domingo, 5 de abril de 2020

Héroes y fraudes

 La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. La peste. Albert Camus.

No soy un héroe, aunque sea médico y el Coronavirus campe a sus anchas, yo no soy uno de esos héroes en los que se ha convertido buena parte del personal sanitario. No estoy en primera línea, más bien en la retaguardia. Mi trabajo ha cambiado sí, no existe la rutina habitual: no es seguro pasar consulta, los respiradores de quirófano se han trasladado a Intensivos, se han colonizado consultas, pasillos, gimnasios y cafeterías y se han improvisado plantas con camas y sillones para ingresar enfermos. Los hospitales se ha convertido en centros de COVID y apenas hay otra cosa. Acercarse a un centro sanitario es correr el riesgo de contagiarse, quizá esa sea mi mayor heroicidad: ir al hospital. Quedarse en casa, día tras día, para evitar la propagación de este maldito virus es más heroico.

Al principio se agradecía cualquier mínima ayuda, desde comprobar resultados, mirar analíticas. Pauto tratamientos que el médico de turno, vestido con el único EPI, reciclado, que actualiza entre pacientes con un mero cambio de guantes y de la bata transparente que protege parcialmente la "bata buena", me dicta desde su posición a pie de cama del paciente. Estoy en el ordenador, soy una secretaria especializada, sé cómo funciona el programa y puedo interpretar los datos, transcribo lo que me dicen, o reviso los antecedentes, o la evolución.

La puerta de la urgencia es un caos. Los pacientes se suceden a velocidad de vértigo, casi sin tiempo a tomar decisiones. La clasificación es fácil, todos vienen por lo mismo, y no es posible hacer distinciones para ubicarlos en un circuito u otro porque no hay sitio. La única alternativa a la sala de espera, llena a reventar, donde los pacientes esperan con una mascarilla y guantes como única protección, es el box de críticos. La saturación de oxígeno marca el límite, cada vez más bajo. La historia varía poco, han tenido fiebre, o tos, o diarrea, o dolores musculares y vienen porque han empeorado, tienen fatiga. La enfermera les toma la temperatura, la tensión, la saturación y la frecuencia respiratoria. Les pido una radiografía que apenas tarda unos minutos y aún así no me da tiempo a verlas. Una neumonía tras otra, casi todas bilaterales. Las placas son terribles.

El tratamiento es un protocolo de sota, caballo y rey al que hay que ajustar el oxígeno según lo apurado que esté el enfermo. La sala de observación impresiona. No hace falta auscultar para saber cómo respira un paciente, se ve. El pecho se mueve deprisa, el reservorio de oxígeno de la mascarilla se hincha y deshincha con cada respiración fatigosa, aún así la cifra de saturación deja mucho que desear. Si fuese un quirófano el anestesista estaría alarmado, pensando en intubar, pidiendo ayuda a un compañero. No es el caso, se sube el oxígeno, las reservas del hospital se agotan a diario, se cambia la postura del enfermo y a veces eso funciona, otras no. ¿Resistirá o se agotará?

El trabajo cambia según lo que se necesite, pero el mío se limita a ayudar a los que están en plena batalla. ¿Qué puedo hacer? pregunto. La situación ha mejorado y me encuentro con que no me necesitan, estoy desubicada. Insisto en otros sitios pero me dicen que todo está bajo control. Descubro que hay una unidad nueva, la llevan los Neumólogos. Intento echar una mano. No sabía que había tantas variantes de oxigenoterapia: gafas nasales, mascarilla con reservorio, con CPAP (presión), alto flujo con control de temperatura y litros al máximo, hasta 60. No me acerco a las habitaciones, solo escribo lo que me dicta su médico al otro lado de la línea sucia. "Páutale sueros", es diabético, van con insulina, miro la hoja de tratamiento como si fuese una prueba, un examen para el que no estoy preparada y que espero aprobar por el bien del paciente. De sueros e insulinas la enfermera sabe más que yo, le pregunto si lo he puesto bien.

