sábado, 31 de diciembre de 2011

Saturday Post: OPTIMISMO

Escribo este post mientras escucho a otro optimista, Louis Armstrong, cantar "What a Wonderful World". Me siento afortunada por mi naturaleza optimista. Sé que, por su culpa, me entusiasmo, en ocasiones en exceso, por las cosas que me interesan, pero la verdad es que ese problema no me importa demasiado porque, al mismo tiempo, es un factor que contribuye al goce que obtengo con ellas.

Ventajas de ser optimista: se disfruta de cualquier situación, por peliaguda que pueda resultar. Con mi mentalidad de cuento de hadas, siempre pienso que las cosas van a acabar bien. Si tengo razón en mis previsiones me alegro por partida triple: la primera en la etapa de anticipación, la segunda por el final feliz y, finalmente, y no por ello menos importante, por el mero hecho de tener razón. Si me equivoco, siempre me queda el agradable recuerdo de la primera fase de esperanza.

Sin embargo, los pesimistas, negativos o, como ellos se denominan en un alarde de humor, "realistas" (ni que decir tiene que dicha valoración no es compartida habitualmente por el resto de la humanidad), no obtienen el mismo tipo de placer de las situaciones, sino más bien todo lo contrario. De hecho, su actitud, con frecuencia, se traduce en disgusto. Si tienen razón disfrutan del recochineo infantil del "ya te lo dije", pero se han perdido la ilusión ante la incertidumbre del optimista y de hecho, en esa fase están tan apesadumbrados ante los temores que ensombrecen su futuro que, al final terminan exhaustos y hundidos en la miseria y, lo que es peor, sin capacidad de reacción ante el cumplimiento de sus predicciones. El optimista, incluso ante hechos consumados, no termina nunca de perder la esperanza, lo lógico para él es que todo se arregle. Si el pesimista se equivoca en sus vaticinios, se alegra en el instante en el que todo se resuelve satisfactoriamente pero, por otro lado, se pierde el glorioso momento de construir castillos en el aire y, por supuesto, el de tener razón.

Por supuesto que casi todo tiene su lado bueno y su lado malo y, dependiendo del cristal con el que se mire, uno puede ver más una faceta u otra del asunto. Según el planteamiento vital uno afronta el reto con afán de superación o se frustra ante las adversidades. Por eso no es buena idea meterse en el quirófano con la idea de todo lo que puede salir mal en la cabeza. Es conveniente disfrutar del proceso y no agotarse mentalmente innecesariamente para que, en el caso que surja alguna complicación, no ser superado por el agobio que conlleva y estar en condiciones de enfrentarse a ellas.

Nada mejor para despedirse de este año que una de las canciones más felicidad transmiten:
¡FELIZ SALIDA Y ENTRADA DE AÑO!

3 comentarios:

Pacuelo dijo...

¿Otorrino o psicóloga???
De nuevo ¡¡¡Feliz Año!!! no me canso.

Cruize dijo...

Un amigo dice que: "un pesimista es un optimista bien informado". Nunca le hecho caso.
Feliz Año.

Sole dijo...

Feliz año, prima.Una cosa que se te olvida, los optimistas (y me incluyo entre ellos) no solo intentamos mirar lo mejor de cada situación por difícil que sea, también somos más capaz de superar o 'sobrellevar' los momentos más peliagudos que la vida nos pone delante...un beso