lunes, 4 de julio de 2011

Un jardín de rocas "casero"

Estoy de supuestas vacaciones, pero eso lo único que significa es que no voy a trabajar. Excepto el puente en Linares, que salvo por la ola de calor estuvo muy bien: familia, algún paseo, comida en Los Sentidos con Juan, más comidas con la familia, piscina con la gemela, desde que llegué a Madrid me paso las mañanas encerrada en casa, y no es porque el calor me moleste, sino por las dichosas obras del edificio. Un precioso cartel en el ascensor, que van cambiando semanalmente, pero con el cerebro habitualmente usado para estas cosas, la hora escogida suele ser el viernes a las 10 de la noche (no sé si es que después aprovechan el administrador y el presidente para huir y no escuchar las quejas de los vecinos), suele avisar con antelación y previsión (suficiente según su criterio), que el lunes tiene que haber alguien en la casa (facilidades para el que trabaja, que lo hace por gusto, claro) para: primero picar la "mocheta" (traducción: tirar una pared entera de la cocina), segundo cambiar las tuberías (primero el agua caliente, que la cortan, pero estamos todos muy agradecidos porque con el calor que hace no está mal refrescarse, al menos un día, con una ducha obligatoriamente con tan solo agua fría) y eso si hay agua, porque ayer me encontré con el vecino del 12, que es taxista y le suelo llamar cuando necesito ir a algún lado, y con ese despliegue de inteligencia que están derrochando y tras el cual no sé si les sobrevivirá alguna neurona de las pocas que les quedan, les cortaron el agua y cuando se marcharon se les "olvidó" volver a darla del 8º al 13º, y porque no hay más pisos. El porqué sí lo hicieron del 7º para abajo es otro misterio solamente apto para inteligencias dotadas como las suyas. Hay que entenderles, tienen la neurona tan ocupada que la pobre no da más de sí y es normal que se pueda olvidar de esos detalles). 

En fin, sigo con las desventuras con las tuberías. Como descubrieron, felizmente antes de tirar nada en el otro piso que, desde mi piso, se pueden también cambiar las del de al lado, no sé si el presidente vive en uno de los que se han librado pero me tendré que enterar, pero que, para estar más cómodos, convenía agrandar la mocheta, volvieron para picar un trocito más de pared. Como del primer muro ya no les quedaba nada, pues giraron un poco la esquina y arremetieron con otro. Así los de la constructora pensaban que se ahorraban una pared pero, no debían de haber hecho bien los cálculos cuando nos tuvieron que tirar otra. Claro que nosotros ya estábamos perdidos. Después del agua caliente vino la fría, y aún faltaba el retorno. Una vez todas cambiadas, quedaba el aislante (¿o creíais que la cosa había terminado ahí?. Por supuesto, cada paso les llevaba una semana, con lo que la mochetita ha estado abierta un mes entero y, salvo facilitar la comunicación, no siempre discreta, con los vecinos de escalera, no ha ofrecido más ventajas. Ahora se la han abierto a los del B, y nuestra vecina de esa letra vive en estado de alarma porque tiene dos críos pequeños que se pasan el día asomados al hueco. El miércoles de antes del puente (esta vez tuvieron más previsión, pero claro, se iban de puente y podían permitírselo), pusieron un cartel para que "toda esa semana" hubiese alguien en casa para cerrar las mochetas. 
Como empezaron de abajo a arriba, el lunes me quedé en casita y disfruté de la soledad y el silencio que acompaña a las obras pero, pese a mi buena disposición, no aparecieron por aquí. Baje a buscarles para ver si les convencía, y ni por esas. Ayer vino la asistenta, y dejó la cocina para el final por si venían mientras estaba (era temprano y aún conservábamos el optimismo). Aproveché para salir un rato, pero no os creáis que a esparcirme, sino al Alcampo a hacer la compra. Por supuesto que los obreros llegaron cuando la mujer se iba, así que me tocó barrer, fregar, volver a fregar. Cuando llegó mi señor esposo hubo que fregar de nuevo, de cómo quedó todo de polvo (y eso que no somos de los que necesitamos comer sopas en el suelo). No hemos terminado, porque tienen que venir "otros" a alicatar ¿quiénes? ¿cuándo? ¿hoy, mañana? ¿quién sabe? Dicen que el misterio forma parte del encanto.

Otra de las cosas que he tenido que hacer, claro que eso ha sido por las tardes mientras mi marido montaba guardia en casa, que no hay nada mejor para aprovechar las vacaciones y pasar tiempo juntos que esperar a los obreros, fue llevar el coche al taller para la puesta a punto. El lunes lo llevé y el martes lo recogí (al ir fue cuando me encontré al del 12, que me llevó para allá y me contó sus vicisitudes con la obra, que no han hecho más que empezar. Han tenido aún peor suerte, porque la pared que les han tirado a ellos, ha sido de la entrada, así que no sé de qué nos quejamos los afortunados que sólo tenemos afectada la cocina. También tenía vacaciones y también ha tenido que apechugar con las obras, los horarios de los obreros y para colmo el "olvido" de devolverle el agua al terminar la jornada). Ya tengo coche, que es el que sí que va a disfrutar del descanso de las vacaciones. Con mi arresto por obras se quedará tranquilo en el garaje, y eso después de pasar por el "spa", de lujo, del taller.

Hoy he quedado para comer con Bea, mañana con Olga y MJ, pero me temo que esas van a ser mis salidas de vacaciones porque parece que mis mañanas van a seguir limitadas por la estancia domiciliaria impuesta por los constructores. ¡Hogar, dulce hogar!

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