martes, 24 de diciembre de 2013

Adornos navideños

Era el día de Nochebuena, sin embargo ese año la tradición se rompería: no habría una reunión familiar multitudinaria. Un océano les separaba de los suyos y tendrían que conformarse con celebrar la cena en la distancia. Hablarían, sí, igual que hacían todos los días, pero no podrían abrazarse, ni besarse después de brindar. A ratos Nené sentía que la invadía la nostalgia, aunque procuraba disimularlo tras su mejor sonrisa mientras planificaba los detalles de la fiesta junto con su marido y las dos niñas.

Casi acababa de levantarse cuando le sorprendió el sonido del timbre de la puerta. Seguramente sería el chico de la tienda que habría empezado la ronda algo más temprano de la habitual para también terminarla lo antes posible. Traería el pavo y demás aditamentos que había encargado para la cena... y la esperanza de recibir un aguinaldo. Oyó a sus dos hijas bajar por la escalera dispuestas a abrir, impacientes por ejercer de pinches. Contar con su participación en los distintos preparativos era una de las ideas para que todo resultara más entrañable.

Nes abrió la puerta y, al hacerlo, un abeto navideño casi se le cae encima. Afortunadamente el mensajero lo sujetó a tiempo, lo había apoyado en la puerta para llamar al timbre. Además del árbol portaba una caja de buen tamaño con varios letreros de "Frágil" pegados en sus laterales. Nené reconoció la grafía irregular de Ela.
- ¡Buenos días y felices fiestas! - saludó el joven. - Tienen un envío navideño. Pesa un poco, ¿dónde les gustaría que lo colocase?
- ¡Felices Fiestas!- le respondió Nené. - Si lo lleva al comedor, por favor. Le acompaño.
El muchacho cargó el árbol sobre sus hombros y Nes y Karen agarraron la caja por los agujeros que hacían las veces de asas. Con cuidado depositaron todo sobre la alfombra, a medio camino entre la mesa y la chimenea. El abeto era tan grande que la habitación ofrecía el mismo aspecto que un rincón del bosque. Sería un bosque encantado cuando lo decorasen.

El mensajero se despidió, repitieron los deseos de Feliz Navidad y, sin más demora, se dedicaron a desembalar la caja. Lo primero que apareció fue una carta.

"Querida Nené (y queridos Nes, Karen y Raph):
¡Feliz Navidad!
Te conozco bien y sé que esta noche no podrás evitar echarnos de menos. Por eso, para que os sintáis un poco más cerca del resto, cada miembro de la familia ha guardado en esta caja un adorno especial. Sé que el abeto te parecerá inmenso, pero somos muchos y debía ser así si pretendíamos caber todos en él.
Muchos besos: Ela."

El resto de la epístola lo llenaban las felicitaciones, abrazos y besos del resto de la familia. ¡Qué ilusión! ¡Decorar el árbol con los adornos de todos!

Empezaron a sacar los pequeños paquetes envueltos en papel de burbujas y seda. Estaban alojados de tal modo que ocupaban cada milímetro cúbico del espacio interior. Semejante orden no era propio de Ela, seguro que había sido Atos el responsable. Cuando terminaron de vaciar la caja donde no quedaba ni un centímetro libre era sobre la alfombra.

Comenzaron a abrirlos. En el interior encontraron una serie de pequeñas figuras de cristal, no mayores de un palmo, pintadas con la delicadeza propia de las piezas de Murano. Al observarlas con detalle se podía reconocer en cada una de ellas la fisonomía característica de los distintos miembros de la familia. No faltaba nadie. Nené dispuso las piezas sobre el abeto como en un árbol genealógico, generación bajo generación. Cuando parecía que ya no quedaba nada más, Karen volcó la caja y cayó un último paquete. Dentro había un largo cable, cuajado de diminutas bombillas, que enroscaron entre las distintas ramas familiares del árbol. ¡Era un abeto precioso!

Antes de encender el árbol Nené decidió arreglar el resto de la sala en consonancia. Todo debía lucir el mismo aire navideño. Preparó la mesa. La abrió por completo, aunque sólo cenarían cuatro. La parte que no iban a usar la cubrió de fotos y de un mar de espumillón. Repartió todas las sillas de la casa a su alrededor y colgó un poco de muérdago sobre sus respaldos. Perfecto. Ahora sólo faltaba preparar la cena tradicional para completar la escena. Debían ponerse a ello cuanto antes, con tanto trajín se había hecho tarde.

El resto del día la familia al completo se encerró en la cocina.  Raph se ocupó del pavo. Lo rellenó con las cebollas, ciruelas, castañas y manzanas, le untó la piel con aceite y sal y lo roció con vino antes de meterlo en el horno. Luego se dedicó a las salsas y al puré de manzanas y castañas de acompañamiento. Nené preparó los aperitivos: los canapés de salmón ahumado, de queso con nueces, de jamón con huevo hilado, los huevos rellenos de atún y aceitunas. Desengrasó el caldo del consomé, al que a última hora le añadirían su chorrito de jerez para darle el toque final de aroma, reconfortante e inolvidable. También limpió y coció el marisco hasta dejarlo en su punto. Las niñas pelaron y cortaron la fruta de la macedonia y pusieron el turrón, los mazapanes y los polvorones artísticamente sobre las bandejas. Todo estaba listo para empezar la celebración.

Antes de sentarse a la mesa Nes hizo los honores: apagó todas las luces y conectó las del árbol. Las diminutas bombillas se encendieron entre las agujas del pino. Sus destellos se reflejaron en el techo como estrellas en miniatura. La habitación se transformó. Las figuras de cristal proyectaron sus colores sobre las paredes invisibles. Las formas, borrosas al principio, se definieron con nitidez. Las imágenes crecieron, tomaron cuerpo y se deslizaron fuera del muro. Los más pequeños, los de las ramas más bajas del abeto, descendieron los primeros. Les siguieron sobrinos, hermanos y primos, padres y tíos y, finalmente, los añorados abuelos. Entre lágrimas de emoción, se repartieron cientos de besos bajo el muérdago. Todos reunidos se sentaron a la mesa para celebrar la Nochebuena en familia.

¡Feliz Navidad!

4 comentarios:

el tito Paco dijo...

Feliz Navidad a todos. Os tendremos muy presentes. Grandes abrazos, besos a Posti.

Anónimo dijo...

Qué cuento tan lindo, acertado y qué final tan emotivo....Os echamos mucho de menos y nos acordamos todos los días y esta noche, aún más pero de todas formas, hay que disfrutar de la misma manera que siempre lo habéis hecho ya que pasará el tiempo y estas fechas las recordaréis también con cariño. ¡Sólo se viven una vez las cosas!
Muy buena idea hubieese sido Groumpyb esa d enviar casa uno un adorno, desde luego el cuento esta más que logrado.....y los nombres...jjjj geniales!
Un beso fueste para los que estáis al otro lado. Pali

Anónimo dijo...

A partir del “chorrito de Jerez” ¿dónde he vivido yo este cuento?

Esta noche brindaré por todos y muy especialmente, por los que estáis lejos.

Saca la bota María que me voy a emborrachar…………….

Feliz Noche Buena, JMD.

Señora dijo...

El abeto con sus luces nos acompañará esta noche en la cena. Nos hará mucha compañía.