viernes, 13 de abril de 2012

BERENJENAS LINARENSES

Hermanísima y yo eramos adictas a los encurtidos. Cuando vivíamos en Valladolid, una de las inversiones de la paga de los domingos consistía en adquirir, en el puesto de chuches de al lado de la Plaza del Mercado, una bolsa de cebolletas en vinagre. Claro que eso sólo duraba unas horas y teníamos que recurrir a otros medios para satisfacer nuestra adicción al ácido. Una tarde, mi madre nos descubrió en la cocina mientras bebíamos a chorro de la botella de vinagre. Además de regañarnos, nos previno sobre lo dañino que era aquello para nuestras células sanguíneas. Consiguió que disminuyésemos la frecuencia y la cantidad ingerida, además de que aumentásemos la atención prestada durante la vigilancia, cuando nuestro antojo vencía nuestra reticencia a desobedecer sus recomendaciones y era más fuerte que el temor ante la amenaza, infundada, de anemia. A fin de cuentas, cuando la Señora nos pilló in fraganti, llevábamos años haciéndolo y nunca nos había pasado nada.

Sea balsámico, de jerez o aromatizado, las ensaladas están mejor con un buen chorro de acético. Los pepinillos, las toreras, las guindillas, gildas y boquerones son un picoteo insuperable y, además, sin demasiadas calorías. Sin embargo, las duras y fuertes berenjenas de Almagro que venden por ahí, no tienen ni chispa de comparación con las deliciosas y tiernas berenjenas linarenses, aunque ambas se preparen con la misma variedad de planta.

En la granja la que las hacía era mi tía Pepi y, aunque la cantidad era suficiente para un regimiento, era precisamente ese el número de los que nos apuntábamos a su degustación. Las cocinaba con frecuencia y el olor del vinagre con el comino la delataba. En cuanto husmeaba aquel reconocible aroma, me presentaba en su cocina,  dispuesta, como siempre, a catar el resultado y comprobar el punto de sal y acidez. La receta es de la tita Li, que a base de cuidar de hermanísima y de mí desde nuestra más tierna infancia, conoce bien todas nuestras debilidades y nos malcría siempre que puede.

BERENJENAS LINARENSES

1 Kg berenjenillas (de esas pequeñas, del estilo de las de Almagro). Limpiarlas y recortarles un poco el rabillo y los faldones laterales.

Hervir las berenjenas con sal y limón un par de minutos para quitarles amargor.

Mientras tanto preparar una ensalada con pimiento rojo, comino machacado, ajo, aceite y vinagre y 1 tomate.

Poner todo junto en la olla junto con, aproximadamente, 1/2 liltro de vinagre, 1/2 litro de agua (hasta cubrir), medio vasito aceite y sal (probar). Cocer 5 minutos en olla rápida.

Se pueden tomar al enfriarse pero están mejor si se tiene paciencia y se dejan reposar, cubiertas por el jugo de la marinada, de un día para otro.

2 comentarios:

Pacuelo dijo...

No he dejado de segregar saliva desde que leí el título. Este vicio a matar glóbulos rojos me fue metido en vena por mis dos hermanas mayores, es posible que por eso sea tan blanco juajuajua.
Buen finde blogueros.

Anónimo dijo...

Ja ja ja... tan blanco, dice!!
A mi me ha pasado lo mismo, se me hacía la boca agua Groumpy... Y me acuerdo que la tita Pepi siempre tenía preparadas cuando llegábais. Por un momento me he acordado de la cocina de la tita pepi, su recipiente de barro lleno de berenjenas allí encima d ela mesa. Pal