jueves, 22 de diciembre de 2011

Competencias

"Nurse pin-up" Gil Elvgren
Está claro que la profesión de médicos está pensada para personas algo torpes. ¿Cómo se explica si no que sean necesarios 6 años de carrera, un examen al terminar para escoger una especialidad y tener que pasarse 4 ó 5 años hasta obtener el título que te permita ejercer? Afortunadamente la sanidad cuenta con las enfermeras, esas criaturas geniales con superpoderes que, en sólo tres años, adquieren capacidades suficientes como para ser expertas en cualquier rama de la medicina.

Así, una enfermera puede cubrir la urgencia, la consulta, la hospitalización o el quirófano sin necesidad de más entrenamiento. No sólo eso, sino que además es capaz de instrumentar cualquier cirugía de cualquier especialidad y, sin necesidad de estúpidos cursillos, sabe manejar hábilmente cualquiera de los aparatos del área quirúrgica. Si alguien lo pone en duda sólo tiene que quejarse a una supervisora para que esta le saque de su error con su infinita omniscencia. Los médicos, con nuestras cortas luces, somos incapaces de entenderlo, pero está claro que la razón es que somos seres obtusos.

Supongo que para mantener ese grado de competencia es necesario protocolizar incluso la exéresis de las verrugas y, si el protocolo dice que para ello es necesario que el paciente acuda en ayunas, desnudarle por completo y pincharle para cogerle una vía, eso es lo que hay que hacer. Si el médico se esfuerza por evitarlo, como sus órdenes van en contra de lo estandarizado, está claro que está equivocado y que aún no ha comprendido hasta dónde llegan sus funciones, entre las que claramente no se encuentra la de inmiscuirse en la preparación del enfermo que va a operar. Eso sí, para todo lo que no está contemplado en sus documentos, el galeno debe dejar lo que tenga entre manos y acudir a firmar la prescripción, antes de que puedan poner cualquier tipo de medicación. Todas las reglas deben seguirse a rajatabla, no sea que por culpa de una flexibilización de las mismas, cuando el paciente pase a la siguiente enfermera, su simpar neurona se cuaje ante el cambio.

La rutina es fundamental para que todo marche como es debido. Se ha dado el caso en el que, tras mucho insistir, con la mente puesta en la comodidad del paciente y en el "primum non nocere", el médico consigue que se haga la vista gorda a alguno de los puntos. Semejante actuación no queda nunca impune, la  avezada supervisora, siempre pendiente de estos temas, se encarga de recriminar, largo y tendido, al cirujano en cuestión por su imperdonable transgresión.

No hay que pensar que todas las enfermeras son tan entendidas. Hay algunas que comprenden el punto de vista del esforzado doctor y colaboran con él con gusto y sin ponerle trabas. Como miembro de este torpe colectivo, les agradezco infinito su buena disposición.

1 comentario:

Javier, Auxiliar de enfermería, también llamados TCAES, ¡qué mala sombra ponernos Tecaes!, como si pusieramos la zancadilla a los demás. dijo...

¡¡¡¡Uy, uy, uy!!!!....