El otro día, en una asociación extraña de ideas, se me ocurrió intentar hacer un poema siguiendo el orden de las letras del abecedario. ¿Qué cómo puede alguien, mientras va pensando en la lectura, recordar la fase de aprender a leer y la cartilla y, de ahí, llegar a la idea de escribir una poesía siguiendo el abecedario? Si además, semejante ocurrencia le viene a una en el coche, mientras vuelve a casa y no le deja de rondar la cabeza hasta que aparca, momento en el que es obligatorio, pese a ser las 3 de la tarde de un día caluroso de Agosto, no salir del vehículo hasta que ha empezado a transcribir los versos que ya tiene en la cabeza, todo sugiere que, la mente en cuestión, no rige muy en condiciones, pero eso no es una novedad. También es achacable a un golpe de calor, con el consabido delirio. El caso es que nada mejor que abrir un apartado de poesía en mi blog y colgar allí el resultado. Se me da mejor la prosa, pero la inspiración no entiende de eso y, si decide un día que toca poesía, pues toca poesía. Son versos cortos, no soy Lope y no puedo hacer un soneto a petición de Violante respetando la métrica, la rima y el orden alfabético. Espero haberlo puntuado bien para que, al hacer las pausas, se vea que en realidad sí que rima (algo). Al menos lo hace si soy yo la que lo lee. A lo mejor tengo que grabarlo y colgarlo en su versión audio. Claro que mi voz no es precisamente radiofónica pero, para eso cuento con el otro grumpy de mi casa que sí que resulta muy seductor, y seguro que se presta a colaborar. Una muestra más de mi optimismo es que he dado el poema como satisfactorio aunque me falte la K, y la X sea una licencia.
"ALFABETO"
Alzado en su admirador ardiente, con el anhelo
de beber sus besos,
cayó su cordura
y despertó el delirio del deseo.
Entre la enajenación y la euforia,
en el frenesí de aquel flechazo,
en el frenesí de aquel flechazo,
ganó la gracia y gritó su gozo,
mas la hipnótica hechicera, herida,
le instigó a incendiar la
Joya de su juventud jadeante.
Las lagrimas de su lamento
llamaron con su llanto
a la merced y a la mentira.
Náufrago en la nebulosa nada,
ñoño cuan niño
obsesionado,
le perdieron las pasiones. Las penas
quemaron su querer quebrado.
Rogó sin respuesta.
Sollozó en silencio, sin suspiros. La soledad le hizo sentirse
tranquilo tras la tormenta,
único en el universo,
vacilante ante la verdad de su vida vacía.
Borracho de Whisky,
extraño en la extensión de su duelo,
su yo yacía, yerto y
zarandeado, en brazos de la zozobra.
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