El sábado fue un día muy fructífero en cuestión de libros, empecé por la mañana y terminé, por la tarde, Las hazañas del capitán Carpeto, de Rafael Reig. Lo escogí porque lo mencionaban en la página de Eraseunavez, en un artículo sobre libros inspirados en El Quijote. Trata de las aventuras de un hombre que, tras una tragedia personal, y después de leer un exceso de comics, decide asumir el papel de superhéroe para salvar la Hispanidad. Su Sancho es una enfermera en paro y metida en líos por culpa de una relación con otro internauta, los molinos son eólicos y los criados azotados, manteros inmigrantes. No hay Rocinante, nuestros protagonistas se mueven, con mala o peor fortuna, en camiones, autobuses, lanchas, pateras, helicópteros, AVE y taxis. Se publicó por entregas en un periódico y no se ha editado a la hora de reunir los episodios por lo que algunos se asemejan al resumen recordatorio de un culebrón, aunque en un género mucho más divertido. De este modo resulta muy fácil de seguir. Lo veo muy indicado no solo para el centenario de la muerte de Cervantes sino para la tesitura actual... ¿Aparecerá un superhéroe dispuesto a salvar la Hispanidad? (¡Ufff! espero que no tenga lazos con los culebrones venezolanos). El nudo del complot, que afecta a la Liga de fútbol, no llega a un desenlace, no sé si el autor tenía previsto una continuación (ojalá), aunque la premisa es tan descabellada que es difícil alcanzar una conclusión lógica, ni siquiera una explicación. Tiene encanto, es muy, muy ocurrente, disparatado y divertido.
Después del éxito, la tarde del sábado decidí seguir con Rafael Reig, ¿para qué cambiar?, y su Guapa de cara. Tras ser víctima de un asesinato, Lola recuerda su vida, su infancia en los 60, el amor imposible de su vida, su muerte, los momentos con sus padres, con los locos del sanatorio... Su guía en la muerte es un chiquillo preadolescente fruto de su mente literaria. Pensé que iba a ser una comedia del estilo de las Hazañas del capitán Carpeto, aunque con asesinato de fondo, pero es un libro sobre la vida de la protagonista en el que la muerte es la excusa para la reflexión y el recuerdo; no es tampoco una novela policiaca. Se lee con facilidad, de una sentada, y sin ser ninguna maravilla, deja una sensación grata.
El domingo por la mañana pasé a La maravillosa medicina de Jorge Roald Dahl. Después de ver que está dedicado a todos los médicos, no comprendo cómo no lo he leído antes. Al leerlo me sentí como si volviese a jugar a las cocinitas de mi infancia en la granja, pero llevado al extremo (y eso que nuestras comiditas llevaban hasta vitaminas de conejos, pimentón de ladrillos molidos, sal de yeso y pan de cerdos). Al igual que entonces, pasé un buen rato, aunque algo más alocado e igual de divertido. ¿El argumento? La abuela de Jorge es una bruja que aprovecha cuando no están sus padres para machacar a su nieto. Jorge tiene que encargarse de darle su medicina pero la susodicha medicina no le hace ningún efecto a la vieja y el chiquillo decide inventar una nueva, mucho más eficaz. ¿Cuáles serán los ingredientes? (mejor dicho, ¿cuáles no serán los ingredientes?) La anciana necesita una buena dosis de todo. Los resultados son sorprendentes. ¿Se podrán reproducir?
Aún quedaba domingo, y al ser año bisiesto el mes me ofrecía un día más para leer. Hacía mucho que no cogía nada de Padura y me encontré en las manos con Vientos de cuaresma. Las novelas negras de Padura tienen más de literatura social que de investigación policiaca. En esta obra, el telón de fondo es el asesinato de una joven profesora del antiguo instituto del Conde, un crimen envuelto en una trama de drogas, influencias y sexo, pero en primer plano está el personaje del detective Mario Conde y es en sus sentimientos, sus amigos, sus recuerdos y su carácter en lo que se centra la historia. El escenario es, por supuesto, La Habana, una ciudad única a pesar de los problemas de sus calles y lo duro de su día a día. (Lo he terminado hoy lunes, con el mes).
1 comentario:
Cada vez que leo tus entradas sobre libros, además de muy interesantes, parece que te viera cuando éramos pequeñas en la granja y en mi casa. Besazos. Pal
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