Aparecen documentadas por primera vez en la época romana, en el recopilatorio de cocina "de re coquinaria" atribuido a "Apicius" (gastrónomo del S.I d.C) aunque el manuscrito que nos ha llegado de ese libro data del S. IV o principios del V. A este postre se le clasifica como "Aliter Dulcia", sin un nombre propio. Aparece citado por Juan de Encina, ya con el nombre torrija en el S. XV, y en el texto se hace referencia a la necesidad de miel y huevos para su elaboración. La receta como tal se encuentra en el "Libro de Cozina" de Domingo Hernández de Maceras (1607) y "Arte de cozina, pastelería, vizcochería y conservería" de Francisco Martínez Motiño (1611) (no son erratas sino el título con la grafía correspondiente a la época). A principios del S. XX se servía con frecuencia en las tabernas madrileñas, y se acompañaban de un chato de vino.
Siempre las asocio a la cocina de mi tía Pepi, aunque las de mis tías Lucky y Li están igual de ricas. Supongo que, el hecho de asistir a su proceso de elaboración y la expectación e impaciencia durante este este, es lo que ha determinado el que se me quedasen grabadas las primeras. En Madrid también disfruto de deliciosas torrijas. Las hace buenísimas las mujer que nos ha cuidado durante años y años y que, aunque ya esté jubilada, se las prepara a House de vez en cuando (pese a conocerme desde mi adolescencia, o quizás por ello, por el que tiene auténtica debilidad es por mi marido). Este año nos las ha traído la señora que nos "intenta" arreglar la casa y, además de las normales, nos ha hecho unas con el truco de añadir un chorrito de ron en la leche, lo que le da un toque estupendo.
Una de las auxiliares del hospital tiene la buena costumbre de llevarlas a la consulta, para reponer fuerzas en nuestra sagrada parada de media mañana y, de paso, celebrar con ellas el comienzo de las vacaciones de Semana Santa. Toma en cuenta los gustos de todos así que, además de las tradicionales, hace unas bañadas en almíbar, otras en leche y, para los que han tenido algún paciente de esos que te provocan inclinaciones de entregarte a la bebida, también las emborracha con vino.
Tenemos un paciente que trabaja en la Pastelería "Valle Olid" de la C/ López de Hoyos, 110, que, además de tener el detallazo de regalarnos un enorme roscón de Reyes por Navidad y traernos rosquillas de San Isidro en Mayo, nos suele visitar en estas fechas bien acompañado por una bandeja llena a rebosar de torrijas pequeñitas, de bocado, que hacen honor al dicho de que las buenas esencias vienen en frascos pequeños. En mi opinión, son estas últimas, junto con las de hermanísima, las que más se parecen a las linarenses.
Me encantan también las versiones modernizadas de la Bica de Marcelo y la Falsa Torrija de Los Sentidos (de las que ya hablé en su momento).
Otras alternativas de los comentarios que añado al texto por interesantes (con mis agradecimientos a los autores):
1. Cambiar la leche por horchata, pasar por huevo y hornear sobre un "silpat" en vez de freír.
2. La versión catalana de la torrijas se llama "Croquetes de Santa Teresa". Son casi idénticas excepto en que: el huevo batido se le añade a la leche perfumada y, una vez fritas y muy calientes, se pasan por el azúcar y no se bañan en almibar. También varía el tamaño: son más pequeñas que las de Madrid. Se trata de un postre relacionado con la economía y del que se disfruta todo el año.
TORRIJAS
Ingredientes:
Pan del día anterior (las proporciones serían para unos 250gr), cortado en rebanadas de menos de 2 cm para evitar que, al mojarlas, el centro se quede seco o se deshagan por fuera)
Medio litro de leche
Cáscara de limón (sin lo blanco)
125 gr de azúcar (vainillado o normal según se prefiera)
1 ramita de canela
2 huevos
Aceite de oliva virgen extra
Azúcar y canela molida mezclados para rebozar (si se prefiere se puede usar almíbar, leche con azúcar y canela o vino con azúcar pero a mí me gustan más sin caldos)
Elaboración:
Ponemos en un cazo a hervir: la leche, la cáscara de limón, una ramita de canela y azúcar vainillado al gusto. En cuanto hierva la apartamos del fuego, sacamos la cascara de limón para que no amargue y la dejamos templar. Una vez se haya enfriado la colamos para retirar los tropezones.
En una sartén honda, ponemos el aceite de oliva al fuego. Un truco para que no haga espuma es echarle un clavo metálico.
En un plato hondo se baten un par de huevos. Si se necesitan más, conviene añadirlos poco a poco para evitar que se pierdan con la leche que suelte el pan.
Partimos el pan en rebanadas de, más o menos 1,5 cm. Mojamos una a una las rebanadas de pan en la leche, que se empapen por los dos lados, sin pasarse o se desarmarían ( depende muchísimo del tipo de pan). Estrujamos ligeramente cada rebanada al sacarla de la leche y las pasamos por huevo, impregnándolas bien por todos lados.
Las freímos en abundante aceite caliente por los dos lados, con cuidado de que no se arrebaten. Es conveniente retirar los restos de huevo que se queden flotando para que no se nos queme el aceite. Si es necesario, incluso se puede colar a mitad del proceso.
Al sacarlas, mientras se templan las colocamos sobre papel absorbente, para secarlas y quitarles el exceso de grasa.
En un plato hondo ponemos azúcar y le añadimos una cucharada de canela molida. Lo revolvemos bien. Rebozamos las torrijas en la mezcla, mientras aún estén calientes, aunque sin que nos achicharren los dedos.
Están deliciosas en cualquier momento. Personalmente las prefiero recién hechas, en cuanto se enfrían lo suficiente como para hincarles el diente sin abrasarse. Lo de esperar no es lo mío.
3 comentarios:
Despues de releerme el artículo varias veces para ver en qué momento aparecen las que yo hago...ya veo que ni están mencionadas. Pues nada, arrieritos somos.
Alternativa: cambiar leche por horchata y hornear en vez de freír.
Hola, antes de empezar mi guardia de 12 horas de Viernes Santo, os mando la versión catalana de la torrijas que allí se llaman "Croquetes de Santa Teresa" idénticas excepto en el el huevo batido que se añade a la leche perfumada y una vez fritas y muy calientes se pasan por el azucar y se comen sin almibar. También varía el tamaño, que son más pequeñas que las de Madrid. Ya sabéis lo ahorradores que somos los catalanes. En fin que se trata de un postre relacionado con la economía, más que con la semana santa ya que se comen todo el año. ¿Qué hacer con el pan duro?. ¡Tirarlo no!, por supuesto. En Cataluña hay una exquisita tradición de recetas de economía, como cocinar con frutas que están a punto de echarse a perder. Pollo con ciruelas, cerdo con manzanas, ternera con peras, Cocas con plátano.... Feliz Semana.
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