En el vecindario donde vive Billete, se sucedieron una serie de robos. Daba la casualidad que, los ladrones tenían cierta tendencia a los pisos altos, especialmente el octavo, por lo que mi tío dedujo que debían de aprovechar las azoteas para acceder a las viviendas y también para su huida. En vista de los lentos avances de los detectives, que parecían no haberse percatado de algo tan evidente, Billete decidió que tendría que encargarse, personalmente, del tema. Estaba claro, delegar en la benemérita no servía de nada, seguramente andaban retrasados entre tanta burocracia. Él solo, por su cuenta, avanzaría mucho más deprisa. Le dijo a su mujer que tenía una idea infalible para atrapar a los ladrones y, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se subió a la terraza de la Comunidad para ponerla en práctica. Allí se entretuvo durante un buen rato mientras ultimaba su secreto y, según su definición, magnífico plan.
Hasta ahí la versión de los hechos no difiere de la anterior, pero el desenlace de la intriga es diferente:
Unas horas más tarde, mis tíos empezaron a oír mucho jaleo en la escalera. Era una combinación inusual de ruido de pasos, carreras y las voces de un grupo de gente hablando al mismo tiempo. Intrigados, miraron a través de la mirilla y descubrieron en el rellano a un corro de vecinos. Entre aquel rumor era difícil deducir de qué se trataba. Pegaron la oreja y lograron distinguir algunas palabras con las que concluyeron que, el motivo de aquel follón se debía que habían descubierto alguna pista sobre los robos.
Salieron al descansillo. Su vecina, que sabia algo más del tema, les comentó que, arriba en la azotea, se encontraban la policía nacional y la científica. La noticia había corrido como la pólvora y, la comunidad en pleno, entre conjeturas y cotilleos, aguardaba los resultados del informe.
Billete, sin resistir más la curiosidad, se adelantó al resto y, ante la mirada de su vecina y de su santa esposa subió a la terraza.
- ¿Qué pasa? -les preguntó al llegar.
Le cuentan, algo atónitos al verle traspasar tranquilamente el cerco policial, que han hallado polvo blanco en todas las salidas a la terraza y las huellas de unas manos en los polletes que unen los bloques entre sí . Suponen que los ladrones los saltaron para pasar al edificio de al lado y escapar.
Billete sintió como le invadía la indignación:
-¡ Joder!- protestó, - ¡me habéis fastidiado toda la investigación que tenia en secreto!!No sólo habéis pisoteado todo, sino que también me habéis roto todas las pruebas!
Billete sintió como le invadía la indignación:
-¡ Joder!- protestó, - ¡me habéis fastidiado toda la investigación que tenia en secreto!!No sólo habéis pisoteado todo, sino que también me habéis roto todas las pruebas!
Los agentes le miraron con los ojos abiertos como platos, entre desconcertados e incrédulos. El presidente, que le conoce desde hace tiempo y que se sorprende menos ante las peregrinas ideas de mi tío, le comentó que habría sido un detalle por su parte si le hubiera comunicado qué tipo de medidas pensaba tomar.
- Entonces no hubiera sido una investigacion secreta- le replicó Billete, como si se tratase de algo lógico y evidente.
Fue en ese momento cuando los detectives se llevaron las manos en la cabeza. En vista de que allí no pintaban nada, optaron por marcharse. Antes de irse, le dirigieron unas palabras a mi tío que, por desgracia, no puedo transcribir porque, según cuenta, no las entendió bien.
- Entonces no hubiera sido una investigacion secreta- le replicó Billete, como si se tratase de algo lógico y evidente.
Fue en ese momento cuando los detectives se llevaron las manos en la cabeza. En vista de que allí no pintaban nada, optaron por marcharse. Antes de irse, le dirigieron unas palabras a mi tío que, por desgracia, no puedo transcribir porque, según cuenta, no las entendió bien.
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