miércoles, 27 de agosto de 2014

Visita de revisión

Hace días que no veo al hijo de mi paciente, me sucede lo mismo que a su madre. El motivo no es que a mí me oculten nada, ni que esté ingresado en una unidad de acceso restringido como los casos de Ébola; simplemente se fue de alta.

Su hermana me pone al día:
- Está muy cansado.
Es lo lógico, aún no conozco a nadie que salga de un proceso cardiaco en condiciones de correr la maratón. Para la mayoría el trayecto cama-sillón es una proeza.
- Está asustado.
¿Y quién no? Salir al pasillo a estirar las piernas y, sin saber cómo, despertarse en el box de críticos de urgencias, cubierto de cables y rodeado de médicos hace que uno se dé cuenta, de golpe y porrazo, de lo precario de la vida.
- No puede dormir. Se pasa las noches de paseo por la casa.
Eso me preocupa, el descanso es necesario. El estress y el corazón no se llevan nada bien. Le prescribo un ansiolítico.
- Mañana viene. ¿Estarás en la consulta? Quiere pasarse a verte. Te está muy agradecido.
La verdad es que todo mi mérito se redujo a empujar la cama, con los celadores, a toda velocidad por los pasillos del hospital hasta llevarle adonde supieran qué hacer con él. Seis años de carrera, cuatro de especialidad y quince de ejercicio para, en el momento álgido, limitarme a correr. Después de releer la frase anterior me pregunto: ¿carrera? ¿ejercicio? ¿acaso reside ahí el quid de la cuestión? ¿es esa la verdadera preparación?

Cuando, al día siguiente, el hombre aparece por la puerta, compruebo que presenta buen aspecto. Le acaban de quitar los puntos del marcapasos y le tira un poco la herida. Ha dejado de fumar a base de comer zanahorias, un método sano y original que voy a recomendar a más pacientes. Sustituir tabaco por zanahorias mejora el lustre de la piel. Ha perdido peso pero aún tiene que adelgazar más, por mandato del cardiólogo. La ventaja del miedo es que todas las órdenes médicas se toman en serio. Hay que aprovechar esa fase para concienciar al enfermo.

Charlamos un rato, comentamos la evolución de su madre, que sigue sin remontar cómo a todos nos gustaría. Le acabo de reajustar el tratamiento y les acompaño hasta la planta a verla. El trayecto se desarrolla sin sobresaltos. Una vez llegados a destino me cercioro de que todos se encuentran bien antes de regresar a la consulta.

3 comentarios:

ELVIRA dijo...

Bueno, parece que uno de los enfermos va mejorando... a ver si pronto tenemos un relato de mejora de la madre.

Señora dijo...

¡Menudo alivio! Eso de ir por el pasillo y ver que no se caía nadie y que todos llegabais a la habitación de la madre sin sobresaltos habrá sido como una liberación.

Yo misma dijo...

Heroicidades del dia a día. Gracias