lunes, 2 de julio de 2012

Un marido heroico

La luna de miel de los recientes esposos no sólo ha sido romántica, sino también heroica. Al planearla se habían decantado por un viaje tranquilo, que les permitiese descansar, sin jugar a los exploradores por selvas supuestamente desconocidas, y paradójicamente turísticas. Siguieron la sugerencia de Lucky y el Gris, y decidieron ir a Tenerife, a deleitarse con la variedad de paisajes que ofrecen las Islas Afortunadas en su reducida superficie.

No necesitaron salir del hotel para que la aventura acudiese a su encuentro. Mientras saboreaban las exquisiteces del suculento bufé, les llamó la atención una curvilínea señora, aún joven, que cargaba su plato con un amplio surtido de postres entre los que mezclaba pasteles con helados y fruta. Dedujeron que dado el estado nutricional del que partía no era una cuestión de que pasase hambre habitualmente, por lo que, si no seguía la antigua dieta de mi progenitor, o bien estaba en esos días del mes que se denominan con el eufemismo de "tensión" premenstrual, o su psicoterapeuta había fracasado estrepitosamente en su tratamiento de bulimia (aunque seguramente se curó definitivamente con la terapia de choque de aquella noche).

Mientras el matrimonio disfrutaba de su esbeltez y sus moderadas raciones, la mujer comenzó a toser, atragantada, apenas había comenzado a atacar su plato. La tos se interrumpió y en su lugar dio comienzo una sacudida asfíctica y el rostro de la golosa adquirió un poco favorecedor tono violáceo, cuyo matiz azulado no iba a juego con el rosa gamba del resto de su cuerpo. Super Titón, que acaba de obtener el título de Primeros Auxilios para Maestros, acudió veloz al rescate de la ahogada. El violeta se tornó rápidamente hacia un preocupante morado con oscuras vetas negruzcas, cuyo efecto estético era incluso menos seductor que el tono inicial. Supongo que, dado el atracón que tenía proyectado, la mujer nunca le había concedido demasiada importancia a su aspecto. Aunque su esférico perímetro rebasaba con mucho el de cualquier infante del alumnado, mi primo no lo dudo: la rodeó con fuerza entre sus brazos (resultaba tan poco atractiva que la Jefa no sufrió de ningún tipo de celos) y apretó el estómago de la atragantada en una eficaz Maniobra de Heimlich, ejerciendo una fuerte compresión hacia su espalda, con un giro impulsor de la muñeca hacia su boca. Tuvo que repetir la maniobra una segunda vez, en la que, finalmente, la mujer expulsó un trozo de algo verde y comenzó a respirar de nuevo.



Tras la experiencia la víctima se dejó el resto del postre en el plato y seguramente no vuelva a tomar un surtido similar el resto de sus días (si es que pretende que sean numerosos). Su línea y su colesterol se lo agradecerán. Titón tampoco pudo proseguir con el suyo, aunque a él no le hace falta ninguna dieta. La Jefa se encargó de mimarle y tranquilizarle porque, después de la tensión, el que terminó hecho un manojo de nervios fue el héroe del día. Son gajes del oficio, a los que ni siquiera en el hospital llega nadie a costumbrarse. Ante una situación de estrés de ese calibre, no da tiempo a pensar, la adrenalina se dispara y se actúa directamente. Una vez resuelto el problema es cuando se procesa lo sucedido y al salvador le entra toda la angustia de golpe. Se convierte entonces en un flan y, al calmarse, se queda hecho polvo.

3 comentarios:

Pacuelo dijo...

¿Y qué fue lo que yo escribí? Has contado la historia más o menos como yo lo hice, un poco más enrevesada, pero al final lo mismo...
Por cierto, Paquita no sufrió celos, pero Posti sí en la distancia.
Besosss

José Miguel Díaz dijo...

Madre mía Grummpy y eso que solo estuve hablando contigo un par de minutos, casi escribes una novela...jajaja. La verdad que esta versión es mucho más fiel que la de Pacuelo, pero las dos me gustan mucho. Donde das en el clavo es en los nervios y bajón que me pegó cuando pasó todo. Una buena anécdota que jamás olvidaremos la Jefa y servidor.
Un abrazo a todos...pero no de Heimlich.

Miguel Angel dijo...

Pues, dada la descripción de la víctima, una suerte que el héroe no se hiciera polvo la espalda.