martes, 28 de febrero de 2017

A Sobrinísima por sus 18 años

El otro día me preguntó House qué diría si tuviese que hablar durante 10 minutos al mundo y todo el mundo estuviese obligado a escucharme. ¡Demasiada responsabilidad! No creo que nada de lo que yo tenga que decir sea tan interesante. De hecho llevo varios días, mejor dicho semanas, dándole vueltas a esta entrada. Sobrinísima cumple 18 años y ya el año pasado me recriminó, no sin razón, que no escribiese nada ese día en el blog. En esta ocasión aún tendría más razón para abroncarme.

No pude evadir la cuestión de House. Intenté escaquearme, pero él insistió. De nada me sirvió tratar de devolverle la pelota, al parecer era yo la que tenía que hablar, no él, y el problema es que, de verdad, no tengo mucho que aportar, ni a sobrinísima ni al resto del mundo.

Divagué un poco. Supongo que algunos hablarían de dinero, de poder, de arreglar el mundo (¡cómo si fuera posible!), de amor, de espiritualidad... No es lo mío, si algo me caracteriza es mi sentido práctico, cuando algo no es útil no tiene sentido darle vueltas, así que en mi discurso hablaría del día a día, de esas cosas pequeñas que contribuyen a la felicidad.

Es curioso, la felicidad está en uno mismo, al menos en cada uno reside la semilla para ser feliz, si uno cede la responsabilidad de su felicidad a los demás, no conseguirá nada. Sin embargo la felicidad no es egocéntrica, al contrario (al menos la mía), es un sentimiento expansivo que precisa contagiar a otros para desarrollarse.

La sonrisa es un requisito, no solo mejora el aspecto del que lo luce, como ya he comentado anteriormente, sino los ojos con los que le valora el resto. Al sonreír a alguien, la respuesta normal es que te devuelvan esa sonrisa y que con ese gesto caiga alguna barrera, no en vano se dice que se cazan más moscas con miel que con vinagre. Sonreír es fácil, pasear la sonrisa alegra un poco el día.

Una de las cosas mejores de mi profesión, y que hace que cada vez me guste más y disfrute más con lo que hago, es la posibilidad de ayudar a otros. Saberse útil hace que la vida cobre sentido y se sume otro punto a la propia felicidad. ¿Vocación? Dudo que la tuviese cuando empecé, opino que en el caso de la Medicina la vocación se desarrolla junto con la profesión. Disfrutar del trabajo también contribuye a la felicidad, todo tiene su parte positiva y su negativa, nada se salva de su sambenito, no obstante hay que aprender a apreciar lo bueno que hay en casi todo. No sé si mi optimismo es fruto de mi pragmatismo o al revés, pero ambos están muy relacionados: ¿para qué perder el tiempo en algo abocado al fracaso? Si se intenta es porque es posible.

Los seres humanos estamos llenos de contradicciones, tenemos días buenos y malos, muchas veces actuamos de forma distinta a nuestras ideas, no dedicamos el tiempo a lo que nos parece importante sino a algo superficial o directamente a nada. Nos equivocamos y hemos de asumir nuestros errores para madurar. Para juzgar existen los jueces y su tarea no es fácil ni algo que se pueda practicar alegremente; mejor ir por la vida sin criticar, y mucho menos cuando con frecuencia no conocemos todos los hechos. Ya lo decía mi abuelo, para decir algo desagradable, uno mejor se calla, y gracias a ese consejo se ahorran errores de juicio y discusiones estúpidas. Es mucho más fácil ser tolerante con uno mismo que con los demás, solo con la práctica se consigue aplicar a los demás el mismo rasero, y eso no siempre. Hay que intentar ponerse en el lugar del otro para comprenderlo. La comprensión es la base de la paciencia, al menos de los que no la tenemos de manera innata.

Igual que la felicidad propia repercute en otros, lo mismo sucede con la felicidad ajena, es un círculo vicioso, hacer a alguien feliz hace a uno mismo más feliz. No hay que ser médico para lograrlo, están la familia, los amigos, y en realidad cualquiera, los gestos de cariño, o la simple amabilidad, hacen que todo el mundo se sienta mejor. Siempre hay pequeños detalles capaces de despertar ilusión y también pequeños detalles por los que no merece la pena amargarse la vida, otra cosa que hay que aprender es a poner las cosas en perspectiva y no dar a las nimiedades más valor del que tienen (casi ninguno), solo son irritantes cuando se les presta atención.

Son cosas pequeñas, sencillas, aunque cuesta descubrirlas, y que al practicarlas, crecen. Después de perfilar mi "discurso", House me confesó que la idea se le había ocurrido por la generalización de las redes sociales, entre ellas mi blog, como una ventana al mundo. La gente habla de su look, del último bolso que se ha comprado, se centran en ellos mismos como si fuesen algo relevante, no miran alrededor, que no es nada más que eso que gira en torno suyo. Lo llamativo es la popularidad que muchos consiguen con ese sistema. No obstante, en palabras de House: "El ser humano, cuando progresa y crece, es cuando mira a las estrellas, no cuando se mira su propio ombligo."

