domingo, 26 de abril de 2015

Noche de luna

Las noches de luna llena en las que el mar duerme tranquilo, el agua lisa se convierte en un viejo espejo de azogue en el que la Dama de la Luna baja a contemplarse. Al agitar el agua con la punta de sus dedos, el contorno del astro se expande en suaves ondas. El movimiento impulsa la brisa y se diluyen las fronteras entre el océano y la orilla. Esas noches el agua y el aire se confunden entre sí. Mientras las sirenas nadan hacia la costa, la Dama de las Aguas asciende hasta encontrar la figura de su hermana sentada en el borde de la laguna remansada en la que brilla el reflejo de la luna. La forma luminosa y plateada de Selene se funde con la figura cristalina, de agua y de sal, de Marena. Ambas se dejan mecer por las aguas y se bañan en la luna. La brisa levanta gotas de luz blanca que viajan por los rayos hasta rellenar los mares y los cráteres del satélite. La luna se cubre de nácar para convertirse en la perla del cielo.

Amanece. La aurora matiza el brillo del sol que surge entre el silencio azul de la noche. Los rayos dorados, suaves como una caricia, se filtran lentamente entre la fina neblina del alba. Ascienden sobre la tierra y alfombran de oro el bosque dormido. Se deslizan sobre las copas de los árboles arreboladas bajo su roce. El astro emerge despacio. Roza el mar y el agua se llena de destellos, son las sirenas al regresar. Marena se despide y, al sumergirse, las olas rompen el silencio de la laguna nocturna e inician su viaje hacia la costa. Los sonidos se enardecen, las mareas se abren y chocan con las rocas al desperezarse.

Selene contempla la luz por un instante. El amanecer la debilita. Sabe que el sol ansia compartir el cielo con la luna, convertirla en su reina y señora. Siente como el poderoso astro estira sus rayos con cuidado, le ve asomarse muy lentamente, casi con sigilo, mientras intenta atisbar a su amada, al menos un instante, antes de que ésta se escabulla por completo. Nota como se eleva poco a poco, sin llegar perder por completo la esperanza. La perla de la luna palidece, se funde en un trasluz de alabastro mientras los colores brotan. La vida despierta. La tímida luna se desvanece y Selene con ella, entre el último de sus rayos.