miércoles, 19 de octubre de 2011

Cirugías

Me gusta operar. Supongo que para los profanos a esta materia, la idea de cortar a alguien con un bisturí puede resultar poco atractiva. Lo primero que hay que aclarar es que una opera en un "campo quirúrgico" y, con ese concepto en mente, despersonaliza al paciente. No se olvida de que es un individuo el que tiene bajo el filo de su navaja, pero el corte es para curar y no para herir. Bajo esa premisa, que no es difícil de asumir, aunque puede ser que, el estudio previo de 6 años de Medicina con su sala de disección incluida, influya sobremanera en esa aparente facilidad, una se lanza a la cirugía y, la mayoría de los cirujanos, disfrutan de sus momentos quirúrgicos. Tanto es así que, en el quirófano, hay dos tipos de tiempo muy diferentes entre sí. Por un lado está "el tiempo del cirujano", al cual se le pasan las horas volando y para el que, cuando dice: quedan 5 minutos, puede referirse en realidad a una hora. Por otra parte va "el tiempo del anestesista", que es  por el cual se rige el resto del personal presente en la estancia en ese momento. Ya en la sala de espera podemos encontrar "el tiempo del familiar" que, por pura física, es el encargado de equilibrar el reloj, al compensar, con la ralentización del mismo, la aceleración mental del cirujano.
La cirugía requiere planificación, concentración e improvisación en  muchas ocasiones. Hay que estar atento para reaccionar y anticiparse a los problemas que pueden surgir. La anatomía conviene sabérsela al dedillo ya que, puede ocurrir que, de repente, haya que actuar con rapidez mientras la sangre se acumula rápidamente o el paciente deja de respirar. En esos instantes el mundo se difumina ante tus ojos y sólo eres capaz de distinguir con claridad el problema. Dispones de una fracción de segundo para analizarlo y, como arma, cuentas con tu iniciativa para hacer frente a la desesperada coyuntura. Es ante este tipo de tesituras cuando, la intervención de un anestesista, le convierte a este en un héroe ante tus ojos. Otras veces es tu propia actuación, por lo general más agresiva y menos heroica, la que salva la situación. Aunque no se sea muy consciente de que está ahí, cualquier tipo de ayuda es de agradecer: desde el celador que sujeta al paciente hasta la enfermera que lee tu mente (aunque por desgracia el don de la clarividencia lo tienen muy pocas) y te deja las cosas en la mano sin necesidad de pedirlas. Porque, aunque el cerebro está funcionando a todo trapo, lo suele hacer a costa de bloquear el don de la palabra, así que una no se prodiga en explicaciones en ese instante. Un cirujano locuaz que se queda en silencio es tan indicativo como los monitores que vigilan el estado del paciente. A toro pasado, el salir adelante en esas circunstancias, es motivo de orgullo.
 Lógicamente, se disfruta mucho más cuando todo va sobre ruedas. La disección de los planos para extirpar la lesión conservando las estructuras vitales es como desenvolver un frágil regalo. O la reparación de los órganos para devolverles la función al tiempo que ves que todo queda a tu gusto produce una sensación semejante a la del artista ante su obra, salvando las distancias de genio entre uno y otro. Hay otro tipo de goces más patológicos como el que provocan los martillazos para romper el hueso de la nariz del paciente. Son una buena terapia ya que contribuyen a disminuir el stress vital del cirujano. Supongo que, la combinación de golpear junto con la de recomponer a posteriori, es la que produce ese efecto. O eso o me hace falta un psiquiatra más de lo que creo.
La satisfacción absoluta viene cuando, al revisar al paciente en consulta, todo ha quedado como una esperaba y, además, este no solo evoluciona bien sino que, encima, está contento con los resultados.

1 comentario:

Rafa-MrMagoo dijo...

Te propongo varias cirugias, que no van a requerir que tu cerebro trabaje al 100%, excepto para que no te salpique la sangre.... Córtale los huevos a toda la clase política de este país!!!, bueno puedes extirpar algún que otro ovario también, y si no directamente las cabezas....