miércoles, 22 de octubre de 2014

Actitud

La mayoría de mis pacientes son encantadores. La primera vez pueden venir con miedo y hay que aclararles que el médico no es el lobo feroz y que no tiene intención de comerse a nadie. Luego ganan confianza y se establece una relación de cariño y familiaridad. Es muy satisfactorio.

Sin embargo, de vez en cuando me cruzo con algún paciente insufrible: maleducado, demandante, grosero y tan listo que sabe mejor que nadie lo que le conviene. Es un individuo que se declara conforme con su estilo de vida: beber, fumar y avasallar, y no está dispuesto a cambiarlo bajo ningún concepto, ni siquiera el antecedente de un infarto hace que se lo replantee. Cuando se pone malo va al médico y le exige que le cure según sus condiciones. Por supuesto de forma gratuita. A pesar de todo lo que abogo por la Sanidad Pública, sinceramente creo que alguien que hace caso omiso a las recomendaciones del facultativo las valoraría algo más si tuviera que pagarlas. Supongo que es la excepción que confirma la regla: un verdadero cretino.

Antes de hacer semejante juicio de valor hay que darle una oportunidad. Con frecuencia es una persona encantadora y razonable que sólo necesita espabilarse y que cambiará de actitud con el tiempo. Por desgracia este no es el caso concreto que ha inspirado este post, lo he comprobado. Mi trabajo no es pelearme con los pacientes, considero que estamos en el mismo bando y la mayoría lo ve así. Si alguien tiene un problema le intento dar una solución, dentro de mis capacidades. Eso hice en este caso, no discutí, le conté lo que pasaba y lo que teníamos que hacer. Suelo ayudarme de dibujos, muy esquemáticos, e incluso algunas imágenes de pósters para explicar las patologías y las cirugías. Luego les doy los papeles que tienen que leer, firmar, entregar o guardar.

A los pocos días el enfermo se presentó sin cita e interrumpió la consulta con su falta de modales habitual. Le habían dado fecha para la cirugía. Afirmaba que no le había explicado nada, que sólo le había enseñado unas fotos. Supuse que como estaba algo sordo no me había oído bien e intenté explicárselo de nuevo, alto y claro. También supuse que se había enterado.

Llegó el día de la cirugía. Según el paciente apareció por la planta para ingresar nos llamaron las enfermeras al quirófano. El señor había desayunado y se había tomado unas pastillas que no sabía precisar (me habría extrañado que los supiese, creo que su café de desayuno no era ni solo, ni con leche, e incluso dudo que llevase café). Subí a hablar en él. En los pocos minutos que llevaba allí se había ganado la aversión de todo el personal (hay que reconocerle el mérito). Entré en la habitación para hablar con él, a lo mejor no era preciso suspenderle, y se puso a gritarme como un energúmeno antes de dejarme abrir la boca. Lo primero que me dijo es que no le había explicado nada. A partir de ahí desconecté, no deseaba regresar al quirófano encendida. Cuando pude metí baza y le dije que no le íbamos a operar, que no tenía una buena actitud y que, si él quería hacer lo que le daba la gana, ese no era el modo de funcionar en el hospital. Antes de terminar la nota de alta, el paciente se marchó. Nadie lo lamentó, al contrario, toda la planta se mostró aliviada. Es el único paciente que he suspendido por culpa de su actitud. Espero que también sea el último.

9 comentarios:

Señora dijo...

Creo que ha sido una suerte, aunque en el fondo resulte penosa la existencia de gente así. Desde luego si hubiera tenido que pagar, aunque no fuera mucho, por las atenciones recibidas estoy segura de que se había enterado de todo y lo había hecho sin titubear. Era lo que nos pasaba en el Instituto con los padres y las clases particulare: siempre venían lamentándose de que le habían puesto un profesor al hijo y que no lo aprovechaba. Y una pensaba ¿y nosotros qué?

Perri M. dijo...

Uff...

Yo misma dijo...

