El ansiado milagro se ve sustituido por unos consejos y unas explicaciones aclaratorias que sólo sirven para confirmarles lo que ya se temían: no les vas a curar. Pese a tus esfuerzos, nunca logras hacerles entender que deberían probar a hacer el tratamiento y a seguir tus recomendaciones. ¿Para qué? Si ya les has dejado claro (esa parte sí que la han comprendido muy bien) que no vas a curarles. Aún así, pretenden que les revises. En ese punto hay que plantarse y ahora eres tú las que les planteas el ¿para qué? Si no van a poner de su parte para mejorar, ya sabes con seguridad, que salvo milagros, estarán igual o peor en la revisión. Es por ello por lo que se refuerza la indicación de la peregrinación y la oración. Aún así, hay algunos que te citas, incluso duplicados, y te los vuelves a citar, pese a que el paciente haga caso omiso a tus consejos. Eso no es una buena señal. No lo haces llevada por el optimismo al albergar esperanzas de llegar a ser testigo de un milagro. Al contrario: tratas de pillar a tiempo el tumor al que el paciente anda comprando papeletas. Como tal, se lo dices. Es en esos casos, cuando suelen empezar a prestarte atención y a seguir tus consejos.
"Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que cada uno pueda encontrar la suya." El Principito.
jueves, 6 de octubre de 2011
Un lugar mal llamado Milagro
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