miércoles, 6 de marzo de 2013

Malcriados

Me enciende la gente que se cree que, simplemente por su fea cara, tiene derecho a privilegios especiales. Esto se puede comprobar a diario, con un simple paseo por el Barrio de Salamanca, en el que una segunda fila de coches con algo de marca, especialmente los modelos de los mastodónticos wannabes,  se alinea en Serrano, Juan Bravo y Ortega y Gasset, sin preocuparles lo más mínimo el atasco que provocan.

Una versión cutre de ese mismo comportamiento sucede en los hospitales a diario. El ejemplo más claro es el de los fumadores que, incluso bajo los mismos carteles que prohíben fumar, bien avalados con su referencia a la ley correspondiente, deciden que a ellos no les afecta y que a nadie le va a importar si se echan un cigarrito donde y cuando les pete. ¡Pues sí que importa, y mucho! El tabaco es culpable de la mayoría de las patologías oncológicas o crónicas y lucir ese vicio en el recinto sanitario, simplemente por su incongruencia con el entorno, supone un alarde de estupidez supina. Es además una falta tremenda de respeto que sobrepasa, con creces, los límites de la grosería. Viene a significar: "me trae al pairo la salud y el gasto que implica, no me importan los enfermos, yo sólo me ocupo de mi ombligo, y al que le moleste que se ocupe del suyo". Tienen la piel tan pulida, a base de darse palmaditas de alabanza y gloriosa autoestima, que les resbala cualquier recriminación. Hay quien incluso se llega a poner agresivo. Paradójicamente, el día en el que se ven ellos en el lado del paciente, sin necesidad de padecer ninguna dolencia grave, pretenden ser tratados con especial atención, simpatía y esmero. ¡Pues no! Y más vale que se desengañen rápidamente. Se les tratará como al resto. Si su prepotente actitud no despierta una sonrisa cordial en el rostro del galeno, no es porque este esté incurriendo en ningún tipo de falta. Es cierto que el médico debe comportarse de manera educada y cívica, y lo mismo debiera hacer el enfermo, cosa que por desgracia no siempre sucede. El "primum non nocere" obliga al galeno a no agredirles ni física ni verbalmente, por mucho que en algunas ocasiones le cueste contener sus impulsos ante los pacientes que sí que se permiten insultarle. 

La cortesía es obligada, pero la simpatía y el cariño son mérito del enfermo y ha de ganárselos. Es una cuestión que afecta simplemente a la relación personal porque luego, a todos, sin distinción, se les indicarán las pautas de tratamiento a seguir, aunque el resultado del mismo estará el función del cumplimiento terapeútico. Puede resultar asombroso conocer la cantidad de quejicosos que no se ponen o no toman lo recetado. Aún no me explico para qué acuden al médico y menos aún por qué acuden posteriormente a la revisión en la que refieren seguir aquejados por los mismos síntomas. Evidentemente no son muy listos, quizás el problema radica en eso. Su falta de inteligencia no les permite absorber conceptos abstractos como educación, gentileza y urbanidad. Menos aún comprender un texto y relacionar lo escrito en el informe con su dolencia, y las recomendaciones que figuren en éste como algo necesario para mejorar, a fin de cuentas sólo son recomendaciones. ¿Qué esperaban? ¿Milagros? En occidente hace tiempo que la magia se divorció de la medicina y que los médicos dejaron de ser brujos y chamanes. Los que busquen clarividencia pueden dirigirse a las brujas de las madrugadas de algunas cadenas televisivas. 

5 comentarios:

Rafa-MrMagoo dijo...

A falta de una esterilización a tiempo....lo mejor es ir con un lanzallamas bien a mano, y sobre todo no discutir, actuar.

Señora dijo...

Es verdad que es así y es una lástima. Recuerdo cuando íbamos los veranos a Alemania y todo el mundo respetaba las normas en la piscina o en el autobús o donde estuviéramos. Me he preguntado cuál puede ser la razón de que haya en nuestro país esa falta de actitud cívica que en los hospitales se manifiesta fumando donde a uno le da la gana, en los centros de enseñanza yendo a ver al tutor fuera de hora, en los autobuses sentándose en los asientos reservados para mayores, etc y más etc. Nunca he encontrado la razón, pues ya se ha avanzado en educación lo suficiente como para que estas cosas fueran esporádicas y cada vez se dieran menos; sin embargo parece que el problema crece. Es verdad que algo se ha mejorado y hay una mayoría que hace las cosas bien, pero queda ahí un reducto, que encima son los que más se ven pues para eso ellos son especiales, que incordian lo que no está escrito.

Anónimo dijo...

Pienso que el principal objetivo de un médico es lograr que el enfermo recupere la salud, por este motivo deberían recetar, tan solo, a aquellos enfermos que quieran verdaderamente recuperar y mantener la salud.

Si la salud está deteriorada por un mal hábito, quizás, la mejor receta, sería aconsejar el dejar ese hábito.

Si el enfermo no quiere (lo de no puede no me sirve) dejar ese hábito, la receta está servida: al fumador más tabaco; al bebedor doble dosis de destilado; al drogadicto hasta que le salga por las oreja; al comilón mucha “marranobiotica” y así, de esta forma, todos contentos.

A esperar que la legislación lo contemple. Mientras tanto, mucha paciencia.

Un beso, JMD.

Carmen dijo...

Yo también estoy a favor de la esterilización a tiempo ¡Tantas trabas para adoptar niños y luego se los dejan tener a cualquiera para no atenderlos ni educarlos!
Hoy he tenido un día durillo, estoy tramitando en servicios sociales el caso de una alumna inteligentísima que tengo cuya madre madre es una inepta integral. El informe preliminar ha dado malos tratos y negligencia.
Además de ser una superviviente, esta niña es muy cariñosa y simpática, no tiene problemas de relación y cuida más de su madre que la madre de ella. Todos sabemos que antes o después estas cosas explotan y que cuando pase al instituto y deje de tener madres-profes que se ocupen de ella, las posibilidades de que se convierta en una de las fumadoras de pasillo de hospital son muchas ¿Es esto justo? ¿Se puede hacer algo que no sea llevarla a un centro de menores? ¿Por qué tardan tanto los servicios sociales en actuar cuando se está denunciando la situación desde el centro desde hace seis años? ¡Ahí queda eso!

I. Robledo dijo...

Vivimos unos tiempos en los que la buena educacion no cotiza... Ni tan siquiera cotiza el sentido comun...

Son los tiempos, amiga... Son los tiempos

Un abrazo