lunes, 30 de julio de 2012

Algo pasa con Maivi

"Eleonora" Gianni Strino
Mi prima Maivi, cuando era un bebé, sólo conciliaba el sueño cuando su madre, desesperada, la dejaba en brazos de mi abuela. Al sentir el olor de su almohada humana, a la criatura se le iluminaba el rostro y se quedaba tranquila. Sin muestra alguna de pudor, introducía su mano por el escote del vestido, sorteaba enaguas y refajos hasta agarrar el pecho. Le debía de gustar su calor, al igual que su abundancia, y su tacto suave y blando. Una vez que se sentía segura, apoyaba la cabeza sobre aquel cómodo regazo y se quedaba profundamente dormida.

Es la pequeña de seis hermanas y, con ella, a mis tíos se les acabaron las ganas de ir a por el ansiado niño. Consideraron que les sobraba entretenimiento con las ocurrencias de sus hijas y que con tanta distracción no iban a poder disfrutar del varón, si es que llegaba. Como les suele ocurrir a muchos pequeños, hacen su aparición dispuestos a hacerse su hueco, y mi prima no fue una excepción a esta regla.

Tiene un sentido del humor a prueba de bomba. Si es necesario, se ríe incluso de su sombra. Posiblemente tenga que ver con haber sido uña y carne con Titón y, además de colaboradora, ha sido víctima de sus bromas en más de una ocasión.

Consiguió quedarse con todos los primos cuando declaró que había montado un laboratorio secreto en el viejo granero. Su principal área de estudio se iba a centrar en determinar el sexo de los caracoles. Debía de resultarle un concepto bastante confuso lo de que esos bichos fuesen hermafroditas. Planeaba levantarse a hurtadillas por las noches para llevar a cabo su trabajo. Supongo que, el que tuviese un sueño tan profundo (debía dormirse recordando el regazo de mi abuela) le impidió completar, e incluso empezar, sus investigaciones. Perdió la oportunidad de alcanzar cierto renombre. Ya se sabe que el sexo, incluso el de los caracoles, es un tema que siempre goza de popularidad. De todos modos sospecho que, en realidad, lo que pretendía averiguar era cuantos primos picaban e iban al granero en busca del inexistente laboratorio. Según me he enterado, fueron unos pocos.

Espero que mantenga siempre su sonrisa y su buen humor, aunque perdiese por el camino su vocación científica. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAIVI!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente la joven era la sexta niña y vino dispuesta a hacerse hueco, pero un hueco no pequeño. Para eso la criatura pesó al nacer muy cerca de los cinco kilos, con lo que era imposible que cupiera en el moisés de recienacidos del hospital, así que tuvieron que habilitar una cuna acorde con su tamaño. El problema vino después, cuando las enfermeras encargadas de los biberones -en un alarde de inteligencia- entendían que a la niña se le pusiera una cama distinta pero no que se le diera una ración distinta de la establecida para su corta edad, de modo que nos daban unos biberones ridículos que la chiquilla se sorbía en un santiamén para quedarse después con la boca abierta. ¡Lo que costó ampliar la ración!
Afortunadamente aquello dio sus resultados y hoy le mandamos esta pequeña anécdota junto con nuestra felicitación. De Señora

Anónimo dijo...

En realidad fueros 6 kg de niña, lo de los 5 kg es normal en mi casa (más de una de nosotras
llegamos al mundo con ese peso...). Peso al nacer lo que un niño de 3 meses
y lo peor era ser el juguete de todas y se acostumbro a los brazos...cuando tenía 3 meses de verdad
no había quien tirara de la niña...
Como hermana mayor hay miles de anécdotas para recordar...ya apuntaremos alguna más.
Muchas felicidades, hermana. Un beso muy grande. Sole