En la orilla hay lágrimas de mar, lágrimas que lloró el alba y que enjugaron las aguas con una esponja marina. Lamentos de luz que manan del canto de las sirenas, en un llanto de burbujas y un eco de brisa y agua. Cristales de sal, diamantes, arrancados de la sima de las profundidades.
En el fondo del abismo, Oceánida grita. No llora, nunca volverá a llorar; la bruja secó sus lágrimas, la engañó con sus palabras mientras guardaba su magia en la esfera de cristal.
Llora el agua que era libre al verse esclava en el seno globuloso de la esfera. Son sollozos prisioneros en los que aún late con fuerza un sol que se despereza. Una campana que guarda la esencia vital de Gaia y late al acariciarla con memorias olvidadas.
En el litoral hay cuerpos que ruedan entre las rocas. Son reflejos de azul cielo y mil destellos de aurora que se bañan o se secan al capricho de mareas; son reliquias encantadas, fragmentos de agua cautiva que, al luchar con su destino, flotaron hasta la orilla. Celdas de lágrimas muertas que navegaron a tierra como una flor marinera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario