Resulta casi imposible pasar desapercibida en esa fase. Para empezar se pega un estirón que dificulta la gracia de los movimientos de esos alargados miembros. Una se encoge para tratar de disimular la nueva talla, no sólo de estatura, y consigue parecer la hija desgarbada del jorobado de Notre-Dame. Su postura llamará la atención de su verdadera familia que le recordará continuamente que se enderece. Ante su insistencia, procurará alcanzar un punto intermedio, correspondiente a los primeros estadios de la evolución del homo erectus, que seguirá siendo claramente insuficiente en opinión de los que le rodean.
La piel se rompe y se llena de granos que para llamar más la atención sobre su presencia, enrojecen y se inflaman. Una trata de ocultarlos detrás de una cortina de pelo que será un nuevo motivo de crítica por parte de sus allegados. La cantinela pasará a ser: "¡No te encorves y quítate el pelo de la cara!" Esto contribuye a la sensación de incomprensión en la que la reticente protagonista se ve inmersa en esta etapa. Además de asumir su pubertad tiene que hacerlo según las instrucciones que le dictan. Por supuesto su nuevo estado será discutido con orgullo y sin miramientos a la intimidad ante cualquier visita. Una se sume en el más vergonzoso de los bochornos mientras sus familiares la exhiben de forma casi impúdica. En algunas ocasiones, se desearía llevar puesto un burka. El estilo momia, con vendajes para disimular nuevos atributos, también habría gozado de mi aceptación por aquel entonces. ¿Sujetadores para realzar? ¡Qué horror!
Paula Romani |
Al dejar atrás la adolescencia, esa fase se revive concentrada en un par de días que se conocen comúnmente como "tensión premenstrual". Para mejorarlo aún más la cabeza se espesa y duele, la tripa se hincha y su interior se retuerce sin compasión, la nevera se impregna de un magnetismo irresistible y una piensa seriamente en atracar una pastelería porque la tarjeta de crédito ha caído víctima del impulso irrefrenable de consolar las frustraciones comprando.
1 comentario:
A eso hay que añadir que la hormona predomina sobre la neurona en todo momento.
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