Una imagen que siempre me viene a la cabeza es la de hermanita cuando la llevaba al colegio y poco antes de la valla me decía adios y se convertía en un ser independiente dispuesta a enfrentarse al mundo. La veía avanzar sola, con su lazo blanco en su pelo rubio y su mochila de peluche, un oso panda, a su espalda. Verla tan pequeña y con esa decisión era una sensación extraña, una mezcla de orgullo y de instinto de protección.
Hermanita comparte con la Señora muchos rasgos de personalidad, es una líder nata que desde siempre ha tenido las cosas muy claras y con la que la mejor manera de discutir es razonar. Muchos recién nacidos ya dan idea de su temperamento y ella no ofreció dudas, desde bebé se la veía venir y con sus primeras palabras, a la tierna edad de 9 meses, nos mandó callar a todos. Nunca pasaba desapercibida. Su aspecto, su seguridad en sí misma, su carácter fuerte y positivo, su sentido común y su inteligencia hacían que fuese difícil resistirse a su encanto. No solo tenía facilidad para hacer amigos, sino que ha mantenido esas amistades en el tiempo, y sus amigas de toda la vida han estado ahí en los momentos buenos y malos, y ahora, cuando más las necesita, son un gran apoyo.