¿Por qué surgen los sueños premonitorios? Al carecer de fe, estoy convencida de que detrás de ellos existe algún tipo de explicación lógica que no tiene relación con ninguna extraña conexión espiritual con la persona en cuestión. Seguro que hay algún detalle que el subconsciente detecta y que nuestro cerebro saca a la superficie cuando dormimos.
En mi caso, la afectada por mis profecías es una de mis amigas. Si aún viviésemos en la Edad Media, habría tenido sobradas razones para mandarme a la hoguera. En dos ocasiones he soñado que estaba embarazada. En ninguna de las dos ella conocía aún la noticia y, en ambas, resultó ser cierta. Soñé con que se tenía que coger una baja por algo poco importante, y así fue. También soñé con el parto de su hija y me presenté antes que nadie en el paritorio para verla. En realidad estos sueños tienen poco de proféticos porque, a fin de cuentas, se presentan ante hechos consumados, lo que refuerza mi idea de que es la mente la que percibe el cambio, aunque la conciencia no reciba esta información.
También tengo claro que, cuando duermo, en mi cabeza afloran mis deseos, mis miedos y mis inseguridades. Me encantan en los que soy capaz de volar, aunque lo haga como si nadase en el aire. También en los que tengo dotes para el ballet clásico y me puedo pasar noches en danza. Sin embargo, canto tan mal y soy tan consciente de mis limitaciones en ese aspecto, que soy incapaz hasta de soñar con ello. Si lloro, el sueño pierde el color y mi llanto se transforma en lluvia gris y torrencial. Aún me persigue el agobio de los exámenes en los que me había dejado el estudio para los días previos. La misma ansiedad me ataca cuando tratan sobre exponer una lección de forma oral. Sin embargo, me relaja operar en sueños. He paseado descalza sin pretenderlo y, hace poco, tuve uno en el que salía a la calle sin ropa y en el que recorría tranquilamente una ciudad a caballo entre Linares y Ginebra antes de percatarme de mi situación. Al darme cuenta, reaccioné metiéndome en la primera tienda que encontré, y que aún no estaba abierta, y me cubrí con lo primero que saqué de una cesta.
Me tranquilizan los sueños en los que los muertos vienen a despedirse y me sostienen la mano hasta que siento la presión de su tacto o, en los que me abrazan y me consuelan. Los besos son perfectos en sueños y las historias románticas dignas del mejor Wilder. Si sufro algún disgusto antes de acostarme, éste aflorará y dormiré intranquila y, al levantarme, mi enfado se habrá transformado en preocupación. En "Mujercitas" Marmie le recomienda a Jo cuando esta discute con Amy: "no dejes que el sol se ponga sobre tu enfado". Si lo que pretendo es un sueño reparador, no hay mejor consejo en mi caso.
Sueño con viajes, sin necesidad de pasar por los aeropuertos. Visito lugares en los que ya he estado. A veces los mezclo entre sí y en ocasiones me invento el destino. Vuelvo a la casa en la que vivía en mi infancia y, por supuesto, sueño con la granja y todas sus naves. Comparto sueños con mi familia e incluso con los pacientes, especialmente los oncológicos. Conozco a personajes famosos y los desconocidos suelen intercambiarse por uno o varios conocidos durante el desarrollo de la historia. Recreo instantes de las películas y de los libros, por lo que no es conveniente que sean de miedo o me despertaré miles de veces para esconderme entre las sabanas y, de paso, comprobaré que el Dr. House está a mi lado para protegerme de los demonios. Claro que si me muevo demasiado puedo terminar escuchando alguna frase, no demasiado cariñosa y poco tranquilizadora, que a al mañana siguiente no recordará haber emitido.
Si hubiese podido escoger, sin duda habría preferido conocer de antemano los números de la lotería pero, pese a que me gustan las matemáticas, no debe de ser posible tener el mismo tipo de percepción subconsciente con los juegos de azar. No soy de las que cree que todo está predeterminado, aunque sí que es cierto que hay veces que no puedo evitar pensar que el mundo es un pañuelo y que, hay determinadas situaciones, que se enlazan entre sí de un modo insospechado.
4 comentarios:
-Cariiiño, anoche me insultabas mientras dormías.
-¿Y quién te ha dicho a tí que dormía?
Besosss y ¡Feliz Año grumperos!
Muy bueno! Te felicito. Yo creo que sueño en blanco y negro y casi nunca me acuerdo de lo que sueño, aunque de un tiempo a esta parte mis perros me vienen a visitar a menudo. Me encanta verles y jugar con ellos la mayor parte de la noche. No sé si puede calificarse como algún muerto que viene a despedirse, porque ambos lo están, pero me lo paso como los indios con ellos y espero repetir.
Es raro lo de los sueños, el año pasado soñé con un número, lo compré debajo de casa por si las moscas y.... ¡tocó!. Pero mi sueño favorito es cuando vuelvo a los escenarios. Incluso bailo las coreografías completas y cuando me despierto, creo que no ha sido un sueño, que ha sido real. Feliz 2012. Javier El texto anterior lo puedes eliminar. ¡Está escrito sin gafas!
Yo siempre sueño en color, menos una vez que soñé que estábamos en guerra y todo era en blanco y negro...
Me ha gustado mucho! Pal
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