jueves, 27 de septiembre de 2012

"Andresito"

Desde siempre la Baronesa sentía verdadera debilidad por su "Andresito", su hijo mayor. Al verle se le iluminaba la cara y le brillaba un poco más la mirada. Fue su voz la que le hizo abrir los ojos por última vez. Esa reacción, de apenas unos segundos, calmó un poco la ansiedad del resto de los presentes. Para él fue su última sonrisa, aquella maravillosa sonrisa suya gracias a la cual conquistó primero a mi abuelo y después a toda la familia. Con ese gesto de felicidad pintado en el rostro, mi abuela se durmió de nuevo.

Hablar del tito Andrés implica hablar de su numerosa familia, de la que es la piedra angular. Cuando mi tío conoció a mi tía Pepi, por aquel entonces la chica con fama (y méritos) de ser la más guapa de Linares, tuvo muy claro que ella era la mujer de su vida. La cortejó con silenciosa perseverancia y, por supuesto, logró su objetivo y se casó con ella. Mi tío estaba dispuesto a ser él el que perpetuase el linaje del apellido con un chiquillo que compartiese sus aficiones y le acompañase en sus salidas de caza y pesca. Sin embargo sus planes se torcieron, pese a su empeño y constancia, y tuvo que conformarse con hacer esas cosas con su sobrino, dado el plantel de niñas que invadió su casa. Eso sí, mi hermano, que pese a ser el sexto nieto de la estirpe fue el primer y único varón durante unos cuantos años, estaba siempre encantado de irse con él de madrugada a sus excursiones por el monte. Mi tío fomentó en él la pasión por la naturaleza y aquel fue el principio de su vocación, que posteriormente ha desembocado en su profesión.

El ansiado niño no llegó. En su lugar la naturaleza le regaló, una tras otra, seis hijas guapísimas. Cito textualmente al orgulloso padre que afirma que "cuando se hace algo, hay que hacerlo bien" e, indiscutiblemente, lo hizo muy bien. Claro que al llegar la adolescencia, y las hormonas, el asunto se complicó. ¡Ironías de la vida! Él, que siempre había sido un aficionado a la juerga y que, según me han contado diversas fuentes en su época de soltería se escapaba por las noches como un ratero a través de los tejados de la granja, cogía su moto y no regresaba hasta que despuntaba el alba, se encontró, de repente, ejerciendo el papel de padre de seis preciosas muchachas. Me imagino que le temblaría todo el cuerpo cuando sus "pequeñas" empezaron a querer salir socialmente. Se podría pensar que su experiencia le convertiría en un padre estricto y dominante, aunque eso estaría muy alejado de la realidad. Le bastaba una palabra firme para dejar claro a qué atenerse. Su vigilancia se limitaba a encargarse de recogernos tras nuestros paseos. Nos esperaba con el coche, durante un tiempo un AX en el que entrábamos 6 ó 7 primas apretadas como sardinas, en la Plaza del Ayuntamiento. Allí debíamos estar a las 21 h en invierno y a las 21:30 h en verano, antes de la hora de la cena. La puesta de sol estival se veía ya de vuelta en la granja. En la invernal los mayores pretendían que siguiese siendo así, pero no les fue posible: el astro no se dejó y sus hijas, que habían heredado en parte la rebeldía de la que él mismo había hecho gala en su juventud, se mostraron incluso más reticentes que la estrella a adelantar, aún más, el horario.

Incluso la adolescencia de seis niñas llega a su fin, momento en el que mi tío descubrió que ahí no se terminaban sus problemas. Empezó entonces su papel de abuelo. Su primer nieto fue una nieta, para continuar con la tradición. Luego empezaron a llegar los varones. Las niñas no se iban a dejar arrebatar el protagonismo y ganaron un par de puestos. De abuelo pasó a patriarca y, como bien dice su hija Sole, siempre ha estado ahí y ha sido la roca en la que se han apoyado en los tiempos difíciles que, por desgracia, han sido muchos y muy duros. Los asumió con gran estoicismo y los capeó con paciencia y moderación, sin quejarse ni hundirse en ningún momento. También ha tenido grandes satisfacciones y ratos muy buenos de los que ha sacado lo mejor para disfrutar de ellos y ser feliz con lo que tiene. Sigue adorando a su bella esposa como el primer día y tanto ella como sus seis hijas y todos sus nietos le quieren, y le han querido, con locura. Está siempre ahí, sin hacer ruido, y es digno de admiración.

¡MUCHAS FELICIDADES TITO!

3 comentarios:

Sole dijo...

Que razón tienes al decir que mi padre es la roca a la que todas nos agarramos; junto con mi madre, que ha demostrado
con creces una y otra vez su fuerza para resistir la adversidad...
Es cierto, la primera fue una nieta a la que quisieron y cuidaron como a una hija...y mimaron como a una nieta. Ellos sufrieron
la perdida como yo, con todo el dolor de dejarla ir para no dejarla sufrir mas...y nunca flaquearon.
Mis padres son el ancla al que mis hermanas y yo acudimos para todo, y nunca estaremos bastantes agradecidas.
Hoy es el cumpleaños de mi padre, y aunque ya lo he felicitado, quiero hacerlo de nuevo desde aquí.
¡¡Muchas felicidades, papi!! Mil besos y si no te lo he dicho bastante, TE QUIERO MUCHO. Sole

Anónimo dijo...

La sensibilidad de Sol, la ternura de Sole después y el cariño de las dos hace de la lectura anterior un momento placentero y muy emotivo.
Comentábamos la tita y yo una de las palabras de lo escrito “estoicismo”, pues, desde hace muchos años y tras muchas situaciones vividas juntos, ha sido una forma de actuar la suya que envidiaría Zenón, Séneca o el propio emperador Marco Aurelio.
“Si el universo se derrumba a tus pies que sus ruinas te contemplen impávido”.
Siempre lo hemos admirado por esa fortaleza y sangre fría en las adversidades, herencia del abuelo
Y lo queremos por otras muchas cosas.
Felicidades hoy y todos los días de tu vida.
Y&G

José Miguel Díaz dijo...

Muchas felicidades Tito Andrés y te deseo que cumplas muchos años más.
Siempre me acuerdo de cuando me enganchaba la pierna, justo encima de la rodilla, y me apretaba haciéndome cosquillas.
Un abrazo