No soy un héroe. Puedo ayudar pero poco, aunque me lo agradecen como si hubiese hecho algo. Ordenador, teléfono... Llamo para informar. Es la soledad más dramática, sin visitas, sin contacto, ni siquiera una sonrisa, ni tender una mano sin guantes. Me preguntan por otros familiares también ingresados, busco a ver qué encuentro. Esta enfermedad es devastadora.

No soy la valiente que se pone delante del paciente, no siento que curo a nadie, en esta situación no sé cómo hacerlo, el mérito es de otros y muchos de ellos están tan expuestos que caen enfermos. Soportar esta enfermedad solo, tener un familiar enfermo y ya sea cuidarlo en casa hasta que es inevitable llevarlo al hospital, no poder visitarlo, o llegado el momento ni siquiera despedirse de un ser amado son otro tipo de heroicidades. A esos héroes de verdad, quiero reivindicarlos con mis palabras.

Nota: Las ilustraciones son de un artista iraní, Alireza Pakdel

17 comentarios:

el tito Paco dijo...

Todos estamos con vosotros dos a todas horas, orgullosos y preocupados. Decir gracias es poco.

Julio Marcos dijo...

Muchas gracias y muchos besos 😘

Manuel Márquez dijo...

Aliviar la presión, en circunstancias tan duras, ya es importante. Y muy meritorio. Me parece digno de todo agradecimiento. Así que muchas gracias. Y un abrazo fuerte y mucho ánimo.

Unknown dijo...

Lo he leído con mucha emoción. Trabajar a un nivel muy por debajo de tus capacidades e insistir en ayudar como puedas es ya una forma de heroísmo.Gracias desde la Humanidad.
Soy Leticia Molinero, amiga de Paco, tu padre.

Presidente dijo...

Un Héroe no se llama solo por un acto, tú eres la heroína de muchos, podría decir que de todos los que te conocen, yo no te llamo héroe para nada, no lo eres para mi, tú para mi eres una diosa, Diosa de la medicina.
Haces todo lo que puedes y más, ahora se está dando cuenta el mundo entero que todos vosotros valéis muchisisisisimo más que todos los futbolistas del mundo y tú en concreto vales más que todos ellos, no me hartaré de decir que eres una Diosa de la medicina y a todos nos das la luz que siempre hemos buscado.
En esta etapa que está pasando el mundo, que lucha sin armas contra el COVID-19 tú das ejemplo a muchas personas, no siempre hay que curar a alguien para ser un héroe, Dios o lo que sea la humanidad que vosotros estáis presentando vale más que cualquier cosa, y tú desbordas por todos los orificios de tu cuerpo esa humanidad que muchas personas necesitan.
Mis aplausos de Cáceres van para todos los sanitarios, limpiadores, cuerpos del estado etc etc pero yo aplaudo todavía más fuerte para que te llegue todos mis ánimos a la persona que considero como Diosa.
Todos estamos con vosotros y en especial contigo y toda tu familia.
TE QUEREMOS!!! Y no me cansaré de decirte y deciros gracias por ser como sois. Juntos ganaremos esta guerra.
Muchos besos ����������

señora dijo...

En este día a día tan difícil son muchos los héroes o las heroínas que estáis dando un ejemplo impagable de entrega y esfuerzo. Como tú misma dices, el mero hecho de ir al hospital, donde no hay mascarillas para todos ni trajes protectores ni respiradores suficientes ni siquiera el espacio necesario, es ya un acto heroico porque sabeis que os estáis jugando la salud. Si a eso le añades la disponibilidad para lo que haga falta (qué difícil cuando es de verdad) y el interés por hacerlo lo mejor posible, el resultado es un esfuerzo sobrehumano a lo largo de muchos días. Ninguno de los que estáis en esa tarea pensáis que esto os vaya a pasar factura, cuando vosotros a vuestros pacientes siempre les recordáis el mal negocio de los excesos. Pensáis que no es tiempo de medir sino de dar. Que menos que los demás, desde lo más profundo de nuestro corazón, os reconozcamos vuestra heroicidad y os demos un aplauso.

