Una nube huérfana se dejó caer dentro de las ruinas de un castillo abandonado.
Recostada sobre la hierba que crecía dentro, sintió que allí podía ser feliz, escondida entre las piedras, a salvo del sol y el viento.
Pasó un tiempo y la nube se sentía bien.
Pasó más tiempo y la nube perdió su deseo y encontró uno nuevo.
Los muros proyectaban sobre ella una sombra que la transformaba en una nube gris, una nube de tormenta.
Un día la nube se elevó. Desde el aire descargó toda el agua que había acumulado en su interior y volvió a ser una nube blanca.
Los muros del castillo se derrumbaron y formaron una montaña.
Las piedras habían dejado de ser muro para volver a su antiguo ser.
3 comentarios:
Gracias, Sol. Y mis felicitaciones para tu mamá y tu hermano. Un beso. Bueno, no, hoy tres.
Hola, Sol, buenos días; me sumo a lo indicado por María José: felicidades a ambos dos, y que lo disfrutéis toda la familia. Un abrazo.
Muchas gracias por vuestros buenos deseos. Me encanta la narración. En el fondo mi deseo en la vida ha sido tan sencillo como en el cuento: a pesar de los años tener un poquito de nube blanca.
Un beso
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