A veces mi padre me sorprende, no sé si es que en algunos aspectos somos tan parecidos que él ya ha pasado por algo similar y entonces tiene las cosas más claras, pero uno de sus mayores aciertos es el de empujarme a estudiar Medicina. Si se suman los factores del momento, aparte de mis buenas notas y mi inclinación a la Biología, no había nada que indicase que aquel consejo fuese a resultar acertado: no soy una persona sociable (he mejorado mucho pero aún así soy rara, aunque como sucede con las rarezas de uno mismo, no suelo ser consciente de ellas), la sangre me impresionaba, odiaba las agujas y la idea de poner una inyección me angustiaba. Sin embargo hice caso a mi padre, rellené la preinscripción a la universidad con Medicina como primera opción, con la intención de escoger una especialidad de laboratorio, y no me arrepiento.
Pasarse más de un año en contacto con cadáveres, a diario, hace que te cures de muchas tonterías. Al principio también es causa de muchas pesadillas, pero lo cierto es que es más molesto el olor a formol que la impresión que puede provocar un muerto acartonado al que se diseca por capas. Los profesores de la asignatura de Anatomía también me provocaban mucho más pavor que los inofensivos cadáveres. Hacia el final de curso me tocó ser subjefa de mi grupo de disección y realizar algunas disecciones, las correspondientes al área de cabeza y cuello (¿casualidades?), aquella fue mi primera parotidectomía, disequé la glándula salival para identificar las ramas del nervio facial. Desde entonces he aprendido muchos trucos para esa cirugía (en mi especialidad es una operación que hay que realizar con relativa frecuencia y controlar el nervio es la base de la técnica); localizo el orificio estilomastoideo, por el que el nervio facial sale de la base del cráneo, situado detrás y debajo del conducto auditivo externo, pegado al hueso, entre la mastoides del oído y la alargada y fina apófisis estiloides en la zona anterior. Es una hendidura que se toca bien con el dedo una vez que aprendes cómo es su tacto y es la mejor referencia y la más rápida para encontrar el nervio.
Mi padre también puso su granito de arena para motivarme a seguir. En mi época de pesadillas, cuando los zombis me perseguían por los pasillos de la facultad cada noche, me planteé cambiarme a Farmacia, pero el Catedrático no estaba dispuesto a quedarse sin un médico al que recurrir para sus recetas y así me lo dio a entender. No soy rebelde, nunca me ha gustado discutir, nunca se me ha dado bien y además sabía que era una batalla perdida, así que seguí adelante.
Una vez superada la Anatomía, todo fue mucho mejor. Las asignaturas de laboratorio me gustaban, me encantaron la Histología y la Anatomía Patológica (preparaciones de tejidos teñidos para observarlos microscopio), y las rotaciones hospitalarias lo hicieron todo más entretenido. Cierto que la primera vez que entré en un quirófano me mareé, era una operación de Neurocirugía y al paciente le estaban cortando un trozo de la zona posterior del cráneo para acceder a su lesión en el cerebelo. Oír el crujido del hueso al romperse bajo las tenazas me causó demasiada impresión. Sin embargo ahora disfruto con el martillo y el escoplo mientras corto trozos del tabique nasal, dicen que la marquetería es relajante.
En relación a las agujas, también fue el Catedrático el encargado de hacerme superar mis miedos. A la primera inyección que necesitó, posiblemente alguna vacuna para uno de sus viajes más exóticos, me obligó a ponérsela. Protestar no sirvió de nada, yo sabía la técnica, pinchar en el cuadrante superolateral del glúteo para no dañar el nervio ciático, aunque nunca había clavado una aguja a un ser humano vivo. Mi inexperiencia no desalentó a mi progenitor que sufrió mi banderillazo estudiantil sin pestañear (y encima dijo que no le había dolido). ¡Las cosas que un padre es capaz de hacer, no sé si por sus hijos o por sus ideas, o por una combinación de ambos!
¡Feliz cumpleaños! (y gracias).
8 comentarios:
Muchos besos y gracias. Es un poquito exagerado; pero está muy bien.
¿Exagerado? Puede parecerlo pero es un fiel reflejo de la realidad.
Besos
Como siempre, fantástico. Un beso
No creo que sea exagerado, yo lo recuerdo así y la que tiende a exagerar soy yo y no mi hermana.
El que estudiara medicina fue una suerte para todos y especislmente pars los sobrinos que tienen la suerte de fabricar mocos de la nada y no echarlos, prefieren guardarlos en algún lugar del cuerpo y acumularlos para que su tita perfeccione las técnicas.
El cumpleaños salió muy bien, la señora preparó una comida de lujo y además contamos con la presencia de los padrinos. Sólo falto cuñadísimo que esraba de viaje y lo siento porque sé que habría disfrutado un montón. Felicidades papá.
Hola Sol, en este rincón tan íntimo soy una intrusa, por cierto felicidades!!! a ese papá de Sol ... ¿o tío Paco? bueno, el caso es que no me he podido reprimir y quería dejarte un comentario. No conocía esta etapa tuya, esa decisión influenciada (bendita sea, porque la gente ahora te adora y tú a esa profesión) me ha parecido muy divertida y emotiva la felicitación. Silenciosamente la intrusa se va de puntillas. Un beso
Lo de la marquetería genial, jajaja. Por mi parte decir que gracias a ti y a la Señora por supuesto, menudos veranitos, ahora soy tendero ingeniero, y es muy posible que la ingeniería me sirva para cerrar ciertas operaciones inauditas en este negocio.
¡¡CUMPLEAÑOS FELIZ padre!!
Besosss
Soy el Catedrático para mis hijos y la Señora y el tito Paco para mí mismo y el resto de la familia. Pudiendo hacerlo complicado ¿para qué lo vamos a hacer fácil?
¡¡¡Encantada Tío Paco!!! Ya ve usted cotilleando un poco... y puesto que, es un artífice de las letras, yo...yo me voy, y dejo pocas por...si me pilla.
Publicar un comentario