La depresión puede afectar incluso a la gente más divertida y animada que una se pueda imaginar. Es así de traicionera. Eso le ocurrió a Billete que, de repente, perdió su chispa habitual y se encontró triste y hundido. Al médico no le costó demasiado identificar los síntomas y le puso un tratamiento con el que empezó a sentirse rápidamente mejor.
Billete, algo más repuesto y recuperado su interés por el mundo, se dedicó a leer curiosidades con las que calmar su inquietud. Así dio con un artículo, muy interesante, sobre los donantes de órganos. Tanto altruismo le impresionó y concluyó que él también debía convertirse en donante. Así se lo expuso a mi tía que le secundó en su idea.
Cuando fueron a la revisión con el médico, éste le preguntó a su paciente cómo se encontraba. Billete, entusiasmado con su proyecto de donación le respondió que estaba mucho más relajado y contento, tanto que había decidido hacerse "donante de orgasmos". Al pobre doctor le cambió "la color" al oírle y, mi tía, disimuladamente, le dio unos golpecitos a su marido en la pierna mientras le susurraba "de órganos, donante de órganos". Billete, con una sonrisa de oreja a oreja, asintió y dijo: "Sí, sí, eso he dicho. Voy a hacerme donante de orgasmos".
El médico, sin pensárselo mucho, le duplicó la dosis de tranquilizantes al gran altruista.
2 comentarios:
Jajajaja, que bueno¡¡
Una anécdota muy simpática y muy divertida. Es todo un caso este "Billete". Saludos, manolo.
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