Sólo leed y releed:
Sanar es una cobardía. Las cicatrices aumentan el odio. Una herida permite, simplemente, que la vida permanezca viva.
Anochecido volvía y me hablaba de barcos en el monte, de ciervos que corrían por la roca y de tiempos remotos en que el agua hasta el cielo llegaba torneando las piedras.
Mi padre fue una mano que busco en cada aurora.
Las cosas conocen una música perdida.
Cuando leo en alguna novela cómo se ha desencadenado la ruina familiar de los protagonistas, cuando escucho en alguna reunión que alguien ha pasado de la abundancia a la escasez, sólo puedo imaginármelo como una abuela tocando a Schumann en la sombra, al piano mudo del recuerdo.
Estamos hechos de obsesiones, pequeñas o grandes, y la vida acaba pareciendo un chocolate amargo que muestra su sabor y deja en la boca, tras cada sorbo, un extraño regusto.
En esta tierra la muerte llega flotando o la trae el mal viento (...) Pero quedan los lugares, la amistad y el recuerdo. Porque la vida hizo en mí su nido.
2 comentarios:
Preciosa la crítica y el texto escogido. Feliz finde!
A mí también me pareció estupendo este libro de Jorge. Son muchas las situaciones y sobre todo las evocaciones que se presentan con un sello muy personal, con un toque poético nada fácil de conseguir. Lo disfruté mucho cuando lo leí y hace pocos días -quizá cuando su autor estuvo en casa- me vino a la memoria. Ahora tú nos reproduces algunos detalles, que dan una idea del carácter tan peculiar de este libro.
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