Hay blogs que nacen destinados a tratar de conseguir la máxima difusión posible. Otros tampoco tienen claro si desean demasiados lectores de entrada, especialmente si estos pertenecen esa raza de censores que se escandalizan ante cualquier insinuación de crítica en la que se ven reflejados y pretenden cortarle las alas a su autor.
El caso es que si alguno pretende abrir un blog y desea una gran afluencia de seguidores, éstas son unas cuantas recomendaciones de alguien que no sabe ni muy bien, ni muy mal, de lo que habla (ya que no están basadas en la experiencia y mi blog no entra, ni remotamente, dentro de esa categoría).
1. La elección del nombre: Hay que olvidarse de la originalidad. Lo ideal es que sea fácil de recordar y más bien breve, sin signos de puntuación extraños. El título del mío es un claro ejemplo (de lo que no hay que hacer). Intentar difundirlo es imposible si no se cuenta con una dirección de correo electrónico a la que enviar el galimatías que escogí para él.
2. Idioma: Es conveniente que coincidan el idioma del título con el de las entradas. En caso contrario puede inducir a error. Un nombre en inglés, por muy sugestivo que parezca, para un blog en español lo que conseguirá es que unos los visiten, y no lo entiendan, y otros ni lo miren (¡ejem!).
3. Entradas breves: Evitar párrafos muy largos, frases coordinadas y subordinadas hasta el infinito, pantallas y pantallas de interminables circunloquios para explicar una idea. Si con la verborrea de uno se aburren hasta los muertos no se encontraran seguidores ni en los cementerios.
5. Constancia: Hay que ser perseverante, escribir de forma regular pero sin agobiar a los pobres lectores hasta que se sientan incapaces de seguir semejante ritmo. ¿Que a quién hago alusión? No sé.
6. Evitar la poesía (este punto no precisa aclaración). Se incluyen las cursiladas en esta categoría que, aunque no sean lo mismo, son muchos los que asumen que ambas están relacionadas. Los cuentos tampoco cuentan con el favor del público general (en esta serie no hago más que apuntarme tantos a mi favor).
7. Presentar batalla: De ese modo se alistará en el blog todo un ejercito de voluntarios dispuestos a disfrutar de la guerra en primera fila, e incluso comentarán. El número aumentará si el ataque va dirigido hacia algún personaje público caído en desgracia o alguna noticia de interés. No es conveniente que se trate de algo de índole personal ya que eso no despertará el interés de la mayoría gente, tan sólo el de los implicados y su entorno (aún así atraerá a más lectores que cualquier exaltación de la bondad, la belleza y el romanticismo).
8. Cotillear y criticar sin piedad la paja en el ojo de las celebridades, sin perdonar ni una. Si se dispone de algún trapo sucio que sacar, mejor que mejor. Un ejemplo (aviso, voy a ser mala): destapar el rumor de que sorprendieron al príncipe en los Alpes mientras desayunaba en compañía de otra que no era la princesa. ¿Qué príncipe? ¿Cuándo? ¿Hay testigos de la indiscreción? (¡Ah! Es un secreto de estado.)
9. Más vale caer en gracia que ser gracioso. Imposible explicarlo, no me encuentro en ninguna de las dos situaciones. Sólo sé que es así.
10. Aquí debería hablar de la calidad literaria, del contenido o incluso de la estética, pero son argumentos menores para el público general. Hay otros temas que interesan mucho más y que, al parecer, no son mi especialidad.
En definitiva, no tengo ni idea cuáles son las claves de la popularidad de un blog pero el éxito no radica en ella sino, sencillamente, en disfrutar. El resto es como lo que dicen los payasos: si se consigue hacer soñar, o hacer reír a alguien más, entonces el triunfo es completo.
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