martes, 26 de marzo de 2013

La guerra del sueño

El sueño te vence y no queda más remedio que rendirse a él. Puede ser muy traicionero y presentarse bruscamente, sin avisar. Es sigiloso en su avance. Una vez que llega se erige en dueño. Invade y conquista. La lucha es inútil. Aún así, en ocasiones, se le opone resistencia. Si no se desea, si ese momento no es bueno y se quiere posponer, presenta una dura batalla. El sueño no se deja dominar. Los párpados pesan, el cuerpo se acorcha, la cabeza se cae, los músculos no tienen fuerzas. El único deseo es el de dejarse llevar por él, apoyar la cabeza en la almohada y descansar.

El sueño engaña. Su estrategia consiste en que creas que tan sólo se trata de dar una pequeña cabezada. Se cierran los ojos despacio, durante un mero instante, nada más que unos segundos. Con esa acción el efecto es el mismo que el de bajar el telón al final de una función. La historia se acaba y empieza otra, en otro mundo. Tampoco eso se controla. Los sueños se rigen por el azar.

Es caprichoso en sus visitas. No se le puede llamar. Si se le intenta atrapar, huye. Se pierde durante la noche. Se le busca entre las sábanas a base de dar vueltas. Le gusta la luna llena y a veces se escapa a verla. Si se engancha en ella, ya no regresa esa noche. Puede que aparezca al amanecer, que responda a la llamada inoportuna del despertador y decida hacerte compañía durante todo un largo día.

2 comentarios:

Elvis dijo...

A veces el menino parece declararle la guerra al sueño: se frota los ojos, lloriquea... Cuando cree que ha ganado la batalla gatea sin descanso hasta el siguiente ataque.....

Carmen dijo...

A mi siempre me gana el sueño. ¡Cada vez duermo más! El menino tiene que investigar y descubrir y es normal que se resista a caer en las garras de Morfeo. Es buena señal aunque esperemos que se le pase pronto para dar un respiro a los padres. Jejeje