martes, 4 de julio de 2017

Visita del presidente

No sé cómo se presentará la mañana, hace unas semanas, el presidente de la Asociación de HHT me comentó que tenía intención de venir, también me avisaron algunos pacientes para este día y les dije que no había problema, así que me imagino que vendrán, aunque no he hablado con ellos recientemente.

Entre las vacaciones y otras incidencias, estamos en cuadro. Además de las urgencias y los Rendu, me toca pasar planta. Voy a primera hora, tan temprano que algunos aún duermen, soy consciente de que el hospital mantiene unos horarios infernales para el descanso de los pacientes: medicaciones y mediciones casi en mitad de la noche y visitas médicas casi al amanecer (en invierno en plena noche), pero a veces no es posible hacerlo de otro modo, la otra opción es multiplicarse y aún no han dado con la fórmula. A pesar de la hora, a uno de mis enfermos ya se lo han bajado a diálisis, en el camino de vuelta me desviaré un poco para pasar a verle. Otro de mis operados se encuentra de maravilla, está sorprendido porque no le duele nada (el pobre lleva unas cuantas cirugías encima). No pensaba darle el alta, quería vigilarle un poco más, pero no parece haber mucho que vigilar y, a fin de cuentas se está mejor en casa; el hospital existe y ahí seguirá si alguien lo necesita.

Siempre hay gente de la casa para ver, a ellos o a algún familiar. Me encuentro con uno al volver a la consulta. Además aparecen pacientes de curas, pacientes de revisión sin cita, más recomendados... De momento, lo que no llegan son los Rendu, para muchos el viaje es largo. Decido aprovechar para acercarme de nuevo a la planta y llevarle las recetas al que se va de alta. No hago más que imprimirlas, cuando aparece el presidente con los primeros Rendu.

A partir de ahí, llegan todos los que esperaba y alguno más, se presentan uno tras otro. Aprovecho para que conozcan al presidente y hablen entre ellos en la sala, el compartir experiencias suele ser buena terapia y ameniza la espera. La tarea se acumula, hay urgencias, pacientes de planta y llamadas diversas. Invado la consulta de al lado, con la falta de personal está vacía, ya que no es posible estirar el tiempo, estiro el espacio y de ese me duplico en lo posible, al parecer la fórmula, que dista mucho de ser perfecta, es tener hueco y correr de un lado a otro, mejor con una sonrisa y sin quejarse de estrés (como me dice uno de mis pacientes mientras me ve volar). No obstante hay enfermos de los que no conviene separarse y hoy es el caso.

Son pocas las veces que no consigo infiltrar a un paciente, aún así lo intento y más de una vez el intento sale bien, aunque por desgracia no siempre y mi tentativa del día no tiene suerte. El paciente sangra tanto que no veo nada, imposible averiguar la zona de origen. Lo primero es cortar la sangre, o al menos disminuir el caño para distinguir algo, primero con algodones, con presión (motivo por el que no puedo irme lejos porque es mi mano la que aprieta su nariz y la periferia) y con tiempo. Nada funciona y al final no me queda más opción que taponar. Sin embargo no me rindo, quizá en un rato pueda volver a probar. Mientras hago tiempo, me dedico a otros pacientes, de vez en cuando relleno algún papel, aunque los informes son poco más que repeticiones de los anteriores, ¡bendito corta y pega! Si me siento ante el ordenador es porque la silla está en medio y me impide alcanzar la impresora con comodidad.

Un par de esclerosis más tarde, sin complicaciones, y alguna urgencia rápida, vuelvo a la carga con el enfermo de la hemorragia. A pesar de mi perseverancia, no obtengo más éxito, tengo que taponarle sin más dilación, no es cuestión de permitir que se desangre en la consulta. No sé si algo de lo que he conseguido infiltrar a ciegas de esclerosante le hará efecto tras unos días, pero es la opción que tengo, cruzar los dedos para que funcione y repetirlo entonces.

No he parado en toda la mañana y sin darme cuenta se acerca la hora del final de la jornada. De repente, me encuentro con que no me quedan más infiltraciones. ¿Qué hago? El trabajo en el hospital nunca se acaba. Tendría que pasarme por la urgencia para comprobar que no hay nada pendiente, pero antes decido acercarme a Farmacia para que las farmacólogas, que se han implicado tanto con estos enfermos que hasta han hecho un estudio sobre su calidad de vida y la eficacia del tratamiento, conozcan al presidente de la Asociación. El encuentro resulta muy prometedor, se perfilan los planes para publicar el estudio e intentar así generalizar la fabricación de la pomada de propanolol para la nariz en otros hospitales y algunas farmacias y también para hablar sobre la misma en la próxima reunión de la Asociación.

1 comentario:

BIENVENIDO MUÑOZ dijo...

Querida amiga.
Doy fe de todo lo que relatas. Ese presidente ya sabia
que trabajas sin descanso pero sin dejar de sonreir, sin dejar de ser amable y cariñosa. A falta de tiempo duplicas el espacio y triplicas la esperanza. Me faltó ponerme los guantes, que con mucho gusto lo hubiera hecho. Al menos para empapar el algodón de anestesia o sujetar la batea. Por que en tu consulta tampoco te asiste nadie. Será la falta de personal que aqueja a la sanidad de muchos lugares.
Fue gratificante sentarse a hablar con los pacientes. Quizá alguien de la Asociación debería de estar en esa sala de espera todos los martes, para ayudar en lo que se pueda aunque sea calmar los nervios, pues un poco de miedo siempre hay.
Salimos muy satisfechos de como nos trataron en el HUFA, por ti, por la doctora de oftalmología y por las doctoras de farmacia. Y más aun, sabiendo que se publicará el estudio que facilitará el que los Rendu conozcan más sobre lo que haces y consigan las cremas con facilidad.
También he de decirte que el presi se siente alagado por ser un poco protagonista de tu relato.
Gracias amiga.