miércoles, 10 de diciembre de 2014

Caligrafía

Se dice que la caligrafía refleja la personalidad del individuo y, de hecho, hay toda una ciencia alrededor de esa afirmación. Como en todo lo referente a la psicología, es una verdad a medias. Opino que un examen grafológico no constituye por sí solo un criterio diagnóstico de nada. La letra manuscrita depende de muchos factores y el rellenar cuadernos de caligrafía en la época escolar no influye demasiado en el resultado final del adulto.

Aprendí a escribir sin palotes. Mis primeros cuadernos, y los que les siguieron hasta el final de la carrera, eran tamaño cuartilla y cuadriculados. Creo que era la única estudiante universitaria con ese tipo de cuadernos. El motivo: mi desorganización. Gracias a aquel método lograba conservar los apuntes medianamente ordenados. Probé con los folios pero duraron poco, muy poco. Un día las gomas de la carpeta estallaron con, tan mala suerte, que escogieron el momento en que me bajaba del coche de mi padre, en pleno atasco de la salida de la carretera de Colmenar. Las hojas volaron y, en medio del caos que se montó, no recuperé todos los apuntes, aunque lo intenté. Después de aquel incidente, el Catedrático nunca más me acercó a la Facultad. Con los cuadernos no corría peligro de sufrir semejantes percances. Tenían que ser pequeños porque con los grandes no conseguía mantener el orden. En serio.

En párvulos, trazar los signos no era muy distinto a a dibujar y a colorear sin salirse de los bordes, simplemente variaba la interpretación de lo representado. Las letras largas ocupaban dos cuadrados  y el resto iba metido dentro de uno. Además rellené algún cuaderno de caligrafía, me gustaban, me parecía que las letras tenían una forma muy bonita, tan regular y redondeada. Esa misma letra era la de Dª Luz, incentivo más que suficiente para esmerarme en copiarla. Mi escritura ha variado a lo largo del tiempo según se asemejaba a la del modelo de cada momento, ya fuese por estética o por admiración hacia su autor. Después de la carrera de Medicina, y los apuntes a velocidad de taquigrafía, los rasgos degeneraron sin remedio. La letra de médico es una secuela de la carrera.

Durante una época hermanísima padeció los deberes de caligrafía impuestos. Recuerdo que estaba en 5º, por lo que no era ninguna principiante en el arte de escribir. Sin embargo, acabábamos de mudarnos de Valladolid a Madrid y a la nueva profesora no le complacía la grafía de mi hermana. El problema es que tampoco le convencía el resultado de los ejercicios y se los mandaba repetir una y otra vez. La muestra era la propia letra de la maestra que, por supuesto y por desgracia, no era Dª Luz. En vista de que el asunto no tenía remedio, y que ya por entonces me parecía una soberana pérdida de tiempo, opté por hacerle yo aquellos deberes. Mi letra sí que le gustaba a aquella profesora y, afortunadamente, yo no había pasado por sus manos y no la reconocía. De ese modo hermanísima evitaba repetir los ejercicios y podía dedicar el tiempo a otros menesteres, lo que no significa que siempre fuesen de índole académica.

Con el tema de la escritura a mano de los finlandeses se ha desatado la polémica sobre la caligrafía. En ese país nórdico aprenderán a leer y a representar las letras pero no potenciaran la escritura manual sino que se volcarán más en la mecanografía. Dado que no existe un área del cerebro para la escritura, no me parece un tema tan grave. Se desarrollarán las conexiones entre las distintas áreas independientemente de si la escritura es con letra capital o cursiva.

¿Significa eso que la gente va a dejar de escribir a mano? En realidad muchos han dejado ya de hacerlo. También muchos han dejado de mirar el paisaje que les rodea para centrarse en la pantalla de su móvil. Sin embargo, el que quiere escribir a mano, aún lo hace, y el que quiere leer un libro en papel también. Si hiciéramos un paralelismo con la lectura habría que tener en cuenta que no todo el mundo lee, algunos no tienen ningún interés en hacerlo, y a otros les basta con los titulares de los periódicos deportivos. Esos mismos tampoco suelen tener ningún interés en escribir (más allá de los whatsapp) y, dada su ortografía, es mejor que se abstengan. No es que defienda la ignorancia, simplemente es un ejemplo de cómo en un país en el que se enseña caligrafía, no todo el mundo hace uso de ella.

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