lunes, 28 de septiembre de 2020

La vida es bella por sobrinísima

La siguiente reflexión es una entrada-comentario de sobrinísima a la entrada del aniversario de hermanita. Las sobrinas eran unas niñas en la boda, sobrinísima estaba mala, con fiebre, pero llena de ilusión por su papel, y su hermana nos deleitó con todo tipo de acrobacias en el escenario durante la celebración.

La vida es bella es una de mis películas preferidas, es una película inspiradora y que invita a la reflexión. Recuerdo que la primera vez que la vi fue en el instituto, en la asignatura de Religión, y en aquel momento la recibí de forma muy diferente a las veces posteriores. En un primer momento, a lo mejor debido a mi inocencia y desconcierto (no aceptaba el final de la película) me hacía pensar que el mal lograba vencer al bien. Sin embargo, con el tiempo, comprendí que ese no era el mensaje con el que la película pretende que el espectador se quede, es uno mucho mayor. Así, la lección más importante que extraje de esta película fue la de buscar la luz incluso en los momentos más duros y más oscuros de nuestra vida, porque si estamos dispuestos, la hay y la encontraremos. No fue hasta hace dos años, que comprendí la importancia y la realidad de este mensaje. 

Recuerdo casi a diario a mi tío y creo que tanto a él como a mi tía les va como anillo al dedo esta película (que además eligieron como banda sonora para el día de su boda). Para mi, ellos han encarnado la misma lección que la que nos muestra “La vida es bella”: han disfrutando de los momentos más felices de su vida usándolos como combustible para seguir adelante en los más difíciles. 

El día de la boda de mis tíos fue de los momentos  más felices para mi hermana y para mi, primero porque estábamos deseando que por fin se dieran el sí quiero y segundo porque nos eligieron como damas de honor, lo que nos hacía una inmensa ilusión. Tan pletóricas estábamos que hasta queríamos sentarnos con ellos en el banco en frente de todos, lo cual no fue posible y a pesar de nuestra decepción y nuestra quejas, tuvimos que sentarnos en otra parte, aunque eso no nos importó en comparación con el hecho de que finalmente se casaran. De aquel día también recuerdo preguntarle a mis tíos por qué no entraban en la Iglesia uno detrás del otro, y ellos respondieron que lo harían juntos, y así, juntos y de la mano han caminado y hecho todo  siempre, como un equipo perfectamente compenetrado, y estoy convencida de que siguen estándolo. 

Igual que en “La vida es bella”, mis tíos han vivido momentos más felices y otros difíciles,  han aprovechado al cien por cien los primeros y han afrontado juntos los segundos, empleando  la fuerza que los primeros les había proporcionado para seguir adelante. Este mensaje es el que observo que mi tía les enseña a mis primos día tras día, ellos recuerdan a su padre pensando en los mejores momentos que han pasado con él y siempre con una sonrisa, a pesar de echarle de menos a diario y de estar tristes por su ausencia. Yo personalmente trato de recordar esto los días más duros, cuando el sentimiento de aquella primera vez que vi La vida es bella en un aula de instituto, de rabia y desconcierto, me asolan y no me dejan ver la luz al final de túnel ni recordar a mi tío como él se merece.  Me quedo con los momentos más dichosos y divertidos con él, además de con su gran vitalidad, y sobre todo con su herencia: Jaime y Raquel.

6 comentarios:

El tito Paco dijo...

El día de ayer, dentro de la particular dificultad de este confinamiento, el enésimo después de tantos meses, me resultó especialmente duro. La nota de Elvira y el recuerdo de la película me animaron, aunque lo que más me gustó fueron las caras de Jaime y Raquel en casa de su tío durante la comida. Hoy, al leer esta nota de Inés, experimento la alegría que cualquier educador debe sentir ante el resultado de un trabajo bien hecho. Enfocar la vida con sobriedad, visión realista y sentido profesional del deber es compatible con la alegría y esperanza del futuro. Los hijos y nietos son lo más importante que dejamos. Sus respuestas ante la realidad nos dicen mucho sobre nosotros mismos. Muchas gracias, Inés.

señora dijo...

Querida Inés: cómo me ha gustado tu entrada en el blog, tan sentida, tan reflexiva, tan bien escrita y sobre todo tan positiva. Es muy esperanzador de cara al futuro leer ese cúmulo de recuerdos y sentimientos compartidos que han dejado en ti una huella tan profunda y tan rica. Deseo que la vida también te ofrezca a ti la posibilidad de una experiencia semejante a aquella, de la que sacaste vivencias muy profundas y que tanto pueden contribuir a la felicidad.

Elvis dijo...

Muchas gracias Ines por este comentario y por compartirlo. Recuerdo perfectamente cuando nos preguntaste por qué entrábamos juntos y me produce una enorme satisfacción ver que entendiste nuestra respuesta y que lo hayas visto plasmado en nuestra vida común. Un día, enseñándoles a Jaime y Raquel las fotos de la boda me dijeron que menudo morro las primas, que ellas habían ido y ellos no... ya dice el refrán "qué boda sin la tía juanilla".

Un beso muy grande.

Carmen dijo...

Un fin de semana para pensar y para decicárselo a los muchos y buenos recuerdos ese maravilloso día de boda y por supuesto a nuestro Jorge.
Papá, a mi también me llena de alegría ver que mis hijas sigue honrando la memoria de su tío, que le recuerdan con cariño y alegría y que además Inés tenga la facilidad de expresar con palabras lo que siente. Creo que al menos los primos van por buen camino en este mundo tan complicado que les va a tocar vivir.

Lí dijo...

Me ha gustado mucho la reflexión de "sobrinísima" y aunque me acordé ese día de la boda tan especial que disfrutamos, ella ha compartido la suya, que me parece un recuerdo lleno de cariño y sensibilidad. Elvis eres muy especial. Un beso, Lí

Sole dijo...

Tengo que confesar que me he pasado llorando todo el texto...me ha encantado.
Yo también tengo muy buenos recuerdos de ese día, de lo bien que lo pasamos, la alegría que compartimos y lo que Esther disfrutó a pesar de no tener apenas fuerzas...
Todos nos tenemos que agarrar a los momentos buenos para soportar los malos, día a día.
Gracias Inés.
Un beso.