequibles que sus novelas).

Y ya que estamos con cuentos, "Todos los cuentos" de Cristina Fernández Cubas, recoge en un tomo los cinco libros de cuentos de su autora. Son relatos inquietantes, muy bien escritos, que despiertan la intriga y enganchan al lector aunque, en ocasiones, los giros para mantener la atmósfera psicológica y llegar a un final, que suele ser abierto, resultan algo forzados. Otra narración llena de tensión es el cuento que abre "La excursion" de Gerald Durrell en el que, además de esa espeluznante historia de miedo, hay dos relatos de desventuras familiares al más puro estilo Durrell, es decir: disparatadas y divertidísimas. Por cierto, nunca os subáis a un barco griego (si podéis evitarlo).

Cortas y de viajes son también las historias de Luis Sepúlveda, un escritor chileno cuya ideología no comulga con la del Catedrático, aunque en mi opinión, de hija rebelde, cayó en un fragmento desafortunado y no le ha dado una oportunidad. "Patagonia Express" fue el culpable de ese desencuentro. Más que un libro es un viaje, un recorrido lleno de aventuras que comenzó en Martos, con su abuelo (un personaje demasiado irreverente con la iglesia), cuyo regreso ha de cumplir el nieto. Es ese largo viaje, con todas sus vicisitudes (algunas durísimas), sus estaciones y la gente que encuentra en el camino, el que se narra en este magnífico libro que te conquista de principio a fin. "La lámpara de Aladino" es una colección de relatos políticos, policiacos, románticos, oníricos, de recuerdos y en recuerdo de, algunos con un estilo más periodístico y otros semejantes a un cuento. Mi favorito es el más poético y ecológico de todos, el del árbol, una preciosidad. Ecologista es el "Mundo del fin del mundo", una denuncia de la caza de ballenas y una novela en la que el agua helada del mar austral penetra hasta los huesos a través del viento de sus páginas. Y ecologista es también la deliciosa "Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar", que he vuelto a releer y a disfrutar tanto o más que la primera vez. Cuenta la historia de un gato que adopta un polluelo de gaviota y que, a la hora de enseñarle a volar, se encuentra con dificultades casi insalvables. Muestra lo importante que es el honor de los gatos del puerto a la hora de cumplir sus promesas. Es un cuento para todas las edades, divertido y lleno de ternura.

(continuará, sí, que aún vamos por la mitad)

1 comentario:

señora dijo...

Compartir opiniones sobre libros es una de mis muchas aficiones, así que en este caso no podía resistirme, sobre todo cuando se trata de autores que me gustan especialmente. Es el caso de Thomas Mann, del que todo lo que he leído me parece extraordinario y de quien voy a buscar ese Doctor Faustus que recomiendas. De Pessoa tengo que decirte que pensaba un poco igual que tú, que debía de ser un personaje muy especial. Por esa razón me compré un libro de un autor portugués que había recogido la correspondencia amorosa que Pessoa había mantenido con una joven de la que se suponía enamorado. ¡Menuda decepción! Era una relación con tan poco fuste que no me extrañó nada que la muchachita se desencantara a los pocos meses de iniciar el medio noviazgo. Y de Merino todavía no he leído Viaje a la Patagonia, pero sí el de Aladino y "El viejo que leía novelas de amor" Tengo que buscar este último para pasártelo porque me pareció de lo más entretenido.