martes, 3 de julio de 2012

¿Familiar?

Algo familiar es, idealmente, acogedor. Cuando se refiere a que sea para uso y disfrute de la familia tiene que ser además sufrido y relativamente económico de mantener. Amargarse porque se estropea o se pierda, o poseer algo que obligue a todos los miembros de la familia a apretarse el cinturón hasta sufrir estrecheces no mejora la convivencia entre ellos.

Lo familiar no es elitista ni avasallador. Conviene que transmita valores de tolerancia y civismo. No es sinónimo de poderío y temor. Las buenas maneras contribuyen a las relaciones tanto familiares como sociales. El respeto a los demás es fundamental en cualquier ámbito.

El planeta es de todos y las futuras generaciones seguirán viviendo en él, si es que las actuales no nos lo cargamos antes. Conservar el agua y los recursos es básico. Reducir las emisiones de gases contaminantes y el ruido son objetivos de comités, congresos y organizaciones a nivel mundial.

No creo que haya muchas discrepancias en lo que implica este término. Lo que por tanto no comprendo es: ¿por qué muchos piensan que un mastodóntico todoterreno con aspecto de tanque blindado es un coche familiar? o ¿es que en sus planes de vacaciones con los niños pretenden realizar el rally de Dakar para lo que les es imprescindible contar con un Cayenne?  Me pregunto qué tipo de relación mantienen estas personas con sus allegados.

Si la excusa es la seguridad, supongo que un 4x4 es justificable ante el estado, más que lamentable, de algunas carreteras. Dada la normativa actual de sobreprotección de los infantes hasta tiene su lógica, porque dentro de poco va a ser necesario ponerles el casco antes de sentarles en su sillón, por supuesto especialmente diseñado para transportarles hasta que alcanzan la pubertad, aunque sean más grandes que sus padres. Cuando pienso en los viajes de mi infancia, con los cuatro hermanos sentados en el asiento de atrás del 1430 familiar, sin DVD sino tan sólo una radio que perdía las emisoras por La Mancha, con mi progenitor adelantando camiones y, para colmo, sin paradas, al menos en las que una pudiese bajar del vehículo, que ni los pilotos de Fórmula 1 repostan tan rápido como mi padre, y así durante todo el trayecto de Valladolid a Linares, para que ninguno nos pudiese adelantar de nuevo, no puedo evitar pensar cuánto habríamos agradecido, por aquel entonces, un cómodo tanque, especialmente si alguno venía con baño incorporado. ¿Tendrán esas mismas memorias los padres de ahora?

1 comentario:

Miguel Angel dijo...

Peligroso terreno éste de los coches.

Lo razonable sería que la compra de un determinado tipo de coche estuviera dictada por criterios claros; para mí el primero es la seguridad, propia y ajena, y los así llamados todoterrenos no son precisamente los más seguros por mucho aspecto de tanque que tengan. Su centro de gravedad está muy alto y son muy sensibles al viento lateral, los sistemas de control de estabilidad en curva no son tan eficaces como en las berlinas, transmiten una sensación de falsa seguridad que puede impulsarnos a forzar sus posibilidades...

Los viejos tiempos de los viajes fueron heroicos, es cierto, pero me quedo con los actuales, pese a todas las contradicciones e inconsistencias. Cuando pienso en las condiciones en las que he(mos) viajado, me pregunto cómo es posible que sigamos aquí.