Carmen dijo...

Los héroes no son sólo los que están en primera línea, los héroes en estas circunstancias sois muchas personas, desde quien pasa los informes al ordenador hasta la persona que limpia los baños. En este momento la cosa va más de héroes y de ineptos. Los primeros están muy claros y por desgracia los segundos también. El que no tengáis el equipamiento adecuado es sólo la punta del iceberg de la incompetencia que rodea a nuestra clase política. Te iba a sugerir que escribieras un post sobre estos ineptos pero no, ya habrá tiempo. El mérito lo tenéis los que salís todos los días a la calle para que la vida de los que nos quedamos en casa sea más fácil. Todos vosotros sois nuestros héroes personales. Gracias.

Sol Elarien dijo...

Se habla de la soledad del héroe y en este caso es la soledad de los enfermos, de los que están aislados en sus casas. No salir día tras día es también es ser un héroe. Enfrentarse a lo que viene cuando esto termine, también va a requerir mucho heroísmo.

Emerencia dijo...

Hola Sol, no se bien que decir. Te he llamado al móvil, pero estás apagada, ya lo dijiste, que no lo usas con mucha frecuencia. Es solo para dar ánimos y un abrazo con mi voz. En este caso, van a ser las palabras. He leído todo lo que has escrito y la verdad yo no entiendo de héroes ni heroínas, cada uno creo que los vemos bajo un prisma diferente. Lo que sí tengo claro que ahora toda aquella persona que está en un hospital, o suministra a un hospital, entra y sale de él, convive en sus dependencias, respira en el ahogo ajeno; todas esas personas están por salvar vidas, no hay otra misión que esa, que te voy yo a decir, tú que lo has contado de tal manera que nos haces partícipe de una realidad que no vemos los que estamos encerrados en casa. Solo me queda decirte, cuídate amiga, por ti, por los demás. Esto pasará, y rápido olvidaremos según el grado con que se haya vivido. A ti te hará mejor médica y persona, un poquito más, porque ya lo eres, mi querida Sol. Un abrazo grande.

Oscar dijo...

Para todos los que te conocemos, la palabra héroe se te queda pequeña. Una situación puntual puede hacer que una persona cualquiera, incluso de quien menos se espera, se convierta en un héroe. Lo tuyo es mucho más, estás hecha de otra pasta por tu manera de ser y por la forma que tienes de vivir tu profesión.

Es verdad que en estos momentos son muchos los colectivos que están trabajando en unas condiciones muy difíciles, unos dentro de casa y otros fuera. Todo es importante, porque todo suma y porque los pequeños gestos de cada uno de nosotros están salvando vidas y evitando complicaciones a los que están en primera línea.

En todo caso, GRACIAS, un millón de GRACIAS, por estar ahí. Los españoles tenemos mucha suerte por poder contar con los mejores profesionales de la sanidad del mundo, bien formados, con una enorme vocación y espíritu de servicio.

Ojalá otros, de cuyo nombre no quiero acordarme, contaran con algo de preparación, voluntad y vergüenza para tomar las decisiones correctas y aliviar en la medida de lo posible la terrible situación. Nos vendría muy bien.

Muchos besos.

Elvis dijo...

