jueves, 31 de marzo de 2016

Los viajes de Steinbeck

Hace tiempo comenté cuánto me había gustado "Viajes con Charley" de John Steinbeck, un recorrido por los USA que el escritor hace en una caravana, bautizada como Rocinante, acompañado por su perro. El propio Steinbeck cuenta sus motivos a la hora de emprender este periplo: "En Estados Unidos vivo en Nueva York, o me voy a Chicago o a San Francisco. Pero Nueva York no es más los Estados Unidos de lo que París es Francia o Londres es Inglaterra. Así que descubrí que no conocía mi propio país. Yo, un escritor estadounidense, que escribía sobre Estados Unidos, estaba trabajando de memoria, y la memoria es, en el mejor de los casos, un depósito defectuoso y deformado. No había oído el habla del país, ni olido la hierba ni los árboles ni las alcantarillas, ni visto sus cerros ni sus aguas, ni su color ni la calidad de su luz. Sabía de los cambios sólo por los libros y los periódicos. Pero, aparte de eso, llevaba veinticinco años sin sentir el país." Con su recorrido a lo largo de 34 estados, el escritor trata de retomar el contacto perdido y conocer de primera mano la idiosincrasia de los habitantes de los distintos estados. Nadie escribe sobre la gente como Steinbeck y la novela resulta de lo más entretenida,

The log from de Sea of Cortez es un viaje muy anterior al comentado, tanto que tiene lugar durante la 2 GM (que apenas se menciona en la novela, tan desconectados estaban de ella). En esta ocasión se trata de una travesía por el Golfo de California  junto a su amigo, el naturalista Ed Ricketts (su modelo para Doc en Cannery Row y Dulce jueves). Ambos recorren el golfo de California a bordo de un barco charter para recoger muestras de invertebrados de la zona. Es un libro escrito a dos manos, de hecho se basa en los diarios de viaje de Ed Ricketts, y eso se nota. Aunque este libro se supone que es la parte del viaje sin el apéndice de biología marina del tratado original, hay descripciones exhaustivas y entusiastas de todas las especies que encuentran. También se describe el paisaje, el mar, el clima y se cuentan numerosas anécdotas de la vida en el barco (las más divertidas las proporciona un caprichoso motor, que denominan la "vaca marina", que funciona de maravilla en condiciones idóneas de navegación pero jamás cuando ha de enfrentarse a algún tipo de inclemencia) (si pincháis en el nombre os llevará al texto donde enumera sus características, eso sí, en inglés).  Refiere el trato que encuentran en los distintos puertos en los que fondean aunque, para mi gusto, le falta algo de la humanidad característica de Steinbeck, por eso me da la impresión de que el autor basó su narración en los diarios de Ricketts, más preocupado por los habitantes del mar que por los del barco, y echo en falta que no llevase un diario propio.
Esa falta de humanidad se subsana al final del libro, en el magnífico apéndice que el nobel le dedica a su amigo. En ese apéndice es fácil establecer el paralelismo entre la realidad de Monterey, el laboratorio de Ricketts, el propio Ricketts y sus amistades, y la ficción de Cannery Row y Dulce jueves. Esa raíz en la realidad convierte a esas dos novelas, y a Ed Ricketts (y Doc) en algo aún más entrañable. Nunca me canso de recomendarlas, uno no se puede hacer idea de su genialidad y su humor, son divertidísimas, hasta que las lee.

En "A Russian Journal" Steinbeck y Frank Capa visitan la URSS tras la 2ª GM. Atraviesan el telón de acero armados de papel y pluma y de una temible cámara fotográfica, que requiere todo tipo de permisos para salir a la calle. No les interesa la política, solo la gente. Si fotografiar la Rusia de Stalin no es tarea fácil, viajar por ella tampoco, todo requiere un sinfín de burocracia, hasta comer en un restaurante. Steinbeck narra la crónica del viaje y de su convivencia con Capa con humanidad, ritmo y sentido del humor. Los aviones son viejos trastos de guerra que solo la habilidad de los pilotos consigue hacer volar, no hay cinturones de seguridad (en algunos casos los asientos tampoco cuentan con respaldo) y el equipaje se acumula en los pasillos. No existe el aislamiento término, nunca funciona el aire acondicionado (tampoco en los trenes) y conviene que cada uno se lleve su propia comida si no desea morir de hambre o sed en el trayecto. Todos los itinerarios parten de Moscú. Hay pocas carreteras asfaltadas y aún menos coches en buen estado. Visitan Ucrania, el granero de la URSS. Agosto es época de cosechas, no disponen de máquinas tras la guerra y los campesinos han de realizar el trabajo a mano. En el campo quedan pocos hombres jóvenes y casi ninguno entero, el trabajo lo hacen las mujeres. Es una tarea dura en la que emplean todas las horas de luz, lo que no les quita las ganas de divertirse durante la noche. De allí regresan a Moscú para viajar a Stalingrado que aún se recupera del largo sitio. La ciudad a orillas del Volga son muros medio derruidos y muchos de sus habitantes aún viven en los sótanos de sus antiguos hogares. Otra de las regiones que conocen es Georgia. Georgia se consideraba el paraíso ruso, el lugar de vacaciones, el del clima más benigno y el menos afectado por la guerra.
A pesar de las dificultades la gente es acogedora y pacífica, les asusta la idea de una nueva contienda y les interesa saber cómo es la vida de los americanos y cuales son sus preocupaciones. En todas partes se bebe vodka desde el desayuno y en las casas se sirven comidas pantagruélicas sin un intervalo entre una y otra para digerirlas. Son distintos países pero las diferencias son sobre todo geográficas porque, en el fondo, los hombres, y sus inquietudes, son similares en todas partes.

3 comentarios:

Carmen dijo...

Me ha parecido interesantísimo tu artículo. Me fascina y sorprende que seas capaz de recordar tantos detalles de los libros que lees sin llevar un registro y sin anotaciones previas. Todos sabemos que tu capacidad intelectual es bastante superior a la media pero aún así, los simples mortales tenemos al menos que reconocer tu don y darte las gracias por compartirlo con los demás.
Para poner una pequeña nota de humor a mi comentario, te diré que he intentado hacer algo parecido a lo que has hecho tú en este artículo sobre los últimos libros que he leído acerca de la vida de mujeres (todos ellos muy diferentes entre si) en la segunda guerra mundial. Para empezar, ni me acordaba de los títulos y autores y encima he mezclado los personajes y hasta algunas de las tramas ¡Igual escribo yo una novela surrealista con el resultado de mi experimento! ¡menudo desastre que soy! ¡Menos mal que me lo tomo con ironía!

el tito Paco dijo...

Estupendo artículo. Cuando sales de la nube rosa tienes una prosa excelente. Lástima que no me hagas caso. Lo tuyo es la realidad, con un poco de humor y un poco de lirismo. Cuando te pasas, Burt Lancaster. No me extraña que te guste tanto Steinbeck. Es a quien más te pareces, cuando te molestas en hacerlo bien.

Sol Elarien dijo...

¡Ojalá me pareciera a Steinbeck! Lo leo boquiabierta, me maravilla cómo lo hace y sé que no puedo llegar a hacerlo así, aunque me gustaría. Creo que si tuviese que escoger un libro que quisiera haber escrito ese sería Cannery Row o Dulce jueves, conseguir unos personajes como esos es de genio.
Ahora procuro escribir una reseña en amazon de los libros que leo, me parece útil y además eso me ayuda a llevar la cuenta y a recordar. Procuro intercalar autores distintos para así no mezclar las obras entre sí.
Besos.