Solidarizándome totalmente con lo que te pasó, y admirando tu paciencia, me asusta pensar en que tener derecho a la salud pública, o no, dependa de un juicio de valor sobre el estilo de vida del paciente ¿fuma? (¡un delincuente!) ¿bebe? (¡qué malote!) ¿se dedica "demasiado" al trabajo? (¡un vacío sin sustancia!) ¿no hace nada de deporte? (OMG ¡nada de deporte! ¿NADA? con lo que la tele ha bombardeado con lo malísimo que es eso sobre todo para la espalda y la fuerza de las piernas, que es lo que nos da independencia, que sin fuerza en las piernas tenemos que terminar pagando a alguien que nos cuide... mucho antes que si hubiéramos ejercitado los músculos, que ya se sabe que hay que hacer por un lado ejercicios aerobicos y ejercicios de tonificación ¡hombre! ¡pedazo de inconsciente!) ¿has comido según la pirámide de alimentos? (que eso te lo explican desde el cole, aunque luego te lian con eso de carbohidratos sí o no, que l@s mèdicos no se ponen de acuerdo) ¿has estirado todos los días para estar flexible, o no y a los 60 necesitarás de ayuda para coger la ropa del altillo y un ascenso para subir a tu piso? ¿haces ejercicios bruscos o suaves? (que los bruscos ya se sabe que te fastidian las rodillas y luego viene lo del menisco y esas cosas) ¿ha aprendido a manejar el estrés? (¡no me digas que ahora tienes problemas del estómago por un quítame ahí esos nervios, con la de yoga y pilates que hay en youtube) ¿has bebido demasiadas bebidas con gas? (uffffffff chungo, chungo te quitan 6 años de vida con solo un par s vasitos al día, que no se puede vivir así de locamente) ¿no has dormido lo suficiente estos años porque no has sabido aislar las preocupaciones ¡coño con la de libros de autoayuda que hay para eso!) ¿has follado una vez sin condón con una pareja no estable? (¡uy, uy, uy... ¿no querrás que ahora te pague tu sida!)

Yo misma dijo...

Con esto quiero decir que una vez que abrimos el melón de decidir quien tiene derecho o no a la sanidad pública según su estilo de vida, por nuestros juicios de valor personales o por los socialmente aceptables en cada momento, quizá nos quedemos tod@s sin sanidad pública.
Quien no fuma a lo mejor no hace deporte y lleva una vida sedentaria fatal de lo peor o un dia (o varios) le ha ha dado por el sexo loco a pelo.
Quien no bebe a lo mejor es un workholic...
O no come furtos secos... (por exagerar)
Y así podemos hacer cientos de combinaciones que nos lleven a la misma conclusión: te has portado mal y no tienes derecho a la sanidad pública.
Al final solo van a poder vivir como les dé la real gana quienes tienen pasta para poder ir a la privada: el resto a vivir según los dictados de la razón pública para poder tener derecho a la sanidad también pública.
A mi, particularmente, me parece una suerte inmensa y un privilegio poder, por ahora, subvencionar la sanidad de otr@s y no necesitarla yo ni la gente que quiero (por ahora) y me parece bien pagarla hayan tomado o no 5 piezas de fruta al día o habiéndose dedicado a la ginebra o a la heroina (afortunada yo que no lo he hecho)
Que cada uno viva su vida con sus errores o decisiones fatales para su salud según lo que haya querido o podido
Yo, entre que fumo como una carretera, hago deporte como si no hubiera un mañana, ejercicios de relajación y yoga como si viviera en el mismo centro del Tibet, sin poder evitar que me duela el estómago cuando me entra un jupetín laboral, necesitando lexatín con mucha asidiuidad por ello, a pesar del yoga, comiendo tan sano que en los análisis me aplaude hasta la jeringuilla, y bebiendo mucho licor de hierbas los finde, me resisto a que se hagan juicios sobre si tenemos derecho moral, o no, a la sanidad pública (por la cuenta que me trae ;) y porque no sé que es lo que le pasa o pasará a la gente que quiero)
Otra cosa es la mala educación hacia quien te intenta ayudar, aunque no estés preparad@ para aceptar la ayuda, porque es muy jodido y muy dificil cambiar la forma de vivir y más fácil negar la amenaza de la muerte o la enfermedad
Yo si fuera tú habría pegado al paciente, vaya eso por delante
Besos
(jo, me he puesto muy bruta, tanto, que he tenido que publicarlo en dos partes)

José Núñez de Cela dijo...

Tendrías que haberle operado, ... a ver si así se daba cuenta de lo que estaba haciendo.

Supongo que hay enfermos que quieren seguir siéndolo, allá ellos, pero que al resto les dejen trabajar.

Saludos!

Carmen dijo...

Pues yo sí que soy radical. El mundo está super poblado. Lo mejor, al quirófano con bien de anestesia y con un poco de suerte se queda en la mesa y nos ahorra una pasta a todos. Seguro que su mujer y sus hijos respiran. Siempre pensamos en los derechos de los cretinos y nunca en los de la gente buena. Me da exactamente igual si fuma, o no, o lo que haga, el que es malo, es malo.

Carmen dijo...

Por cierto y para tranquilidad de todos los que no me conocen...no soy médico. Yo trato con la materia prima que espero que pueda cambiar este mundo, lo mejor que hay, mi única esperanza: agradecidos, cariñosos, listos, deportistas, buena gente y divertidos... ¡Los alumnos que tengo y he tenido en Tres Cantos!

Anónimo dijo...

Aissssss !!!! Que caracter !!!!! Marie.

Anónimo dijo...

Aissssss !!!! Que caracter !!!!! Marie.