La mayoría de los pacientes que pasan por el hospital se limitan a recibir un tratamiento médico. La experiencia de mi tío incluye mucho más. Tuvo que ser operado. Por supuesto, la familia en pleno se presentó allí para infundirle ánimos al convaleciente. Eso supone unas 20 personas en la habitación y otras tantas entre el pasillo y la sala de espera. Hasta los gitanos desaparecen superados por el número.
Después de pasar la tarde entretenido con unos y otros, y transcurrida la hora de visitas, una osada enfermera se armó de valor y se animó a echarles (no son violentos pero la cantidad impone). El pobre enfermo se quedó, al fin, solo. Decidió que ¿qué mejor que aprovechar esa inusitada paz para salir a fumarse un cigarrito? Encontró una puerta en la que se leía "Salida de Emergencia" con una nota en la que se rogaba no fuese empleada en otro tipo de usos. Por supuesto que a esa clase de solicitudes nadie les hace caso y él no iba a ser menos. ¡Si aún iba a estar más tranquilo! Si podía evitarlo ¿para qué iba él a recorrerse todo el pasillo con el suero y la sonda urinaria? Con una salida tan a mano ¿cómo no aprovecharla?
Sin pensárselo dos veces, abrió y salió. Escuchó cómo la puerta se cerraba detrás de él con un click de bloqueo. No se inmutó, ya encontraría la entrada. Cervantes dijo que "cuando una puerta se cierra, otra se abre" y ¡sería por puertas en el hospital! Pero los hados no le fueron favorables y, una vez entregado al vicio del tabaco, se puso a lloviznar. El agradable sirimiri se convirtió en una auténtica ducha en cuestión de segundos. Aquel contratiempo le alteró. Decidió llamar a los cristales de la salida bloqueada para pedirle a un alma caritativa, de esas que peregrinan perdidas por las galerías, que le abriese y poder así refugiarse del aguacero. Su gozo en un pozo: a esas horas los pasillos estaban desiertos. En vez de aplicar la solución de Cervantes, se fue al refranero, en concreto al dicho popular de: "cuando se cierra una puerta, se abre una ventana". Su mala fortuna quiso que las ventanas en cuestión perteneciesen a la hospitalización de Psiquiatría. Todos los locos respondieron a su saludo con grandes aspavientos y, además de aprovechar para pedirle con gestos un cigarro a través de los cristales cerrados, le señalaban entusiasmados al tiempo que exclamaban: "¡Mira ese! ¡Se ha escapado!". Ni que decir tiene que aquel comentario puso en alerta máxima a la planta: ¡UNA FUGA! Sonaron las alarmas y salieron a buscarle dos celadores armados con una camisa de fuerza y acompañados por dos guardias de seguridad. Encontraron a mi tío en pijama, mojado, sondado, con una vía y su correspondiente palo de suero, y un cigarro culpable en la mano. Ante el panorama se puso a agitar los brazos como un poseso y a gritar mientras se señalaba el lugar de la cirugía: ¡qué no estoy loco! ¡qué sólo me han operado de la próstata!
Creo que no dejó de fumar. Desde entonces no ha vuelto a pedirme favores médicos, ni tan siquiera me llama cuando va a la revisión (dice que para no molestarme, así que aclaro que no me supone ningún tipo de molestia, todo lo contrario. Una cara familiar en medio de la consulta se agradece, aunque no pueda entretenerme demasiado).Sé que pretendía que no me enterase de su desventura. Menos mal que en nuestra familia la palabra "secreto" es un término efímero.
¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES!
¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES!
6 comentarios:
Jajajaja, no conocía esta anécdota, pero no me extraña para nada. Esas salidas de emergencia...jajajaja
Me parece que luego le pusieron un tratamiento a base de "corticoles" que no le sentó muy bien...jajaja.
Felicidades y un abrazooooo Biedmaaaa.
ijijijiji! Y lo peor es que me lo imagino perfectamente con el pijamilla corre que te corre "qué yo no estoy loco". Un beso y muchas felicidades!
¡Muchas felicidades tito! Ayer no leí el correo pero hoy me partía pese a que ya me sabía esa y otras muchas anécdotas de las vuestras. Siempre que las recordamos en las comidas familiares, el ratillo de risas está asegurado. Un besazo para todos.
Bueniiiisimo !!!!! Gracias por hacernos pasar buenos ratos... Me pudiste dientes largos con las compras de zapatos y demás , pero aun no he podido escaparme. Besotes
Marta
Tus relatos sobre billete (no sé si reales o inventados, son muy jugosos y divertidos. Saludos, manolo.
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