Bajamos las escaleras hacia la Plaza de la Virgen Blanca. Entramos en la Plaza Nueva, cuyas terrazas están llenas de gente. Nos refugiamos en la plazuela de al lado del Palacio de Correos. Es un rincón precioso y tranquilo en el que corre un airecillo la mar de agradable. Tras descansar un rato nos encaminamos hacia el Parque de la Florida. Recorremos sus caminos, cruzamos sus puentecillos y damos la vuelta al precioso kiosko.
Enfrente se encuentra la Catedral Neogótica de Mª Inmaculada. Nos sentamos al lado de su ábside, en lo que bautizamos como "El rincón de los abetos", un recodo rodeado por estas coníferas de las que contamos seis especies diferentes. Desde allí las vistas de la catedral son impresionantes y le damos una tregua a nuestros machacados pies.
Tenemos reserva para comer en el Restaurante Ikea. No me refiero a la tienda de muebles sino a un sitio genial, que nos sugirió el día anterior el novio. Para abrir boca nos sirven un aperitivo de vichissoise y luego una delicia de ligera mousse de foie con gelatina de tempranillo y sifón de melocotón. De la carta nos decantamos por la ensalada de bogavante con frutos rojos y las cigalas con cremoso de patata y guisantes, que nos traen ya compartido, tras preguntarnos previamente. En los segundos me voy a la merluza (perfecta) con cuscus de centollo y moluscos y House opta por el rape con pisto de chipirones. El vino, El Puntido de 2008, una recomendación del maitre, que no conocíamos, nos pareció exquisito.

Con los estómagos más que satisfechos recogimos las maletas y las arrastramos el corto trayecto que nos separaba de la estación. Tren puntual, lleno a reventar de adolescentes.
Evidentemente el viaje nos ha encantado. La única pega: demasiado corto.
1 comentario:
Casi q me quedo con mas ganas de ir al restaurante!! Que hambreee!! jijiji. Me ha encantado Vitoria desde tus ojos, me gustaría mucho ir.
pal
Publicar un comentario