Hoy he pasado todo el día pensando en todas estas personas que no pueden despedirse de sus seres queridos. Entonces he entrado en el blog y leo esas últimas líneas dedicadas a ellos, a los que ven cómo la irracionalidad entra en sus casas y rompe sus vidas, y no pueden compartir ese dolor con los que más quieren, no tienen el consuelo del cariño, que tiene un componente físico, de la compañía. El abrazo de alguien cuando te sientes perdido, las manos, las lágrimas... vivir todo eso en soledad... prefiero no imaginármelo. Somos una sociedad que da la espalda a la muerte, al dolor.. no queremos ni hablar de ello, pero los pocos rituales que nos quedan para afrontar el duelo se basan precisamente en ese calor humano de recordar y compartir a la persona que se va, y agarrarnos a esos recuerdos compartidos como si fuera un pedacito de la persona que ya no está. Y aquí ha llegado este virus, descontrolado, desconocido y nos pone delante de nuestras peores pesadillas y nos hace pasarlas de la peor manera posible, solos. Las personas que estáis allí viviendo esto cada día sois héroes por miles de motivos, por el trabajo inagotable, por los riesgos que enfrentáis cada día, y por ser capaces de levantaros cada mañana y volver a hacerlo todo de nuevo sabiendo que aunque lucháis con todas vuestras fuerzas, no siempre podéis ganar. Gracias por ser tan valientes.

Beatriz dijo...

Demuestras tu valentia con lo que estas haciendo a diario, a pesar de que tu no lo creas. Formas parte de esta lucha que tenemos, y sobre todo vosotros, los que estais ahi, viviendo con el sufrimiento de primera mano de todas esas personas enfermas que estan con la incertidumbre de que pasara mañana. Eres muy grande, aunque en esta ocasion tu te veas pequeña. Se que seguiras ahi, junto a ellos, porque eres una luchadora, gran profesional y mejor persona. Mucha fuerza y un millon de besos.

Cuca dijo...

La emoción me invade y solo puedo darte las gracias, día a día, por ser esa persona ,maravillosa que siempre está dedicada a los demás.
Muchas gracias

Ester Secretaria dijo...

Querida Sol,
Discrepo de tu opinión.
Sois todas heroínas y héroes desde el médico que está en la UCI hasta la limpiadora del hospital. Todos y cada uno aportan su fuerza a esta lucha.
Entiendo tu frustración por no poder hacer más pero a cada uno nos toca luchar con nuestras armas, a ti está vez en una segunda línea y a nosotros quedándonos en casa.
Los que te conocemos sabemos de tu fuerza y tesón para actuar en la primera línea con tus rendus y sabemos bien que tu aportación para la lucha de la pandemia no habrá sido banal.
Todos juntos podemos.
Mil Gracias Dra. Sol!!

Javier Medina dijo...

Si vosotros no sois héroes, ya no sé quiénes son. Muchas gracias y muchos besos a los dos.

Soraya dijo...

Querida Sol, nuestra sanidad ahora mismo necesita héroes en segunda y tercera línea. Tus pacientes siempre te hemos visto como nuestra superheroina. Porque para quien no lo sepa, la Dra Sol Marcos tiene el coraje y la fuerza que les ha faltado a muchos otros otorrinos para ponerse en frente de una persona con Rendu y hacerle escleroterapia. Somos un tipo de paciente muy complicado y no es nada fácil tratarnos.
Estoy de acuerdo con que los enfermos y sus familiares son también verdaderos héroes. Esta enfermedad nos obliga a aislarnos y vivir en soledad momentos muy duros, no podemos abrazar, coger de la mano, decir una palabra de ánimo, de aliento, mirar a los ojos.... a nuestros seres queridos, para esto no hay equipo de protección que nos ayude a aliviar el dolor.

Paloma dijo...

A mi me parece una heroicidad nada más que acercarse a un hospital. Tus relatos siempre me emocionan y en este caso hasta me conmociona sentir todo de primera mano.
Tú eres una heroína, ¡Expuesta a tanto! Y como todos tus compañeros en esta situación.
Todos os observamos desde casa con admiración por vuestra valentía y vocación.

Muchos héroes y actos heroicos está dejando esta tragedia que tantas cruces está repartiendo para llevar a tanta gente.

Elvis! Qué bonito y qué de acuerdo estamos contigo.