Para terminar esta entrada solo me queda desearle mucha felicidad a Sobrinísima en su mayoría de edad y espero que mi experiencia le sea útil para lograrlo. Por supuesto no debo pasar la oportunidad de plantearos la pregunta: ¿de qué hablaríais vosotros al mundo en esos 10 minutos?

8 comentarios:

House dijo...

¡Feliz cumpleaños, sobrinísima! Parece que los 18 sean una barrera que marque alguna diferencia, y la verdad es que las diferencias las hacemos nosotros, no los años.
Un abrazo fuerte.

Carmen dijo...

Preciosa entrada y muy útil para ser feliz y hacer felices a los demás (algo que debería ser imprescindible al nacer). Seguro que Inés toma nota y reflexiona sobre muchas de esas cosas tan sensatas que has puesto.
A mi no me faltarían temas de conversación para llenar esos 10 minutos (trabajar en un cole da mucho de si) pero creo que hoy se los dedicaría a mi hija. Ella sabe que es una persona muy especial y tiene que ir descubriendo sus fortalezas y olvidando sus puntos débiles poco a poco ¿O no es eso lo que deberíamos hacer todos?
Muchas felicidades hija, ya sabes que lo único que te deseo en la vida es que seas feliz.

Unknown dijo...

Precioso Sol, me ha encantado.
Inés, muchas felicidades y como bien dice tu madre y tu tía, lo importante en la vida es ser feliz, y no peleaser con las hermamas.
Muchas felicidades.

Unknown dijo...

Para no saber qué decir, te has explayado a gusto. Comparto tu forma de sentir y, si todo el mundo lo pusiera en práctica, viviríamos en un mundo mucho mejor. Cuánto ganaríamos si todo el que leyera tu blogg siguiera tu ejemplo. Felicidades a sobrinísima y besos 😘 para tí

ELVIRA dijo...

El cumpleaños de sobrinisima siempre ha sido un acontecimiento. Como primera hija, nieta y sobrina, era una fecha muy marcada en el calendario. Este año tiene de especial que el Estado considera que tiene la suficiente madurez como para decidir por sí misma (y asumir las consecuencias, claro). Recuerdo que cuando cumplí 18 años estábamos todos embriagados con la noticia de su futura llegada al mundo. No creo que nadie hubiera podido hacerme mejor regalo que saber que iba a ser tía! Espero que disfrutes mucho de este día, y del resto. Muchos besos!

Emerencia dijo...

Mi estimada Sol,

Me quedo con estas palabras:
"La sonrisa es un requisito, no solo mejora el aspecto del que lo luce, como ya he comentado anteriormente, sino los ojos con los que le valora el resto"
"para decir algo desagradable, uno mejor se calla"
"El ser humano, cuando progresa y crece, es cuando mira a las estrellas, no cuando se mira su propio ombligo."

Hay tanto de cierto en tus palabras es una reflexión, una lección de vida para sobrinísima y para todos. Tatuarnos estas frases para llevar con nosotros la felicidad de sentirnos bien, respetarnos para respetar, querer para querer.

¿qué hablaríais vosotros al mundo en esos diez minutos? tal vez de la bondad del abrazo, de los recuerdos tallados de los seres que se han ido, del brillo maravilloso de la vía láctea, del sonido del agua en el deshielo; tal vez de la magia del escenario y de como me pinto la mirada y la sonrisa cada día para recordar a Sol con su maletín de maquillaje.

Un abrazo

Chelo dijo...

Precioso alegato, Sol. Estoy de acuerdo en muchísimas cosas, sobre todo en que la felicidad es un sentimiento expansivo que precisa contagiar a otros para desarrollarse, que muchas cosas hay que verlas con perspectiva y que se atrapa más con una gota de miel que de hiel (o vinagre, como tú dices).
Puede estar contenta sobrinísima. La mía cumple los 18 este verano y ya ando yo pensando en el tema.

Y en cuanto a tu pregunta, si tuviera que hablar de algo creo que lo haría de las cosas que NO hacemos y por tanto nos perdemos, tales como exteriorizar sentimientos, viajar por el mundo, cambiar de trabajo o de casa o andar sin contemplaciones al llegar a cierta edad.

Genial post, y genial House sugiriéndote el tema.

Besos.

Paloma dijo...

Feliz cumpleaños sobrinísima y por supuesto felicidades prima por otro relato de los que me sirven. Son muy potentes y válidas para mí tus palabras. Una entrada tuya que al final se nos hace extenso a todos, y a la vez como todo lo que escribes:, profundo, tocando la fibra sensible y a la vez sencillo.
Todos estoy segura nos vemos reflejados. Tus entradas son lecciones: y al menos para mi, lecciones de vida, mi querida prima. Un besado, Palomilla.