Llega un momento tradicional en la vida de una mujer en el que debe ser informada de los hechos de la vida. Es un instante lleno de incertidumbre y de temor hacia lo desconocido. La novia y futura esposa, en su castidad, desconoce a lo que se va a enfrentar en su noche de bodas y alguien tiene que asumir la ingrata tarea de explicarle lo que le espera. Esta es la inocente premisa de la que partía nuestra añorada tita Mercedes de Linares y, en su enorme bondad, decidió ser ella la encargada de contarnos las bases del sexo en el matrimonio. Su sabiduría al respecto era la de una mujer de pueblo, soltera, entera y profundamente religiosa. Nos enseñó a rezar en nuestra infancia, aunque para esa tarea no faltaron otros voluntarios, pero ni con todas las oraciones del mundo habría logrado que comprendiésemos sus explicaciones sobre las relaciones de pareja si no hubiésemos partido de un conocimiento previo (a cuyo estudio nos habíamos entregado con mucha más dedicación de la que la pobre tita podía imaginarse).
La tita se sentaba con nosotras en privado, con un gesto serio en su dulce rostro. Nos cogía las manos y nos miraba azorada a los ojos. Con su voz musical, en un susurro, casi como si nos contase un secreto, nos revelaba que las mujeres somos las dueñas de un maravilloso tesoro. Nuestra preciada posesión es un pequeño cofrecito, que hemos de guardar con el mayor de los cuidados durante nuestra vida, hasta que llega el momento crucial de concederle la llave del mismo a nuestro amante esposo. A partir de ahí nosotras mismas debíamos desvelar el misterio de lo que venía a continuación, porque la tita ya había cumplido su labor y nos había dicho todo lo que nos quería decir.
Son curiosas las asociaciones que se crean. Siempre que oigo hablar de un cofrecito no puedo evitar una sonrisa al rememorar ese momento con la tita tan lleno de ternura y de inocencia, por su parte.
3 comentarios:
El cofrecito tenía su explicación en una época en que había otros valores. El cofre estaba asociado a la idea de tesoro, pues lo que se guardaba en él era algo muy preciado; de ahí que la tita, lejos de las costumbres actuales, escogiera esa metáfora y os presentara la situación con los parámetros que a ella le habían inculcado y que nada tienen que ver con las modas actuales. Hasta qué punto la cosa es diferente, que ya la palabra cofre (y el objeto) prácticamente solo existen en los cuentos.
Fue la abuela la que me dio la explicación antes de mi boda. No la tita Mercedes.
Es cierto, recuerdo que Carmen nos contaba la historia de como la abuela le explico esos misterios...
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