disfrazada de fantasma,
transparente entre las cortinas pálidas.
Se engancha en la tela y se cuela en la estancia,
se detiene, retiene el aliento
y el aroma de eucaliptos en verano
descansa en la penumbra de entre las camas.
El aire está quieto, pesado de calor y sueño,
sombras, formas, un espejo,
una mesa con adornos y un joyero,
el contorno de un armario
y un sillón bajo un perchero;
piezas que ya son recuerdos.
Fuera, en la calma de la era,
sobre placas de galena
cubiertas de arena seca,
la granja duerme bajo las estrellas.
Silencio, verano, tiempo...
Ya las últimas Perseidas
cruzan el cielo fugaces,
en la estela de un instante.
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